Frecuentando el futuro
Cuando el profesor Umberto Rogmanoli fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Castilla-La Mancha dio a su disertaci¨®n el t¨ªtulo Del trabajo declinado en singular, a los trabajos en plural; y la comenz¨® evocando un pasaje de Sostiene Pereira: "Deje ya de frecuentar el pasado, frecuente el futuro. ?Qu¨¦ expresi¨®n m¨¢s hermosa!, dijo Pereira, frecuentar el futuro, qu¨¦ expresi¨®n m¨¢s hermosa, no se me habr¨ªa ocurrido nunca". Los socialistas, con nuestras elecciones primarias, estamos haciendo el ejercicio de frecuentar el futuro y de abandonar una cultura cuya principal caracter¨ªstica ha sido la concentraci¨®n del poder. La importante personalidad de Felipe Gonz¨¢lez, el miedo a equivocamos, a no dar la talla, o a ser excluidos del circuito de poder, entre otras causas, han conducido a que se frecuentara m¨¢s la aquiescencia y el silencio que la participaci¨®n y el futuro. A veces, los aparatos no han hecho la funci¨®n de sem¨¢foros, sino de se?ales de prohibici¨®n sugiriendo que el respeto a los dirigentes deb¨ªa conducir a aceptar sus ideas. Sin embargo, lo verdaderamente respetable son las personas; con las opiniones hemos de ser irrespetuosos, es decir, cr¨ªticos, con tanta frecuencia como sea menester.
Esta ya antigua manera de entender la vida partidaria ha dado sus buenos frutos, no cabe negarlo. La disciplina que alguien defini¨® con el lema "quien se mueve no sale en la foto" quiz¨¢ ha favorecido ¨¦xitos electorales e im¨¢genes de homog¨¦nea identidad que se valoraban mucho en la d¨¦cada de los ochenta. Sin embargo, y con la ayuda de Felipe Gonz¨¢lez, hemos sabido inaugurar una etapa en la que estamos dando los primeros pasos para frecuentar el futuro.
?Acaso, durante los ¨²ltimos 25 a?os, no se le hab¨ªa ocurrido a ning¨²n socialista la necesidad de tan hermosa perspectiva de frecuentar el futuro? S¨ª, a muchos, y desde hace tiempo. Por mi parte, empec¨¦ a sentir esa necesidad cuando en el 32? Congreso, en noviembre de 1990, un compa?ero de los que ayudaban a confitar el pastel de las listas me pidi¨® el texto de mi intervenci¨®n.No sent¨ª mi vanidad halagada ante la petici¨®n del texto de mi discurso. Al contrario, supe de inmediato que no se buscaba ilustraci¨®n, sino prueba escrita de que me hab¨ªa movido en la foto cuando afirm¨¦ que "muy pocos tenemos mucho poder".
En el ¨²ltimo congreso ya ¨¦ramos mayor¨ªa los que sentimos la impostergable necesidad de unos cambios a los que si no se les abr¨ªa la puerta se acabar¨ªan colando por la ventana. Pues bien, esos cambios han empezado a cuajar con un nuevo secretario general que, a partir de un resquicio estatutario que abrimos en el congreso, ha impuesto el sistema de primarias para elegir el candidato a la presidencia del Gobierno.
En el congreso, tan atareados en encontrar sustituto a Felipe Gonz¨¢lez, no todos fuimos conscientes de la enorme trascenden cia de este m¨¦todo de primarias para elegir los candidatos a los principales puestos de la pol¨ªtica. Ahora, en general, estamos como chicos con zapatos nuevos; incluso, aunque nos aprieten. Las primarias no son ni una horma hecha a la medida, ni tampoco una medicina ensayada en el laboratorio antes de ser puesta en el mercado.
En el PSOE hay entusiasmo, hay dudas y tambi¨¦n, por eso, pueden cometerse errores. Estamos, dec¨ªa Bobbio, tratando de "mejorar la actual nave y, a la vez, concibiendo el dise?o de un nuevo barco para poner rumbo a horizontes que en gran medida tenemos que inventar". Es decir, hacemos camino al andar. Quiz¨¢ por eso, mis declaraciones sobre las consecuencias de una derrota del secretario general en las primarias eran expresi¨®n err¨®nea de un cierta pa triotismo de partido. Pronto supe que no pod¨ªa encastillarme y que mis palabras estaban en contradicci¨®n con mi pensamiento y con mi trayectoria. Por eso, la rectificaci¨®n pudo ser inmediata y percibida con sinceridad. ?Nunca el orgullo por encima de la libertad! Si nos reconocemos el derecho a equivocarnos, tam bi¨¦n hemos de permitirnos la libertad de rectificar.
