Vaticano y el antisemitismo
?ltimamente suele citarse la enc¨ªclica Mit brennender Sorge como si de un valiente alegato antifascista se tratara. As¨ª, se sugiere que la muerte de P¨ªo XI en 1939 y el estallido inmediato de la guerra impidieron al Vaticano adoptar una actitud m¨¢s beligerante a favor de las v¨ªctimas del nacionalsocialismo. Es comprensible que la Iglesia (o los medios de comunicaci¨®n afines a ella) propague esta coartada, pero no que lo hagan diarios serios como EL PA?S, que en su editorial del 18 de marzo pasado atribu¨ªa a este documento "una abominaci¨®n sin paliativos del nazismo", afirmando adem¨¢s, de forma bastante gratuita, que "la Iglesia no... ha perdonado jam¨¢s doctrinalmente el antisemitismo".La Iglesia no s¨®lo fue instigadora del antijuda¨ªsmo tradicional, sino que particip¨® activamente en el origen del moderno antisemitismo, cuya primera manifestaci¨®n es el affaire Dreyfus. Los antiDreyfus se defin¨ªan como nacionalistas xen¨®fobos, clericales integristas, militaristas y antisemitas. Vale la pena recordar que este caso es bastante anterior a la revoluci¨®n rusa: no es cierto, pues, que se apoyara a la derecha antidemocr¨¢tica y antisemita como mal menor frente al terror estalinista. El enemigo no era el comunismo, sino el liberalismo, la democracia, el Estado no confesional y la escuela laica.
Mit brennender Sorge significa "con profunda (literalmente, ardiente) preocupaci¨®n"; Sorge podr¨ªa traducirse tambi¨¦n por inquietud, ansia o cuidado, pero nunca por "dolor". Y en todo caso, la preocupaci¨®n no se refer¨ªa a las v¨ªctimas de la represi¨®n racial o pol¨ªtica de los nazis, sino a "la v¨ªa dolorosa de la Iglesia" y a "la opresi¨®n de los fieles". La enc¨ªclica es un memorial de agravios que la Iglesia atribuye a un r¨¦gimen que el partido cat¨®lico alem¨¢n,hab¨ªa contribuido a implantar: el cat¨®lico F. von Papen legaliz¨® las SA y las SS, dirigi¨® un golpe de Estado contra el Gobierno democr¨¢tico de Prusia e intervino decisivamente para vencer la resistencia de Hindenburg a nombrar a Hitler canciller (el propio Von Papen entr¨® en el Gobierno como vicecanciller). Expresa indignaci¨®n ante tal in gratitud, pero no "abominaci¨®n" (basta compararla con la dur¨ªsima Dilectissima nobis, dirigida en 1933 contra las autoridades democr¨¢ticas de la Rep¨²blica Espa?ola, para advertir la diferencia). La Iglesia, tras quejarse del incumplimiento del Concordato de 1933 (otro de los favores cat¨®licos al F¨¹hrer: su firma hab¨ªa sido el primer ¨¦xito internacional de Hitler), critica tan s¨®lo aquellos aspectos del nacional-socialismo que afectan directamente a su doctrina o intereses.
?Y los jud¨ªos? Se les menciona en dos ocasiones, a prop¨®sito de un asunto teol¨®gico. Los nazis afirmaban que la Biblia hebrea era inmoral: el Papa sale en defensa del Antiguo Testamento. Pero, quiz¨¢ por temer que esta apolog¨ªa pueda malinterpretarse, las dos alusiones que el vicario de Cristo dedica al pueblo del Mes¨ªas son m¨¢s bien ofensivas. La primera reza as¨ª: "Aparte de otras innumerables cosas altas y nobles (los libros santos del Antiguo Testamento), hablan de la tendencia superficial y materialista que se manifiesta reiteradamente a intervalos en el pueblo de la Antigua Alianza, depositario de la revelaci¨®n y de las promesas de Dios" (para los nazis, la superficialidad y el materialismo eran precisamente dos de las taras cong¨¦nitas jud¨ªas, opuestas al pensamiento ario, profundo e idealista). La segunda alusi¨®n, m¨¢s tradicional, resulta especialmente inoportuna en v¨ªsperas de la noche de los cristales rotos: se refiere al crimen de los crucifixores de Cristo. La ¨²nica referencia a la guerra est¨¢ al final del document¨®: el Papa hace votos para que "el pueblo alem¨¢n, hasta en sus mismos miembros descarriados", se incline ante Jesucristo y se disponga "a luchar contra los renegados y destructores del Occidente cristiano, en armon¨ªa con todos los hombres bienintencionados de las otras naciones, cumpliendo la misi¨®n que le han asignado los planes del Eterno". La muerte de P¨ªo XI, en,1939, le impidi¨® contemplar c¨®mo Hitler, siguiendo d¨®cilmente los planes trazados por el Eterno, invad¨ªa la Uni¨®n Sovi¨¦tica.- .
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