En el laberinto del desastre
Los denodados esfuerzos por frenar la riada t¨®xica a las puertas del parque
En Villafranco del Guadalquivir es tiempo de volear las semillas en los arrozales. Pero los agricultores ya no tienen que mojarse hasta las rodillas para hacerlo. Desde primera hora de la ma?ana, dos avionetas pasan una y otra vez por las parcelas encharcadas soltando su cargamento de semillas y abonos. Una perspectiva privilegiada para reconstruir el laberinto de diques, canales y compuertas que ha frenado la riada t¨®xica en las puertas del ?coraz¨®n de Do?ana?, en palabras de la ministra Isabel Tocino.A ras de suelo lleva su tiempo solucionar el rompecabezas en el que est¨¢ aprisionada el agua rica en minerales pesados. Un rastro de bolsas de basura cada 50 metros anuncia la llegada a Entremuros, una extensi¨®n de 10 kil¨®metros por uno de anchura, limitado por dos paredes que han encauzado el desastre. En las bolsas, los cad¨¢veres de barbos, albures y carpas imponentes confirman las fronteras de la tragedia, aunque aqu¨ª, a m¨¢s de 50 kil¨®metros de las minas, el lodo no ha te?ido de negro el paisaje.
?Es normal que a esto se le d¨¦ mucho bombo, pero de la mina dependen las familias de 500 hombres?, dice ?ngel, mientras recoge una anguila entre los juncos. A la mayor¨ªa los conoce, porque tanto ¨¦l como su compa?ero de cuadrilla son de Aznalc¨®llar, el pueblo que ha dado nombre a la tragedia ecol¨®gica.
Cincuenta hombres se distribuyen en parejas a lo largo del canal. El pasado lunes por la ma?ana estaban quitando matorrales en la sierra. Por la tarde, en las aguas del Guadiamar, con mascarillas y con herramientas apresuradas para ensartar peces muertos. ?Yo he atado un cuchillo para cortar esp¨¢rragos al palo, otros le han quitado la red a un cazamariposas?, aclara ?ngel.
?Todav¨ªa no tenemos los resultados, pero los peces han podido morir por falta de ox¨ªgeno, por el gran n¨²mero de part¨ªculas en suspensi¨®n?, explicaba, sobre el muro, Manuel Rend¨®n, director en funciones del parque natural, a Richard Boudreaux, corresponsal de Los Angeles Times.
Rend¨®n es el conservacionista de Laguna de Fuente de Piedra, en M¨¢laga, pero los naturalistas de la zona se han prestado para dar un descanso a los responsables de Do?ana. Lo que no cesa es la marea de periodistas extranjeros. ?Por aqu¨ª han pasado alemanes, canadienses, ingleses, hasta un mexicano?, enumera Paco Lucas, que coordina el ir y venir de 10 tra¨ªllas, cuatro tractores oruga y cinco retroexcavadoras que levantan el cuarto muro sobre el canal de Aguas M¨ªnimas. ?El tercer d¨ªa encargu¨¦ arroz para mis hombres, que llevaban tres d¨ªas sin comer caliente, y al final invit¨¦ tambi¨¦n a tres periodistas catalanes que llevaban varias horas perdidos y ten¨ªan cara de mucha hambre?, relata Lucas.
La subsiguiente explicaci¨®n del sistema de diques inunda de perplejidad el rostro del corresponsal norteamericano. La intenci¨®n de Lucas es cerrar el ¨²ltimo dique antes de que empiece a subir la marea, impulsada por el reflujo del Atl¨¢ntico a trav¨¦s del Guadalquivir. Conforme las aguas se retiran de Entremuros, adoptan un color rojizo, testimonio de lo que hay r¨ªo arriba. Apenas a un kil¨®metro, las semillas de arroz caen desde el cielo a parcelas encharcadas de agua, turbia, pero sin contaminar.
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