Inter¨¦s com¨²n, acci¨®n nacional
La proximidad de la moneda ¨²nica, que puede suponer un enorme salto adelante econ¨®mico y pol¨ªtico en la integraci¨®n europea, est¨¢ produciendo un extra?o efecto. Pues a la vez que se desarrolla la idea de "inter¨¦s com¨²n", se intenta responder a ¨¦ste con instrumentos nacionales. Inter¨¦s com¨²n es que, una vez lanzado el euro, las finanzas p¨²blicas italianas no se desmanden, pues producir¨ªan efectos que acabar¨ªan afectando a la estabilidad del euro, y, por tanto, a las econom¨ªas francesa, alemana o espa?ola. Pero frente a ese inter¨¦s com¨²n se pide que Italia tome sus propias medidas; no s¨®lo sin ayuda, sino bajo la amenaza de las sanciones contempladas en el pacto de estabilidad.Algo similar est¨¢ ocurriendo con el debate sobre las perspectivas presupuestarias para la UE del 2000 al 2006. Los contribuyentes netos -los que como Alemania, Suecia, Austria u Holanda, por citar los cuatro que han presentado un frente ¨²nico- pretenden que se les devuelva, como con el cheque brit¨¢nico que logr¨® Thatcher, una parte de este desequilibrio. Pero si se aplica a rajatabla el justo retorno, no quedar¨¢ dinero ni para hacer pol¨ªticas comunes ni para compensar a los m¨¢s pobres frente a los m¨¢s ricos. Es decir, ni para construir una comunidad ni para generar solidaridad. Menos a¨²n si se renacionalizan partes de la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n (PAC) para asegurar el mantenimiento de la renta rural; o se consolida, ya sea, en producci¨®n l¨¢ctea o de aceite de oliva, el concepto de cuotas nacionales.
El concepto de "inter¨¦s com¨²n" se introdujo ya en el Tratado de Maastricht (art¨ªculo 103) y se recogi¨® de nuevo en el Tratado de Amsterdam (nuevo art¨ªculo 99) pendiente de ratificaci¨®n (?lo dinamitar¨¢n los daneses en su refer¨¦ndum en mayo?) al establecer que "los Estados miembros considerar¨¢n sus pol¨ªticas econ¨®micas como una cuesti¨®n de inter¨¦s, com¨²n y las coordinar¨¢n...". ?sta es la nueva palabra m¨¢gica, coordinaci¨®n, que ha desbancado al anterior mantra de la integraci¨®n. Equivale a fijar objetivos europeos, pero a alcanzarlos con pol¨ªticas nacionales. Tras esta tendencia no s¨®lo se esconde una cierta aversi¨®n a aumentar las ¨¢reas de competencia comunitaria, especialmente si conllevan gastos del presupuesto de la UE, sino tambi¨¦n a convertir la Uni¨®n Europea en la mayor excusa para hacer pasar medidas nacionales que de otro modo resultar¨ªan impopulares. Es tambi¨¦n, como en otros aspectos de la construcci¨®n europea, una forma vara los Estados de recuperar poder a trav¨¦s de Bruselas.
Es otra forma de avanzar. El euro est¨¢ ya produciendo ue se vaya hacia una hasta ahora renqueante armonizaci¨®n fiscal, especialmente p¨¢ra impuestos sobre rendimientos de capital y empresas, a fin de evitar la evasi¨®n hacia para¨ªsos fiscales. Es un problema que no se intenta solucionar con una pol¨ªtica europea, sino con una suma de pol¨ªticas nacionales y un c¨®digo de conducta com¨²n (y que habr¨¢ de llegar m¨¢s all¨¢ de la propia UE). Estamos, como e defin¨ªa muy acertadamente en el Financial Times, ante el uso de legislaci¨®n (fiscal) nacional para lograr nueva acci¨®n pol¨ªtica conjunta europea". Es decir, lo contrario de la comunitarizaci¨®n.
De momento, lo que se va a desarrollar es un modelo de econom¨ªa europea fundamentalmente basado en una pol¨ªtica monetaria integrada (la que haga el Banco Central Euopeo) con pol¨ªticas econ¨®micas y sociales (como la de empleo) coordinadas. Ahora bien, cabe considerar que, aunque los ministros de Econom¨ªa y Finanzas trabajen en una definici¨®n m¨¢s precisa del inter¨¦s com¨²n que vaya m¨¢s all¨¢ de la de preocupaci¨®n com¨²n, no se puede pedir mucho m¨¢s, hasta el paso decisivo al euro, que ha de traer, ante todo, un cambio de mentalidades. Por eso, las bases sobre las que se negocian las nuevas perspectivas financieras pueden valer hasta, si acaso, el 2006. Una vez el euro asentado e iniciada la nueva ampliaci¨®n al Este habr¨¢ que cambiar de chip.
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