No es esto, no es esto
En el Palacio de la madrile?a Carrera de San Jer¨®nimo hemos asistido recientemente a dos representaciones esperp¨¦nticas. Una como consecuencia de haberse descubierto las actuaciones del Cesid en Euskadi, espiando a Herri Batasuna, y otra en la que se pretend¨ªa conocer el alcance y contenido de una entrevista que el actual vicepresidente primero del Gobierno, se?or ?lvarez Cascos, mantuvo en el despacho del periodista Pedro J. Ram¨ªrez con el abogado del polic¨ªa Amedo, condenado a varios a?os de prisi¨®n por los tribunales pero que disfruta de m¨¢s libertad que un gorri¨®n en pleno campo. Compareci¨® ante la Comisi¨®n de Defensa el ministro Serra para explicar lo inexplicable: el por qu¨¦ de la presencia de miembros del Cesid en un piso cercano a la sede de HB espiando lo que all¨ª se hac¨ªa a trav¨¦s del pinchazo telef¨®nico. Los esp¨ªas fueron descubiertos y el ministro de Defensa, se?or Serra, tuvo que acudir al Congreso a dar explicaciones. Uno piensa que un servicio de inteligencia, un servicio de informaci¨®n, en definitiva, un servicio de espionaje, tiene que ser, por definici¨®n secreto. Ni se deben airear sus ¨¦xitos ni se deben conocer sus fracasos. Y cuando en alguna de sus actuaciones sus miembros son cogidos con "las manos en la masa" las destituciones fulminantes se han de producir de inmediato y sin m¨¢s contemplaciones, si es que los m¨¢ximos responsables no han presentado su dimisi¨®n. Hace tiempo que el Cesid viene estando presente, de forma reiterada, en las p¨¢ginas de los peri¨®dicos. Baste recordar el caso del coronel Perote que se llev¨® una cantidad de documentos del servicio secreto, algunos de los cuales fueron aireados en los medios de comunicaci¨®n. Sin embargo, este esc¨¢ndalo no sirvi¨® para proceder a una remodelaci¨®n, a una renovaci¨®n de este servicio. Ni la llev¨® a cabo el Gobierno socialista, ni tampoco el actual Gobierno del Partido Popular. Ellos sabr¨¢n por qu¨¦. Naturalmente, la comparecencia del ministro Serra en el Congreso no pod¨ªa servir para otra cosa que para poner en evidencia la desastrosa situaci¨®n en que se encuentra el servicio de inteligencia espa?ol. La sesi¨®n fue pat¨¦tica. El vicepresidente ?lvarez Cascos, a petici¨®n de Izquierda Unida, acudi¨® a la Comisi¨®n Constitucional para dar cuenta de la reuni¨®n que mantuvo, cuando el Partido Popular estaba en la oposici¨®n, con el abogado del polic¨ªa Amedo en el despacho del periodista Pedro J. Ram¨ªrez y si en la misma se hab¨ªa comprometido a conceder alg¨²n trato de favor al se?or Amedo en el caso de que el PP llegase al Gobierno. Naturalmente, el vicepresidente primero neg¨® de plano haber adquirido cualquier compromiso. ?Qu¨¦ iba a responder, si no? Y la sesi¨®n se convirti¨® en un rifirrafe entre populares y socialistas en la que, en ocasiones, en lugar de ser la oposici¨®n -el PSOE- quien trataba de ejercer la labor parlamentaria de controlar al gobierno -el PP- era ¨¦ste, a trav¨¦s de su vicepresidente se?or ?lvarez Cascos, el que se dedicaba a ejercer el control de la oposici¨®n socialista. Unas cuantas horas de reproches mutuos entre los dos grandes partidos mientras que los grupos minoritarios trataban de hacerse o¨ªr en medio de este fuego cruzado. Como no era dif¨ªcil imaginar, la comparecencia del se?or ?lvarez Cascos sirvi¨® de bien poco y no aclar¨® nada. Se dijeron unos a otros las cosas que ten¨ªan ganas de decirse, se sacaron a relucir cuestiones que est¨¢n, ya, en manos de la justicia, quedaron encantados de haberse conocido, se anunci¨® por parte del grupo socialista que volver¨ªan a encontrarse para hablar de lo mismo, fu¨¦ronse y no hubo m¨¢s nada. ?Sirvieron de algo estas sesiones parlamentarias? De momento, lo que uno advierte es que ha servido para crear divisiones entre algunos grupos de opinadores, muy compactos y unidos en su cr¨ªtica a los socialistas cuando ¨¦stos estaban en el Gobierno, tratando de allanar el camino para que el se?or Aznar llegase a la Moncloa. Pasados dos a?os de Aznar en el poder, algunos comienzan a decir "no es esto, no es esto". Incluso hay quien acusa ahora, a Aznar, de haberse olvidado de su programa electoral en orden a la regeneraci¨®n democr¨¢tica. Otros tratan de salvar a Aznar como pueden. Y es que durante los dos ¨²ltimos a?os de gobierno socialista, tanto estos opinadores como los pol¨ªticos del Partido Popular, llevaron a cabo una campa?a de acoso y derribo contra el PSOE tan virulenta y crispada, pensando que cuando Aznar llegase al poder las cosas iban a cambiar rotundamente y la pol¨ªtica a dar un giro de 180 grados, que se han quedado defraudados a la vista de lo que est¨¢ sucediendo. Parece ser que no es lo que esperaban. ?Y qu¨¦ esperaban?
Francesc de P. Burguera es periodista.
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