Primarias, una reflexi¨®n personal
El ex l¨ªder del PSOE reclama su derecho y deber de opinar acerca de los dos candidatos a las primarias socialistas y mantiene su apoyo a Joaqu¨ªn Almunia, movido por un razonamiento de lo que conviene a Espa?a y al partido.
El Partido Socialista est¨¢ viviendo una magn¨ªfica experiencia con estas elecciones primarias en las que vamos a elegir al candidato a presidir Gobierno de Espa?a. Como toda experiencia nueva, est¨¢ llena de oportunidades; una de ellas es corregir sobre la marcha los fallos que por falta de experiencia vamos cometiendo en el recorrido. Cuando, durante a?os, tuve la ocasi¨®n y la obligaci¨®n de formar equipos para trabajar en las tareas de gobierno y en las del Partido Socialista, cont¨¦ con Joaqu¨ªn Almunia y con Jos¨¦ Borrell. Los dos han ocupado responsabilidades ministeriales y parlamentarias a lo largo de estos a?os de transici¨®n y consolidaci¨®n democr¨¢tica. Los dos han formado parte de la direcci¨®n en el partido, y, en el caso de Joaqu¨ªn, tambi¨¦n en la UGT. Los dos han sido colaboradores valiosos en las tareas encomendadas, porque los dos han sido eficaces en su servicio al Estado, pero, adem¨¢s, porque los dos han sido leales, leales a un proyecto m¨¢s que a una persona, pero leales tambi¨¦n en lo personal. As¨ª es que, si tuvi¨¦ramos de nuevo esa responsabilidad de formar un equipo, contar¨ªa una vez m¨¢s con los dos. Sin embargo, para m¨ª ya pas¨® el tiempo de tomar ese tipo de decisiones. Las circunstancias han cambiado y cualquiera puede comprender que si manifiesto preferencia por uno de los dos como candidato, no me estoy oponiendo al otro. Estoy convencido, adem¨¢s, de que los dos pueden ganar.
Durante 23 a?os me hice cargo de la secretar¨ªa general del PSOE, lo que de hecho significa encabezar la lista del Partido Socialista en las elecciones generales o lo que es lo mismo, la candidatura para presidir el Gobierno. Y fui el candidato desde 1977 a 1996 y el presidente entre 1982 y 1996. Hace 10 meses, cre¨ª llegado el momento de dejar paso a un nuevo secretario general. Con el apoyo y el afecto de muchos compa?eros y compa?eras, de muchos ciudadanos, dej¨¦ esas responsabilidades que podr¨ªamos llamar externas. Pero no dej¨¦ las internas: es imposible, porque esas responsabilidades son las que le acompa?an a uno, junto a sus convicciones, de por vida. Por eso sigo preocup¨¢ndome de mi pa¨ªs y de mi partido. Por ese orden, como siempre, y como de sobra saben todos los que me conocen.
En el ¨²ltimo congreso del Partido Socialista particip¨¦ en la elecci¨®n de un nuevo secretario general. Apoy¨¦ con mi voto a Joaqu¨ªn Almunia. Y particip¨¦ en la elecci¨®n de una nueva direcci¨®n ejecutiva: apoy¨¦ a Jos¨¦ Borrell. Cre¨ª y creo que fue una decisi¨®n correcta, que me llen¨® de satisfacci¨®n por la confianza que me inspiran Joaqu¨ªn Almunia como coordinador del equipo y Jos¨¦ Borrell como miembro del mismo.
Con ocasi¨®n del debate que ha suscitado la celebraci¨®n de estas primarias, oigo valoraciones sobre la proximidad o la lejan¨ªa de cada uno de los dos respecto a eso que llaman "el aparato". Son valoraciones que me producen una cierta confusi¨®n, como me la produce el uso del t¨¦rmino "aparato" como arma pol¨ªtica (?arrojadiza?). Desde luego, en lo que yo recuerdo, ninguno de los dos ha sido militante del aparato, si por ello se entiende una especie de "escaladores" en el seno del partido. En realidad, sucede justo al contrario: los dos han alcanzado su mayor proyecci¨®n en las organizaciones socialistas como consecuencia de sus tareas de servicio a la sociedad. Tampoco alcanzo a comprender la disputa sobre la mayor o menor dosis de "felipismo" de cada candidato. Si la memoria no me falla, ninguno de los dos ha sido "felipista", precisamente porque los dos han sido leales al proyecto que transform¨® la realidad interior de Espa?a y su proyecci¨®n internacional. Definir una ¨¦poca como "felipismo" es una maniobra irracional e injusta de los de siempre. Una maniobra de poco calado, la verdad, porque sus autores, sin pretender favorecernos en su intenci¨®n, lo hacen en su torpeza, como van demostrando los hechos y como se ver¨¢ con m¨¢s nitidez cuando se tenga una mayor perspectiva sobre este singular periodo de la vida de Espa?a.
