Gato sobre ascua
En v¨ªsperas de la comparecencia parlamentaria del vicepresidente Cascos para aclarar su indecente noviazgo -celestineado por el director de El Mundo- con el expolic¨ªa Amedo, el ministro Serra acudi¨® ayer a la Comisi¨®n de Defensa del Congreso para tratar de disculpar una conducta legalmente injustificable: las escuchas realizadas en la sede de Vitoria de Herri Batasuna (HB) por agentes del Centro Superior de Investigaci¨®n de la Defensa (Cesid). Eduardo Serra pas¨® como gato sobre ascuas sobre la actuaci¨®n de los servicios de inteligencia, situada claramente en el ¨¢mbito de la ilicitud; la redacci¨®n del art¨ªculo 18.3 de la Constituci¨®n ("se garantiza el secreto de las comunicaciones y, en especial, de las postales, telegr¨¢ficas y telef¨®nicas salvo resoluci¨®n judicial") y la tipificaci¨®n penal de las escuchas no autorizadas dejan escaso margen para las dudas: los responsables de ese delito deber¨¢n ser sancionados en sede judicial y castigados con medidas disciplinarias dentro del Cesid. Pero los portavoces del PNV y de IU en la Comisi¨®n del Congreso no se conformaron ayer con pedir el m¨¢ximo rigor en las investigaciones judiciales orientadas a depurar las responsabilidades penales de las escuchas alavesas del Cesid sino que tambi¨¦n exigieron el cese o la dimisi¨®n de Serra para saldar las responsabilidades pol¨ªticas en el asunto. En d¨ªas anteriores, tanto Anasagasti como Anguita hab¨ªan aplicado al caso una m¨¢xima formulada en 1839 por Thomas De Quincey en Del asesinato considerado como una de las bellas artes: "Una vez que empieza uno a deslizarse cuesta abajo ya no se sabe d¨®nde podr¨¢ detenerse". Pero el diputado del PNV y el coordinador general de IU invierten el sentido de la secuencia que el escritor ingl¨¦s fumador de opio traz¨® de manera tan brillante: si uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le da importancia a robar, pasa luego a la bebida y a la inobservancia del d¨ªa del Se?or, para finalmente comportarse de forma ineducada y dejar las cosas para el d¨ªa siguiente. Al igual que aquellos tremebundos curas tridentinos para quienes el vicio solitario en la adolescencia lleva irremisiblemente a la depravaci¨®n en la madurez, Anasagasti y Anguita parecen creer fatalistamente que las escuchas ilegales del Cesid han sido el primer eslab¨®n de una cadena causal que desembocar¨¢ necesariamente en el crimen.
Sin restar gravedad -como hizo ayer el ministro Serra en su apurada faena de ali?o- a la evidente ilegalidad de las escuchas de Vitoria, resultar¨ªa excesivo afirmar, sin embargo, que esas intervenciones son equivalente -y llevan inevitablemente- a otras vulneraciones del ordenamiento jur¨ªdico tales como la apropiaci¨®n de los fondos reservados por sus administradores, las torturas a los detenidos por la polic¨ªa y los asesinatos de miembros de ETA por los mercenarios de la guerra sucia. La diferencia no es s¨®lo moral sino tambi¨¦n jur¨ªdica: mientras el art¨ªculo 18 de la Constituci¨®n autoriza las escuchas con autorizaci¨®n judicial, el art¨ªculo 15 garantiza el derecho a la vida y a la integridad f¨ªsica con o sin autorizaci¨®n judicial. La comparecencia del ministro de Defensa no ha aclarado c¨®mo consigui¨® HB descubrir las escuchas de su sede de Vitoria ni la forma en que llegaron al diario Egin y a otros peri¨®dicos los detalles de una investigaci¨®n judicial protegida por el secreto sumarial. ?Forma parte este episodio del chantaje al Estado realizado en 1995 por Conde (ya condenado a cuatro a?os y medio por sentencia firme y con una petici¨®n fiscal de 35 a?os en su segundo juicio de la Audiencia Nacional) mediante la publicaci¨®n en el diario El Mundo de los documentos robados al Cesid por el coronel Perote (tambi¨¦n condenado en firme a 7 a?os de c¨¢rcel)? ?Se trata de una operaci¨®n pol¨ªtico-medi¨¢tica del vicepresidente Cascos, en colaboraci¨®n con el director general de la Guardia Civil, contra los ministros Serra y Mayor Oreja, para apoderarse del Cesid? ?Fue descubierto el pastel por unos empleados de Telef¨®nica simpatizantes con HB o esa hip¨®tesis es s¨®lo un macguffin al estilo de Alfred Hitchcock a fin de desviar la atenci¨®n de los espectadores?: si se adoptase la arrogante unidad de medida creada por Juan Villalonga para calcular los costes de su empresa, no ser¨ªan necesarios demasiados d¨ªas, horas, minutos o segundos de cash flow de Telef¨®nica para descubrir la verdad. En cualquier caso, al presidente Aznar -tan cruelmente exigente con Felipe Gonz¨¢lez hace tres a?os en una ocasi¨®n semejante- le corresponde ahora la grave responsabilidad pol¨ªtica de reorganizar el Cesid y de explicar al Parlamento las causas de que los servicios de inteligencia hayan quedado medio desmantelados en el Pa¨ªs Vasco durante su mandato.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Eduardo Serra
- Cesid
- HB
- Opini¨®n
- VI Legislatura Espa?a
- Congreso Diputados
- Pol¨ªtica defensa
- Senado
- Escuchas telef¨®nicas
- Servicios inteligencia
- Comisiones parlamentarias
- Intromisi¨®n intimidad
- Seguridad nacional
- Legislaturas pol¨ªticas
- Espionaje
- Parlamento
- Partidos pol¨ªticos
- Defensa
- Gobierno
- Fuerzas seguridad
- Sucesos
- Delitos
- Administraci¨®n Estado
- Justicia
- Espa?a