Ense?ar a no matar
Antes de los discursos, la m¨²sica. En el segundo d¨ªa de su congreso federal, el Partido Democr¨¢tico de la Nueva Izquierda invit¨® a Javier Gurruchaga a cantar, acompa?ado de su fiel y espl¨¦ndida Michelle McCain; el noticiero de una televisi¨®n privada comentar¨ªa horas despu¨¦s con sorna que los que antes entonaban la Internacional con el pu?o cerrado, ahora siguen el ritmo de un showman con los pies. Pero los dos secretarios generales -Almunia, como invitado, y L¨®pez Garrido- que esa misma ma?ana del s¨¢bado pasado hablaron de pol¨ªtica, tambi¨¦n hablaron del honor de Gurruchaga, convertido muy a su pesar en s¨ªmbolo de una persecuci¨®n injustificada y soez, que ha tenido final feliz. En la p¨¢gina 24 del informe pol¨ªtico que Nueva Izquierda distribuy¨® entre los congresistas est¨¢ el ep¨ªgrafe cultura, con un t¨ªtulo de sabor marcusiano, El acceso al arte y la ciencia como emancipaci¨®n. Y en ¨¦l esta l¨²cida cita de Granisci: "El arte es educador en cuanto que arte, pero no en cuanto que arte educador, porque en ese caso no es nada, y la nada no puede educar".Aunque algunos confundan el potencial liberador de las artes con los deberes de moralizaci¨®n, que no les corresponden, hay un terreno donde s¨ª es posible combinar la esencia convulsiva del arte con el sustento edificante de la educaci¨®n: la ense?anza. El profesor es siempre actor o actriz -y no siempre frustrado; he asistido a representaciones docentes m¨¢s genialmente histri¨®nicas que algunas ofrecidas en los escenarios-, pero, al contrario que el c¨®mico, ha de decir siempre la verdad, que es la noble finalidad de la transmisi¨®n de saberes. Al actor le aplauden cuando acaba su clase inventada, y cobra mucho m¨¢s si es mas eminente que el profesor. Por eso a veces los ense?antes se preguntan si una dedicaci¨®n tan dura y mal pagada vale la pena. Yo me hice a menudo la pregunta en mis 20 a?os de gira docente por distintas universidades, que recuerdo como los m¨¢s en¨¦rgicos de mi vida. Y un d¨ªa, estando en el que fue mi ¨²ltimo y m¨¢s largo puesto de trabajo, como profesor de Filosof¨ªa del Arte en la Universidad del Pa¨ªs Vasco, un compa?ero de departamento de gran disposici¨®n al escepticismo me dio la respuesta: "Ense?ar los valores del arte puede desmovilizar a una sociedad tan aturdida por los himnos guerreros como la vasca".
En mis a?os de San Sebasti¨¢n di a veces clase en aulas pintadas con insultos y amenazas a otros profesores, algo por lo que hoy no pasar¨ªa. En ese tiempo, la d¨¦cada de los ochenta, las voces de rigor s¨®lo las daban los otros, los violentos, cercanos y algunos activos en la direcci¨®n de HB. Una ma?ana tuve que suspender la clase, intimidados la mayor¨ªa de alumnos y yo mismo por la entrada de un mat¨®n, alumno tambi¨¦n, anunciando la muerte heroica de un etarra que manipulaba sus propios explosivos; tampoco hoy interrumpir¨ªa por esa raz¨®n mis clases, nunca entonces interrumpidas cuando ca¨ªa una nueva v¨ªctima del terrorismo. Quiz¨¢ esto que digo pueda sonar a bravatas de un actor retirado de las tablas. S¨¦ que no es as¨ª desde que hace seis semanas vi en el peri¨®dico la foto de los firmantes del Manifiesto por la democracia en Euskadi, que integran el llamado Foro Ermua. Reconoc¨ª a cinco colegas de facultad, y entre ellos al que me sustituy¨® en el puesto. Desafiando los nuevos insultos de hoy, no s¨®lo en forma de grafitti sino por boca de se?alados miembros de la Asamblea Nacional del PNV, estos artistas y profesores unidos contra el "movimiento fascista dirigido por ETA y HB" est¨¢n diciendo claramente en el Pa¨ªs Vasco la verdad que los pol¨ªticos callan o disimulan. ?Estridentes? El arte, el interpretativo y el educativo, puede serlo, porque depende m¨¢s de la pasi¨®n que de la negociaci¨®n, palabra derivada de "negocio". Y pasional fue otro ciudadano donostiarra, Javier Gurruchaga, en sus valientes declaraciones y actuaciones musicales tras el asesinato del concejal Ord¨®?ez.
Al hilo de estos recuerdos universitarios, de las noticias de lucha pac¨ªfica que el Foro Ermua intenta en Euskadi y de las resoluciones judiciales que no solucionan las afrentas personales del caso Arny, me acord¨¦ de una frase de Nietzsche magistral como expresi¨®n art¨ªstica y did¨¢ctica: ''La forma m¨¢s segura de corromper al joven es ense?arle a apreciar m¨¢s a los que piensan como ¨¦l que a los que piensan de manera diferente".
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