As¨ª las cosas, cuando a principios de este a?o decid¨ª que lo m¨¢s conveniente era no concurrir como candidato del partido a las elecciones generales, declar¨¦ que apoyaba la candidatura de Joaqu¨ªn Almunia a la presidencia del Gobierno, como la mejor alternativa a la derecha en el poder. Las dos razones b¨¢sicas que me movieron a declararlo as¨ª cuando me fue requerido son las que ahora mantengo.La primera, y sin duda principal, es la consideraci¨®n de su val¨ªa, de su experiencia, de su serenidad y sentido de Estado, imprescind¨ªbles para ejercer esa alta responsabilidad. La segunda, menos trascendente, nace de mi experiencia dentro y fuera de Espa?a. Una experiencia que me lleva a la convicci¨®n de que hacer coincidir el liderazgo institucional, y por lo tanto social, con el liderazgo del partido, es en caso de aspirar a la presidencia del Gobierno la f¨®rmula m¨¢s operativa, la m¨¢s ¨²til a los intereses generales. Esta reflexi¨®n no es s¨®lo consecuencia de mi experiencia personal, sino la de otros gobernantes como el ex canciller alem¨¢n Helmut Schmidt, que en alguna ocasi¨®n me confi¨® las dificultades que le supon¨ªa el que dos personas distintas se ocuparan de esas responsabilidades y hasta que punto valora como el m¨¢s serio de los posibles un modelo de liderazgo unificado.
El caso es que en ¨¦sas est¨¢bamos cuando hace algunas semanas a Joaqu¨ªn Almunia se le ocurri¨® aplicar el m¨¦todo de primarias tambi¨¦n a quien encabezara a los socialistas en las pr¨®ximas generales. Lo hizo aunque no estaba obligado a ello, pues el ¨²ltimo congreso del partido hab¨ªa limitado la exigencia de aplicaci¨®n de este sistema a otras candidaturas.
Debo reconocer que Joaqu¨ªn me sorprendi¨®. Que se trata de una sorpresa positiva no me oculta que, en realidad, despu¨¦s de tantos a?os de trabajos y amistad compartidos, no conoc¨ªa a Joaqu¨ªn tanto como cre¨ªa. Desde el primer momento, percib¨ª que todo eran, ventajas en su propuesta, aunque como toda propuesta nueva genere m¨¢rgenes de incertidumbre. Pero justamente ¨¦sa es la grandeza de la democracia y del voto.
Lo ¨²nico que me incomoda de estas primarias y que me parece an¨®malo es que todo el mundo pueda opinar y explicar sus razones, tanto dentro como fuera de nuestras filas, pero haya quien ponga pegas y reparos para que alguno de nosotros lo expresemos. No lo entiendo, no lo acepto y, por ello, quiero cumplir con mi derecho, y con mi deber, de opinar. La verdad es que resulta un poco rid¨ªculo que muchos compa?eros y companeras me pregunten personalmente qu¨¦ voy a hacer y por qu¨¦ en estas primarias y, sin embargo, deba ser conocido a trav¨¦s de declaraciones de terceros.
Y lo que quiero decir es que mi estima personal y pol¨ªtica por Joaqu¨ªn Almunia ha crecido con su propuesta de primarias. De modo que mi opini¨®n sobre lo adecuado de su candidatura se refuerza. Y esa opini¨®n es compatible con el hecho de que tambi¨¦n haya crecido estos d¨ªas mi estima por Jos¨¦ Borrell, porque creo que ha hecho muy bien present¨¢ndose, aprovechando el espacio de libertad que ha abierto esta propuesta y dando una batalla leal para competir.
Joaqu¨ªn Almunia nos ha dado una buena lecci¨®n de generosidad, esp¨ªritu abierto a la participaci¨®n democr¨¢tica y capacidad para abrir un nuevo espacio en el cerrado mundo de la pol¨ªtica espa?ola. Joaqu¨ªn asume el riesgo de perder, cuando no ten¨ªa ninguna necesidad de correr el riesgo, y eso muestra su talante m¨¢s que mil explicaciones. Pero gana en todo lo dem¨¢s, y a¨²n m¨¢s si gana: legitimaci¨®n propia, liderazgo en el partido y en la sociedad. Ocurra lo que ocurra, como dec¨ªa don Quijote a Sancho: "Nadie podr¨¢ negarle la nobleza del empe?o". Con su gesto y con su actitud, tambi¨¦n gana Borrell, quien m¨¢s all¨¢ del resultado se convierte en una referencia que se corresponde con su val¨ªa personal y pol¨ªtica. En cierto modo, es lo que dec¨ªa a voces un grupo de j¨®venes en Sevilla, "Almunia, Borrell, juntos al poder", en una curiosa s¨ªntesis que recorre la mente de muchos afiliados y simpatizantes. Estoy convencido de las ventajas de estos dos candidatos sobre sus competidores, sean ¨¦stos los que sean cuando se celebren las esperadas primarias del PP. Pero si no se atrevieran a realizarlas, como creo que ser¨¢ el caso, m¨¢s convencido estoy a¨²n de su ventaja si enfrente encuentra la candidatura de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Esta propuesta de Joaqu¨ªn Almunia de someterse a primarias nos da el derecho a elegir con nuestro voto entre ¨¦l y Jos¨¦ Borrell. Yo voy a mantener mi posici¨®n de apoyo a la candidatura de Joaqu¨ªn. Como en tantas otras ocasiones, me mueve ante todo el razonamiento de lo que ser¨¢ mejor para Espa?a, pero tambi¨¦n de lo que m¨¢s beneficiar¨¢ al partido al que pertenezco.
El caso es que los dos pueden ganar estas primarias. En eso consiste la grandeza de la democracia. Y ambos pueden ganar las elecciones generales. Y, tal como se est¨¢n haciendo las cosas, los dos saldr¨¢n reforzados, tanto como el Partido Socialista. Votar¨¦ a Joaqu¨ªn y, sea cual sea el resultado, seguir¨¦ a disposici¨®n de mi partido.
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