Olvido y desgana

Mad City es una pel¨ªcula estadounidense con reparto de lujo que llega a las pantallas sin apenas apoyo publicitario -cuando lo habitual es lo contrario en pel¨ªculas con nombres de tanto relumbr¨®n-, dejada a su suerte. Una raz¨®n de este abandono puede estar en el fondo pol¨ªtico izquierdista del filme, que cuenta un asunto del gusto de la producci¨®n convencional de Hollywood, pero con una inversi¨®n de roles: los buenos del filme son v¨ªctimas, y rechazos m¨¢s o menos conscientes del sistema de capitalismo salvaje que les aprisiona y destruye, mientras que los malos son encarnaciones de ese sistema, salvajes capitalistas capaces de pasar por el est¨®mago de un inocente si con ello obtienen un beneficio.Es poco probable, no obstante, que el escaso entusiasmo publicitario que se entrev¨¦ detr¨¢s de Mad City provenga de un rechazo a su ideolog¨ªa. Si la pel¨ªcula anunciase dinerales, es m¨¢s que previsible que sus comercializadores, aun sinti¨¦ndose aludidos como parientes de los malos del filme, se hubieran volcado en sacarle el jugo. No son gente que mire el pedigr¨ª de los billetes que se embolsan.

Lo m¨¢s probable es que, una vez vista la pel¨ªcula, dedujeran con fundamento que, tenga la ideolog¨ªa que tenga y por moralmente recta que sea la mirada de su director, Costa Gavras, Mad City no funciona, nace directamente destinada a una estanter¨ªa del cine olvidado. Es plana, adivinable, carece de vigor, de gancho, de ritmo adecuado, y est¨¢ filmada para salir del paso e interpretada con tan inconcebible pobreza y desgana, que la apat¨ªa que desprende impregna al espectador y le duerme. No pod¨ªa ser de otra manera cuando Dustin Hoffmann, John Travolta, Alan Alda y otros eminentes int¨¦rpretes dormitan tambi¨¦n dentro de la pantalla.