Reparto de papeles
PARA GANAR las elecciones, el candidato socialista Jos¨¦ Borrell necesita un partido cohesionado, y esto pasa hoy por la continuidad de Joaqu¨ªn Almunia en la secretar¨ªa general. Cualquier otra soluci¨®n ser¨ªa desestabilizadora para el PSOE. Sobre todo ahora que va a entrar en un amplio proceso de primarias para elegir a sus candidatos en 13 comunidades aut¨®nomas, 52 capitales de provincias y varias ciudades de m¨¢s de 100.000 habitantes.A Almunia se le plantea un dilema entre la coherencia personal y la responsabilidad pol¨ªtica. Su compromiso de dimitir si no sal¨ªa elegido era incoherente con el sentido de las primarias, y as¨ª pareci¨® aceptarlo el propio Almunia, que no volvi¨® a utilizarlo como argumento durante la campa?a. Si dimitiera ahora, estar¨ªa trazando ese camino a los dirigentes de las autonom¨ªas y municipios que se presenten a sus respectivas primarias y no resulten elegidos. O bien, a no presentarse como candidatos para evitar desestabilizar sus federaciones.
Lo m¨¢s razonable es buscar un equilibrado reparto de responsabilidades. Almunia no puede convertirse de pronto en un mero secretario de organizaci¨®n, pero tampoco la actual Ejecutiva puede pretender que Borrell sea un simple actor que recita el gui¨®n que se le ha fabricado. Si se fuera a un congreso, significar¨ªa que no ha sido posible el entendimiento entre ambos, por lo que ser¨ªa seguramente un congreso polarizado entre dos alternativas excluyentes. Por supuesto, un acuerdo no es un tr¨¢gala. Ignorar los resultados del d¨ªa 24 ser¨ªa suicida para la direcci¨®n, que apost¨® casi un¨¢nimemente por el perdedor; pero nada indica que el resultado hubiera sido el mismo si el objetivo hubiera sido elegir al secretario general, y no espec¨ªficamente al candidato. En la duda es siempre preferible atenerse a lo seguro: Borrell ha sido elegido candidato y Almunia secretario general. Adem¨¢s, coincide que las caracter¨ªsticas de ambos son complementarias. La audacia de Borrell resulta m¨¢s eficaz si se equilibra con la seguridad de Almunia. Si el candidato quiere demostrar que es falsa la imagen de arrogancia y de individualismo que le han atribuido sus enemigos, tiene ahora ocasi¨®n de hacerlo.
Para evitar malentendidos, lo mejor es eliminar cualquier sobreentendido: Almunia present¨® ayer una propuesta de reparto de funciones cuyos ejes son que el programa lo marca el partido y la l¨ªnea de oposici¨®n el grupo parlamentario. Ambas son coherentes con los estatutos y el significado de las primarias -en las que los aspirantes deb¨ªan atenerse a la l¨ªnea marcada en el congreso-; pero Borrell reclama con l¨®gica al menos un papel de coordinaci¨®n en ambos casos. El resultado del viernes da ocasi¨®n para corregir lo que se hizo mal tras el 34? Congreso, cuando se prescindi¨® de personas valiosas por cuestiones de sinton¨ªa grupal o sectarismo antes que por razones pol¨ªticas o de val¨ªa personal; el caso del propio Borrell fue el m¨¢s clamoroso. Las elecciones no se ganan en la campa?a, o no s¨®lo en ella, sino en la pol¨ªtica que se despliegue desde la oposici¨®n. Ser¨ªa l¨®gico que quien est¨¢ destinado a medirse pronto con Aznar pueda tener algo m¨¢s que voz a la hora de plasmar esa pol¨ªtica de oposici¨®n. El programa electoral no es lo mismo que la l¨ªnea pol¨ªtica, aunque debe estar en el marco de ¨¦sta.
Borrell ha entrado muy fuerte en algunos asuntos. La respuesta que ha dado a los comentarios de Pujol contrasta con el temor de otros a ofender al posible aliado; pero sostener que marcar distancias ideol¨®gicas con los nacionalistas impedir¨¢ pactar con ellos es una suposici¨®n no avalada por la experiencia reciente: Aznar es la prueba. E incluso podr¨ªa mantenerse que una cierta resistencia a las pretensiones nacionalistas no s¨®lo no perjudica, sino que favorece la claridad de eventuales pactos poselectorales y limita los riesgos desestabilizadores de ciertos pactos sin principios. Y las ofertas de colaboraci¨®n dirigidas a IU no son muy diferentes de las adelantadas por Almunia con su consigna de la causa com¨²n. En el marco de las resoluciones del congreso cabe modular una l¨ªnea de oposici¨®n m¨¢s cercana a la sensibilidad del candidato, avalado por ese 55% de la militancia. Pero lo normal es que la ¨²ltima palabra corresponda a los ¨®rganos elegidos en el congreso. Otra cosa ser¨ªa confusa y propensa al conflicto.
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