Fusilados en Ruanda ante decenas de miles de espectadores 22 condenados por el genocidio
No hubo piedad. Las autoridades ruandesas desoyeron las peticiones de clemencia encabezadas por Juan Pablo II y el secretario general de la ONU, Kofi Annan. Los primeros 22 condenados por el genocidio de 1994 fueron pasados ayer por las armas en Kigali, la capital, y en otros cuatro lugares especialmente castigados por las matanzas que acabaron en tres meses con 800.000 personas, tuts¨ªs en su mayor parte. Vestidos con el uniforme rosa de los presidiarios ruandeses y una capucha negra cubri¨¦ndoles la cabeza, los 22 reos fueron fusilados ante decenas de miles de personas.
Hombres, mujeres y ni?os abarrotaron ayer el tapiz rojo, un campo de f¨²tbol situado junto al estadio de Nyamirambo, en Kigali, la capital ruandesa, para contemplar la ejecuci¨®n p¨²blica de tres hombres y una mujer. La polic¨ªa cache¨® a cada espectador para impedir que se tomaran im¨¢genes del "escarmiento publico". Numerosos supervivientes y familiares de las v¨ªctimas de las matanzas desencadenada por extremistas hutus presenciaron el "macabro espect¨¢culo", como fue calificado por Amnist¨ªa In ternacional, que hizo ayer un llamamiento a la comunidad internacional para que presione al Gobierno ruand¨¦s y se ponga fin a esa "parodia de justicia". Organizaciones de derechos humanos denunciaron el "car¨¢cter sumario" y la falta de garant¨ªas de los juicios que condenaron por preparar y ejecutar el genocidio. La muchedumbre prorrumpi¨® en gritos y aplausos cuando el pelot¨®n de ejecuci¨®n, a corta distancia, dispar¨® sus kal¨¢shnikovs contra los reos, que llevaban prendida al pecho una cinta blanca con una diana. Entre los ajusticiados en Kigali figuraban Silas Munyagishali, antiguo fiscal de la capital, y Froduald Karamira, ex vicepresidente del Movimiento Democr¨¢tico Republicano, considerado por la justicia ruandesa como el principal ide¨®logo de Poder Hutu, la tendencia extremista que azuz¨® el odio para exterminar a los tutsis y los hutus que pretend¨ªan compartir el poder con ellos. Precisamente en el estadio de Nyamirambo, Karamira pronunci¨® en octubre de 1993 un virulento dis curso antitutsi. A pesar de la capucha, Karamira fue reconocido por la muchedumbre y su muerte fue saludada con entusiasmo.
A las ejecuciones en la capital ruandesa no asistieron representantes del Gobierno, que prest¨® o¨ªdos sordos a todas las peticiones que llovieron sobre Ruanda -incluso desde el Departamento de Estado nortemericano- para que suspendiera las ejecuciones. "Estamos desolados por estas ejecuciones. Esto es revancha, no justicia", proclam¨® un portavoz de Amnist¨ªa Internacional. El ministro ruand¨¦s de Justicia, Faustin Ntezilyayo, por su parte, celebr¨® la aplicaci¨®n de la pena capital porque demuestra que "la justicia ha empezado a funcionar". Mientras en las c¨¢rceles ruandesas se hacinan y esperan juicio 130.000 sospecho sos de haber tomado parte en el genocidio, el Gobierno ruand¨¦s espera que los fusilamientos de ayer, primeros que se aplican, sirvan de advertencia "contra la impunidad" y env¨ªen un "mensaje n¨ªtido" a las guerrillas hutus que operan en el noroeste y en el centro del pa¨ªs.
Las ejecuciones se cumplieron ayer, adem¨¢s de en Kigali, en diferentes lugares del peque?o pa¨ªs especialmente castigados por las matanzas: Gikongoro, Murambi, Cyasemakamba y Nyamata, uno de los santuarios del genocidio, en cuya iglesia fueron exterminados a machetazos centenares de tutsis. "Esta es una forma digna y r¨¢pida de morir comparada con la que sufrieron muchos de los nuestros: desnudos, a machetazos y lentamente", relat¨® uno de los espectadores.
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