La victoria sobre el tiempo
No creo que haya que perder el tiempo en eufemismos cuando las cartas de la historia est¨¢n ya de sobra echadas en la mesa: Antoni T¨¤pies es, sin duda, uno de los mejores pintores espa?oles de este siglo y una figura insoslayable de la vanguardia europea de la segunda mitad del siglo XX. Conviene empezar por ah¨ª ahora que se presenta en Madrid una muestra individual de su obra reciente, fechada toda ella entre 1995 y 1997. Y si conviene empezar por ah¨ª es porque es la ¨²nica manera de resaltar lo asombroso del asunto, que no es el soberano talento en s¨ª del artista catal¨¢n, sino su corroboraci¨®n actual, su exaltaci¨®n presente. Esto es lo que celebra la exposici¨®n madrile?a: que T¨¤pies sigue plenamente en la brecha y mostrando lo mejor de s¨ª mismo. Asombra ciertamente esta asc¨¦tica vitalidad creadora de T¨¤pies y el esplendor que irradia en el ¨²ltimo trecho de su existencia, que es cuando realmente se hacen las cosas m¨¢s a gusto, con una libertad que no atiende a razones, porque s¨®lo se cuida de s¨ª, de que las cosas fluyan con la naturalidad que merecen. Durante los ¨²ltimos tiempos hemos podido contemplar en Madrid varias y variadas muestras de T¨¤pies, desde las m¨¢s ambiciosas y completas retrospectivas hasta aquellas otras que, como la presente, recogen un muestrario de su trabajo reciente. Pues bien, es a trav¨¦s de estas ¨²ltimas, a veces a partir de una quincena de piezas bien escogidas, pero sin otra red que la potente singularidad de cada una de ellas, como resulta m¨¢s emocionante el vigor y la calidad de T¨¤pies.
Paseando entre los cuadros y esculturas que ahora se exhiben, se percibe el fruto del ensimismamiento del artista, que ha sido necesariamente radical, intransigente. No hay desperdicio, ni acomodo, porque no hay aburrimiento, sino total convicci¨®n, total ilusi¨®n. As¨ª se explica el que nos topemos con alg¨²n cuadro monumental, de rara belleza, como el titulado Visi¨®, pero tambi¨¦n con otras manifestaciones de intensidad, de concentraci¨®n, de refinamiento. Da igual el formato, la materia, el soporte, el tama?o, la t¨¦cnica, el relieve, cuyos registros son adem¨¢s m¨²ltiples, pues, en cada caso, aisladamente, apreciamos la poderosa huella de su autor, su raz¨®n de ser art¨ªstica abrumadora. A estas alturas, esto hace que cada exposici¨®n de T¨¤pies sea mucho m¨¢s que una exposici¨®n: es una ceremonia, un exaltante rito de plenitud, donde el arte se celebra a s¨ª mismo en su victoria sobre el tiempo. Asistir a ello constituye una experiencia ¨²nica y, por tanto, inolvidable.
Babelia
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