Alfaro
MIQUEL ALBEROLA En muchos parques y jardines de Europa los adolescentes juegan por primera vez al amor bajo las generatrices p¨²blicas de Andreu Alfaro y levantan el vuelo con sus alas minerales hasta no poder disociar la pasi¨®n de estas formas de erotismo geom¨¦trico. En las plazas de muchas ciudades europeas, los reci¨¦n casados se fotograf¨ªan ante la vegetaci¨®n met¨¢lica de Alfaro para el ¨¢lbum de boda. Se trata de uno de los escenarios preferidos por los novios para sellar su compromiso de fecundidad con el acero concebido por este escultor tan feraz, que lleva cerca de cuarenta a?os produciendo belleza en su taller. En las puertas y techos de muchos bancos, f¨¢bricas y entidades europeas y americanas hay realizaciones de este forjador, que aprendi¨® filosof¨ªa en el arte de algunos matarifes, que son sentidas como s¨ªmbolos de protecci¨®n financiera por ejecutivos, que a menudo no cierran una operaci¨®n sin haber meditado en silencio con la mirada clavada en el reflejo inoxidable de estos monumentos. En algunos aeropuertos y estaciones de tren o de metro los viajeros inician sus desplazamientos con una libaci¨®n mental ante las figuras proyectadas por este valenciano universal para que no les llegue la hora antes que el destino y les salgan las cuentas al final del d¨ªa. La obra p¨²blica de Alfaro se ha convertido en mucho m¨¢s que mera escultura. Hoy son referencias de culto en paisajes interiores en los que el usuario esculpe su esperanza concreta y deposita su fe. A partir de aqu¨ª el arte deja de ser objeto y est¨¢ en la sustancia y los jugos de uno mismo. Quiz¨¢ por ello los ataques que ha sufrido la obra de Alfaro en su ciudad por parte de los intolerantes han sido tan contundentes. Algunos de los que entonces negaron su obra, ahora simplemente niegan al autor. Otros, en cambio, han decidido empezar a reconocer su trabajo y, pese a las reticencias que les crea su figura de hombre comprometido, ya casi le consideran tan interesante como Lladr¨®. De cualquier modo, estos d¨ªas la sala de exposiciones de L"Almod¨ª, en Valencia, re¨²ne 65 de estos proyectos p¨²blicos a trav¨¦s de las maquetas y bocetos que fueron el embri¨®n de lo que forma parte de muchos ciudadanos sin prejuicios.
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