Dos menores inauguran la primera carcel para ni?os reincidentes del Reino Unido
Cien empleados atender¨¢n a los 40 menores que acoger¨¢ el centro
Dos menores estrenaron ayer el Medway Centro de Seguridad y Formaci¨®n, la primera prisi¨®n infantil brit¨¢nica para ni?os reincidentes. La c¨¢rcel para chavales de 12 a 14 a?os se alza sobre una colina del condado de Kent a corta distancia de los vecinos de Borstal (Reformatorio, en su traducci¨®n al espa?ol), curiosamente la localidad que dio el t¨¦rmino gen¨¦rico a las instituciones juveniles desde que hace casi un siglo cobij¨® el primer, reformatorio ingl¨¦s. Este viene precedido de la pol¨¦mica y, aunque es de alta seguridad, intenta recrear un buc¨®lico pueblo rural y cuenta con dos empleados por recluso.
Los reformatorios quedaron abolidos hace d¨¦cadas, pero de acuerdo a Philip Brown, experto en legislaci¨®n infantil, con Medway y el total de cinco centros privados que el gobierno proyecta construir "regresamos al viejo sistema de castigos duros, breves e intensos". "Es una mezcla del viejo reformatorio y las prisiones juveniles modernas. Nos lo presentan como un nuevo estilo de tratar a los menores reincidentes, pero no se aprecia ninguna diferencia salvo en su elevado presupuesto", critica el profesor. Las asociaciones en ayuda de los ni?os calculan que este programa de c¨¢rceles privadas supondr¨¢ una inversi¨®n anual e 30 millones de libras (m¨¢s e 7.000 millones de pesetas). De acuerdo a las mismas fuentes, cada ni?o costar¨¢ en torno a los 32 millones de pesetas al a?o, periodo m¨¢ximo de tiempo que vivir¨¢ en el centro. "Hay mejores v¨ªas y proyectos comunitarios m¨¢s constructivos para rehabilitar a los menores", defiende Peter Wilson, psicoterapeuta de la asociaci¨®n Young Mind.
Wilson parece dispuesto a dar una oportunidad a las nuevas c¨¢rceles. Admite que no se puede tomar una actitud punitiva ni se debe encerrar a ni?os tan peque?os, pero reconoce que el programa est¨¢ bien estructurado, con un fuerte ¨¦nfasis en la labor educativa y de terapia. "Es una f¨®rmula residencial con muchos recursos donde tendr¨¢n la oportunidad de estudiar y mejorar como nunca la han tenido en sus barrios. Por lo general son ni?os, maltratados que arrastran muchos miedos y heridas psicol¨®gicas. Un poco de control externo les da seguridad", explica.
Ayer, los primeros dos chavales, del total de 40 que deben llegar, atravesaron la verja met¨¢lida y herm¨¦tica puerta de Medway, pero, una vez dentro, se encontraron en una especie de urbanizaci¨®n que intenta recrear el ambiente natural de un pueblo.
El jard¨ªn comunal conduce a una serie de bloques con viviendas de cinco dormitorios, escuela, enfermer¨ªa, gimnasio y campo de f¨²tbol donde seguir¨¢n sus respectivos cursos, participar¨¢n en debates sobre comportamiento criminal y aprender¨¢n a responsabilizarse de sus necesidades en cuanto a comida y ropa.
La jornada ser¨¢ fren¨¦tica de forma que, se?ala la directora del centro, Sue Clifton, no habr¨¢ tiempo para maquinar fechor¨ªas. "No estamos creando una escuela de crimen", advirti¨® esta se mana. Clifton cuenta, para esos 40 internos, con una plantilla de 100 empleados, incluidos profesores, asistentes sociales y guardas de seguridad, para poner en pr¨¢ctica un programa que se enfoca directa e individualmente en cada ni?o.
Los vecinos de Borstal miran despreocupados la llegada de los peque?os criminales. Est¨¢n acostumbrados a ver rejas en su horizonte y no protestaron cuando la empresa privada Rebound solicit¨® los permisos municipales de construcci¨®n del centro. La versi¨®n moderna del reformatorio se alza a pocos pasos de Cokham Wood, una prisi¨®n de mujeres, y de la c¨¢rcel de Rochester, cuyos reclusos juegan de vez en cuando al f¨²tbol con equipos locales. "Han elegido una buena ubicaci¨®n", afirma Jackie Hall, propietaria de la tienda m¨¢s cercana al tri¨¢ngulo penitenciario. ''La c¨¢rcel de mayores servir¨¢ de advertencia a los ni?os. Sabr¨¢n que ah¨ª pasar¨¢n el resto de sus vidas si no escarmientan ahora y mejoran su car¨¢cter". No obstante, Hall conf¨ªa poco en el ¨¦xito de la f¨®rmula, puesto que, dice, "a algunos, incluso los m¨¢s peque?os, la vida del crimen les provoca tal excitaci¨®n que nunca querr¨¢n abandonarla". Una postura negativa que no apoyan las principales asociaciones infantiles. Grupos como Young Mind, Children Society o Nacro, especializada en la rehabilitaci¨®n de delincuentes, proponen combatir las ra¨ªces. del problema invirtiendo en ayudas a las familias m¨¢s vulnerables y mejorando la educaci¨®n escolar y pre-escolar. Con el presupuesto destinado a las c¨¢rceles de ni?os, defienden, se podr¨ªa invertir tanto en programas d¨¦ prevenci¨®n criminal como en potenciar la red de centros de detenci¨®n, gestionada por los departamentos sociales municipales, que existe actualmente para los m¨¢s persistentes delincuentes infantiles.
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