Lo que no cabe negar es que las primarias tendr¨¢n consecuencias de gran calado, cualquiera que sea el ganador de las mismas. El 34? Congreso que las regul¨® resultar¨¢ m¨¢s importante en la historia del partido que el congreso que abandon¨® el marxismo porque este sistema de elecci¨®n har¨¢ que cambie la estructura del poder interno y hasta el cometido del propio partido.
Los partidos de izquierda no se han conformado hasta ahora con ser reflejo o el es pejo de las demandas sociales, si no que han pretendido hegemonizar la sociedad, conducirla. Pues bien, la generalizaci¨®n del mecanismo de primarias nos permitir¨¢ ,transitar mejor desde las posiciones del partido "vanguardia" a las del partido "espejo". No creo acertada la afirmaci¨®n de Downs cuando dice que "los partidos desarrollan pol¨ªticas para ganar elecciones..., pero no ganan elecciones para desarrollar pol¨ªticas" porque, tradicionalmente, en los partidos de izquierda la victoria electoral siempre ha sido un medio para alcanzar objetivos ideol¨®gicos, y no al rev¨¦s. Sin embargo, a estas alturas del siglo casi nadie estar¨¢ dispuesto a defender que los partidos progresistas deban ser "la vanguardia de la clase obrera organizada". Por el contrario, tampoco puede, honestamente, mantenerse que s¨®lo sean un conglomerado burocr¨¢tico para ganar elecciones. Los partidos pol¨ªticos han de cambiar. Que hayan sido estigmatizados por los totalitarismos de todo signo, que hayan sido v¨ªctimas, no les concede bula para el inmovilismo y la rutina. Una manera de cambiar es sustituir las centralizadas estructuras de poder por mecanismos m¨¢s participativos. Las primarias pueden ser v¨¢lidas para fortalecer al PSOE, pero debemos evitar el espejismo de quienes, confundiendo Norteam¨¦rica con Europa y el presidencialismo con el sistema parlamentario, creen que el PSOE debe acabar imitando al Partido Dem¨®crata de EE UU.
?C¨®mo hacer para que las primarias robustezcan al PSOE y no nos debiliten en ning¨²n caso? Hasta el momento estamos de enhorabuena: el experimento nos est¨¢ saliendo bien. As¨ª lo reflejan dos indicadores: el nerviosismo del PP y la buena acogida que ha tenido en la opini¨®n p¨²blica. Sin embargo, creo que somos mayoritarios quienes no queremos que el PSOE acabe siendo un partido de electores al estilo de los partidos norteamericanos.
Hace menos de un a?o me dec¨ªa el gerente del Partido Republicano en Richmond, la capital del Estado de Virginia: "Aqu¨ª no importan las ideas, ni los programas, ni siquiera los candidatos; basta con que ¨¦stos me hagan caso, se ajusten al gui¨®n... De gobernar ya se encargar¨¢n otros".
A mi juicio, el verdadero ¨¦xito de las primarias no se alcanza el pr¨®ximo d¨ªa 24 sino con la victoria del PSOE en las elecciones generales. Si ganamos, el sistema de primarias se generalizar¨¢ y quiz¨¢ hasta la derecha acabe encontrando un l¨ªder al que no haya que poner alzas pol¨ªticas en sus zapatos para estar a la altura de su fuerza electoral. En el PSOE hemos comenzado la escalada de la monta?a por su cara norte, es decir, por la m¨¢s r¨¢pida y a la vez la m¨¢s peligrosa. Este tipo de escalada no permite retrocesos. Nuestro mensaje no puede ser "volver, volver, volver", ni siquiera a 1982, sino empezar de nuevo, que no de nuevas, sino con m¨¢s experiencia.
La experiencia de algunos a?os ejerciendo la responsabilidad de gobierno me indica que para el verdadero ¨¦xito de las primarias, que es ganar las elecciones generales, lo m¨¢s dificil ser¨¢ desprendernos de los radicalismos est¨¦ticos de los partidos "vanguardia" y acertar a ofrecer un programa, un candidato y un talante que no s¨®lo gratifique a los socialistas de carn¨¦ que votamos el d¨ªa 24, sino que convenza a la mayor¨ªa de los espa?oles y no produzca rechazo en quienes no nos voten. Es decir, al votar en las primarias har¨ªamos muy bien, en vez de retroceder a las esencias del pasado, en frecuentar el futuro.
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