Irlanda del Norte y nosotros
El acuerdo sobre Irlanda del Norte entre los Gobiernos de Gran Breta?a e Irlanda, austeramente titulado The Agreement y apoyado por los negociadores de los principales partidos del Ulster, es un extraordinario ejemplo de ingenier¨ªa pol¨ªtica y constitucional, cuya lectura recomiendo calurosamente a todos los interesados en el tema y, sobre todo, a los que buscan similitudes o alejamientos entre los problemas de Irlanda del Norte y los de Euskadi. Al terminar su lectura, me he reafirmado en mi convicci¨®n de que los que en nuestro pa¨ªs consideran que el acuerdo sobre Irlanda del Norte es de aplicaci¨®n casi literal a la situaci¨®n de Euskadi est¨¢n tan fuera de juego como los que opinan lo contrario, o sea, que las dos situaciones no tienen nada que ver entre s¨ª. Porque lo cierto es que tienen que ver y mucho, pero no en sus t¨¦rminos estrictos, no en su literalidad ni en su contexto. La discusi¨®n sobre el futuro de Euskadi y sus relaciones con el resto de Espa?a est¨¢ demasiado condicionada por la inmediatez, por la presi¨®n cotidiana del terrorismo y por los intereses electorales, mientras que el acuerdo sobre Irlanda del Norte se basa en una concepci¨®n muy amplia del escenario pol¨ªtico real, que es el de la dimensi¨®n europea del asunto. La primera gran pista se encuentra inmediatamente, casi al empezar la declaraci¨®n de apoyo de los partidos y en el primer p¨¢rrafo de los temas constitucionales: el anterior acuerdo global entre los Gobiernos de Gran Breta?a e Irlanda se denominaba Anglo-Irish Agreement y el actual se denomina British-Irish Agreement. La dimensi¨®n inglesa se ha convertido en brit¨¢nica por la raz¨®n simple y trascendental de que Inglaterra es ahora una parte m¨¢s de un conjunto en el que est¨¢n, en r¨¦gimen de autonom¨ªa, Escocia, Pa¨ªs de Gales, la isla de Man y las islas del Canal, y ¨¦ste es el conjunto en el que se integra ahora Irlanda del Norte en pie de igualdad. Desaparece, pues, la relaci¨®n casi colonial entre Inglaterra e Irlanda del Norte, que hab¨ªa provocado la polarizaci¨®n de la sociedad de Irlanda del Norte en dos extremos, el ingl¨¦s y el irland¨¦s, y se crea una situaci¨®n constitucional nueva en la que Irlanda del Norte pasa a formar parte de un sistema brit¨¢nico pr¨®ximo a nuestro Estado de las autonom¨ªas, aunque menos desarrollado.
Como miembro de dicho sistema, a Irlanda del Norte se le dota de instituciones pol¨ªticas propias, como una Asamblea de 108 miembros elegidos por sistema proporcional y la ley D'Hondt, como en nuestro pa¨ªs, y un Gobierno con poderes y competencias igualmente parecidos a los de nuestras comunidades aut¨®nomas, aunque menos amplios. Todo ello sujeto al principio de la representaci¨®n proporcional de las dos comunidades, la protestante y la cat¨®lica. Pero, para dar m¨¢s estabilidad, m¨¢s solidez y m¨¢s apoyo al nuevo sistema, se crean una serie de v¨ªnculos institucionales que conectan directamente a Irlanda del Norte con los dos pa¨ªses de referencia: el Reino. Unido de Gran Breta?a, al que pertenece, e Irlanda, a la que puede pertenecer seg¨²n vayan las cosas, como veremos luego. Estos v¨ªnculos son, en primer lugar, el Consejo Ministerial Norte-Sur, formado por los m¨¢ximos representantes de los Gobiernos de Irlanda e Irlanda del Norte; en segundo lugar, el Consejo Brit¨¢nico-Irland¨¦s, formado por los m¨¢ximos representantes de los Gobiernos de Gran Breta?a e Irlanda y de las instituciones auton¨®micas de Irlanda del Norte, Escocia, Gales, la isla de Man y las islas del Canal, y, en tercer lugar, una Conferencia Intergubernamental Brit¨¢nico-Irlandesa, formada, como su nombre indica, por representantes de los dos Gobiernos. Las tres instituciones tienen un mismo objetivo: cooperar en el desarrollo de los temas comunes y en la soluci¨®n de los problemas conjuntos.
