El d¨ªa m¨¢s largo para la esperanza
Ni?os cat¨®licos y protestantes pidieron a los negociadores que no frustrasen el proceso de paz en el Ulster
Llegaron en autobuses y coches particulares y algunos a pie, y los centinelas del castillo de Stormont, dos veteranos polic¨ªas del Royal Ulster Constabulary, la polic¨ªa norirlandesa, les abrieron las puertas de par en par. Las decenas de ni?os cat¨®licos y protestantes que se plantaron frente a la verja del vetusto edificio donde una vez funcion¨® la oficina de agricultura del Ulster y donde hasta anoche se debat¨ªa el futuro pol¨ªtico de la atribulada provincia brit¨¢nica. All¨ª consiguieron lo que ni Londres ni Washington ni Dubl¨ªn ni nadie han conseguido con tanta visibilidad: movilizar con rapidez inusitada a todos los pol¨ªticos de Irlanda del Norte.Al son de una cl¨¢sica flauta y un tambor irland¨¦s, los ni?os comenzaron a cantar I'll tell my Ma (Se lo dir¨¦ a mi mam¨¢), una canci¨®n popular de Belfast. Luego arremetieron con lo que ayer se convirti¨® en el hit de lo que un diario local describi¨® apropiadamente a toda plana como el d¨ªa m¨¢s largo del Ulster. La nueva canci¨®n se llama Carry on (Seguid adelante), y estaba dedicada a todos los pol¨ªticos que, comenzando por el primer ministro Tony Blair y su colega irland¨¦s Bertie Ahern, hac¨ªan filigranas para sacar el proyecto de paz m¨¢s ambicioso de esta generaci¨®n.
El efecto fue instant¨¢neo. Del c¨¢lculo pol¨ªtico, los negociadores pasaron a formar una audiencia sonriente para beneficio del enjambre de fot¨®grafos, cansados de pasarse d¨ªas y d¨ªas bajo la lluvia y el barro, a la espera de una imagen diferente al t¨ªpico retrato de hombres con cara de circunstancias bajo ce?os generalmente fruncidos. Mo Mowlam, la ministra brit¨¢nica para Irlanda del Norte, se sorprendi¨® al descubrir que alguien se le hab¨ªa adelantado a la hora de dar la bienvenida a tan singular y espont¨¢nea embajada infantil. Cuando Mowlam salud¨® a un chiquillo que sorb¨ªa un refresco, no pudo resistir a la tentaci¨®n de preguntarle qui¨¦n se hab¨ªa portado tan amablemente. "Gerry Adams", repusieron varios ni?os a coro. Adams, demonizado por los protestantes como un guerrillero sanguinario, se sent¨ªa en su ambiente en ese conjunto de caras risue?as. El dirigente del Sinn Fein descubri¨® no hace mucho la felicidad de la paternidad.
Los chicos le miraban con inter¨¦s y pugnaban por darle la mano "Decidimos traer a los pol¨ªticos una canci¨®n para que no desfallezcan", explic¨® un maestro. "El hecho de que est¨¦n aqu¨ª nos da fuerzas", les dijo Mowlam. "Es de ustedes precisamente de quienes nos preocuparnos". Hablaba en nombre de Blair y de sus no muy d¨®ciles socios en este experimento que puede definir el futuro de Irlanda.
Por algunos momentos, a los rivales del Ulster se les vio sonre¨ªr en conjunto. Billy Hutchinson, el temible l¨ªder del Partido Progresista Unionista, la fuerza que controla un par de milicias, estaba conmovido. "Ojal¨¢ estos ni?os se den cuenta alg¨²n d¨ªa de la potencia que ha tenido este hermoso gesto", susurr¨® uno de sus ayudantes mientras el coro arrancaba otra vez con ese estribillo de aliento: "Seguid adelante, seguid adelante".
Los ni?os volvieron a sus hogares, los fot¨®grafos se refugiaron de la lluvia bajo el techo de las "cabinas" improvisadas. Y los pol¨ªticos desaparecieron una vez m¨¢s detr¨¢s de las puertas del edificio donde hasta la madrugada del viernes se hablaba de paz.
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