La liga de N¨²?ez
Primeras sensaciones postcoito: hemos pasado de ir tan sobrados y ser tan futbol¨ªsticamente felices que nos era igual perder la liga en el ¨²ltimo minuto a ser tan creativamente sosos que casi nos da lo mismo ganarla con toneladas de puntos de ventaja. S¨®lo nos faltaban los cientos de p¨¢jaros madridistas volando para que el p¨¢jaro en Mano del Bar?a parezca menos importante de lo que es. A la hora de analizar la melancol¨ªa que afecta a una minor¨ªa selecta de la culerada, ser¨ªa suicida buscar culpables, pero basta repasar la historia reciente para llegar a la conclusi¨®n de que la gran estrella de estos dos ¨²Itimos a?os no ha sido ni un entrenador, ni un jugdor sino el presidente N¨²?ez.
Desde el d¨ªa en el que, con histri¨®nica torpeza, decidi¨® destituir a Cruyff y contratar a Robson, N¨²?ez ha demostrado una firmeza inusual en otras temporadas. Si anta?o se habl¨® de la flor de Cruyff -caprichosa, genial-, ahora es justo hablar de la tenaz y despilfarradora flor de N¨²?ez. Una vez protagonizado el golpe de efecto que supuso deshacerse de Johan y de su, para muchos, maldito entorno, el pecident fue improvisando hasta dar con un proyecto -el de Van Gaal y su f¨²tbol de dibujo animado japon¨¦s- que se adapta perfectamente a sus ambiciones: llegar al centenario en las mejores condiciones para pasar a la historia y ensombrecer la siempre molesta presencia del pasado.
A pesar de sus muchos detractores, N¨²?ez se ha salido con la suya y ha ganado la primera Liga aut¨¦nticamente nu?ista de su mandato. El reguero de damnificados que deja tras de s¨ª incluye a entrenadores (endiosados, sumisos o chusqueros), representantes (de la casa o italianos), periodistas (del entorno o no), negociadores de derechos de televisi¨®n (auton¨®micos o privados), megaestrellas brasile?as, b¨²lgaros temperamentales, miniestrellas canteranas, especialistas en c¨¦sped, m¨¦dicos incompetentes y elefanti¨¢sicos opositores desaparecidos en combate.
En su fuero interno, N¨²?ez aspira a convertir el Bar?a en la reproducci¨®n amplificada de la secci¨®n de balomano, en la que fidelidad, disciplina, trabajo y buenos resultados van acompa?ados de discreci¨®n y modestia. El apabullante balance estad¨ªstico de esta temporada acallar¨¢ el intangible muermo que parte de la afici¨®n experimenta cuando recuerda lo poco que ha disfrutado esta temporada e impondr¨¢ la evidencia del super¨¢vit como ¨²nica vara de medir unos ¨¦xitos que, r¨¢pidamente, se convertir¨¢n en sagrados argumentos del fundamentalismo cul¨¦. Enterrado por las urnas el fantasma que Cruyff dej¨® suelto por el Camp Nou y que intent¨® reencarnarse en elefante azul, congeladas con este justo triunfo las dudas respecto a una gesti¨®n que dej¨® escapar a Ronaldo, nadie la puede negar a N¨²?ez y a los miles de barcelonistas que, a estas horas, todav¨ªa celebran la victoria, el derecho a ser felices.
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