La idea es, pues, perfectamente clara: frente a los que en Irlanda del Norte propugnan su pertenencia indiscutible a un Reino Unido concebido como una Inglaterra centralizada y los que propugnan su uni¨®n a Irlanda, el acuerdo actual diluye ambas dimensiones y crea un espacio nuevo basado en la organizaci¨®n del Reino Unido en varias autonom¨ªas y en la cooperaci¨®n creciente de Gran Breta?a e Irlanda. Si esto tiene ¨¦xito, la polarizaci¨®n actual entre unos protestantes que quieren ser ingleses y unos cat¨®licos que se quieren unir a la cat¨®lica Irlanda dejar¨¢ de tener sentido porque unos y otros se mover¨¢n en un espacio que ser¨¢ a la vez brit¨¢nico e irland¨¦s y en el que habr¨¢n m¨²ltiples v¨ªas para que cada uno se pueda mover en la direcci¨®n que prefiera.
Pero el acuerdo va m¨¢s all¨¢ y, en un gesto aparentemente audaz, acepta el principio de la autodeterminaci¨®n: Irlanda del Norte forma parte hoy por hoy de Gran Breta?a, pero se puede incorporar a Irlanda si as¨ª lo decide la mayor¨ªa de los ciudadanos de ambas Irlandas, la del Sur y la del Norte. Basta ver, sin embargo, la estructura real del nuevo espacio creado por el acuerdo para ver que este presunto derecho de autodeterminaci¨®n queda reducido en la pr¨¢ctica a papel mojado. ?Qu¨¦ sentido tendr¨¢, por ejemplo, incorporarse a Irlanda cuando ambos pa¨ªses, Gran Breta?a e Irlanda, forman parte de un espacio pol¨ªtico y econ¨®mico cada vez m¨¢s compartido y, sobre todo, cuando ambos est¨¢n inmersos en un proceso de integraci¨®n creciente en una Uni¨®n Europea que va hacia la moneda ¨²nica y hacia la total superaci¨®n de las actuales fronteras? ?Qu¨¦ sentido tiene, en definitiva, intentar obtener con la mano izquierda una nueva soberan¨ªa cuando a los dos d¨ªas se tendr¨¢ que entregar esta misma soberan¨ªa a la Uni¨®n Europea con la mano derecha?
?ste es, a mi entender, el fondo pol¨ªtico y constitucional del acuerdo sobre Irlanda del Norte. Por esto creo que tiene mucho que ver con la cuesti¨®n de Euskadi en nuestro pa¨ªs, pero no por lo que dicen los nacionalistas que ven mimetismos entre una situaci¨®n y la otra ni por lo que dicen los que no ven ninguna relaci¨®n. Hoy no es posible enfocar estos problemas sin tener en cuenta la futura y casi inmediata dimensi¨®n europea, que reducir¨¢ a la nada conceptos trascendentales como los de soberan¨ªa y derecho de autodeterminaci¨®n. Por esto creo que dentro de unos anos parecer¨¢ ins¨®lito que hoy estemos agarrotados por tanta sinraz¨®n y tanto primitivismo pol¨ªtico-ideol¨®gico, porque el espacio que ahora intentan crear brit¨¢nicos e irlandeses, nosotros ya lo tenemos pr¨¢cticamente en marcha y basta abrir bien los ojos para captarlo.
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