Otro brote de talento

La ficci¨®n novelesca, un poco plana y esquem¨¢tica, que cuenta Mensaka podr¨ªa haber dado lugar a una pel¨ªcula de parecida condici¨®n, pero no ha sido as¨ª: la imagen multiplica el corto alcance de la an¨¦cdota. En la pantalla, la endeble historia adquiere fuerza, variedad y riqueza, porque la tienen sus personajes tal como est¨¢n encarnados por sus int¨¦rpretes. Una trama argumental de escaso fuste es convertida por un guionista claro y generoso en una buena percha libre, que deja abierto el relato a que lo empujen desde dentro los int¨¦rpretes y saquen de ¨¦l incluso lo que no tiene, conducidos por un director igualmente transparente y generoso, que no los reduce a prolongaciones suyas o a marionetas de una petulante pretensi¨®n de estilo, sino que les da la iniciativa creadora para que sean ellos quienes despierten emoci¨®n y la conduzcan.Dice, y dice bien, Garc¨ªa Ruiz que concibi¨® e hizo Mensaka como pel¨ªcula de actores, y ahora, ya hecha y vista desde fuera, queda a?adir que -no pod¨ªa funcionar esa su idea de otra manera- de magn¨ªficos actores, porque lo que ¨¦stos hacen, y hacen mejor que bien, no es f¨¢cil de hacer. De otra manera no hubiera sido posible la fuerte sensaci¨®n de solvencia que despide, incluso cuando balbucea, una pantalla hecha por novatos o casi novatos. En el cine espa?ol reciente est¨¢n surgiendo un buen n¨²mero de pel¨ªculas de esta especie iniciadora del despertar de uno o varios talentos, pero muy pocas son convincentes. La mayor¨ªa es ganga, morralla, pero Mensaka, en cambio, es una de esas raras primeras pel¨ªculas que no lo parece, que viaja apoyada por un equipaje de buen oficio, por lo que logra convertir en virtudes de llegada sus defectos, como esa aludida cortedad de la peripecia argumental, de partida.

Sencillez

La clave de esta conversi¨®n en Mensaka de la ganga en oro est¨¢ en la construcci¨®n -desvelada por Garc¨ªa Ruiz con mirada limpia y directa, con sencillez y sin los habituales bailes de san Vito de la c¨¢mara, es decir: lejos del gestualismo amanerado en boga dentro del cine de o sobre j¨®venes- de los personajes por una decena de int¨¦rpretes casi aprendices bien conjuntados e interrelacionados por el director, entre los que hay dos actores (Gustavo Salmer¨®n y Trist¨¢n Ulloa) y dos actrices (Laia Marull y Lola Due?as) que se salen de la pantalla y forman en la memoria de ella un cuarteto de rostros con calidades que nos ponen ante el asombro. Es el caso de Lola Due?as, que compone desde dentro, sin acudir a la menor explicitud, un dif¨ªcil personaje a la deriva, y le basta para transmitirnos su dolor y su enigma la primera escena en que aparece. Y el de Laia Marull, que hace que su Beatriz convenza y conmueva sin esfuerzo, a la manera de una fascinante desconocida a la que, viendo la facilidad, la hondura y la luminosidad con que su rostro se abre ante la indagaci¨®n de la c¨¢mara, se tiene al verla actuar por primera vez la inexplicable impresi¨®n no de descubrir, sino de recordar.Basta este estallido de nombres -un nuevo director con pulso recio y varios int¨¦rpretes desvelados por su solvencia- con armas y ganas de abrir caminos en el cine espa?ol que viene, para que Mensaka no s¨®lo sea una pel¨ªcula viva, sino necesaria, el veh¨ªculo de otro brote -y no abundan tanto como el optimismo ingenuo cree- de verdadero talento en la plaga de simulaciones de talento que pringan de confusi¨®n la salida a la luz de nuevas gentes que aguardan su hora de dar lo que llevan dentro a nuestras pantallas.

Para el director de esta buena pel¨ªcula y sus magn¨ªficos -es en este apartado donde m¨¢s singulares hallazgos ocurren en nuestro cine reciente- int¨¦rpretes, parece que esta hora les acaba de llegar.