Aeroespacial europea
Presionada por la competencia de los dos gigantes fusionados en Estados Unidos, Boeing y McDonnell-Douglas, y por la propia reducci¨®n de los presupuestos de defensa, las industrias aeroespaciales europeas, cada vez m¨¢s encorsetadas por las fronteras nacionales, se plantean una revoluci¨®n: nada menos que tender a crear una sola empresa de dimensi¨®n continental, la Compa?¨ªa Europea Aeroespacial y de Defensa (CEAD).Eso es lo que han propuesto a sus Gobiernos los presidentes de cuatro grandes firmas de Alemania (Dasa), Reino Unido (British Aerospace, BAe), Francia (A¨¦rospatiale) y Espa?a (Construcciones Aeron¨¢uticas, SA -CASA-). Es previsible que, si el intento sale adelante, se sumen otras empresas de pa¨ªses como Italia o Suecia. La industria aeroespacial europea, en su doble vertiente civil y militar, necesita aprovechar las econom¨ªas de escala derivadas de su unificaci¨®n si no quiere quedar rezagada. As¨ª lo han entendido sus directivos y t¨¦cnicos, por m¨¢s que el proyecto de crear una sola compa?¨ªa plantee serias dificultades de toda ¨ªndole. De hecho, alguna empresa con gran capacidad de inversi¨®n, como British Aerospace, no ha esperado a los Gobiernos para lanzarse en una fren¨¦tica carrera de compras, que le ha llevado, por ejemplo, a adquirir un 35% de la sueca Saab y a presentar una oferta por CASA. Se prepara as¨ª el terreno, mientras gana posiciones.
La exitosa experiencia de Airbus, el consorcio fabricante de aviones civiles en el que participan las cuatro empresas citadas, demuestra que la industria europea es capaz de competir con sus rivales norteamericanos cuando suma sus esfuerzos. Pero la nueva situaci¨®n obliga a ir m¨¢s all¨¢ y pasar de la mera agrupaci¨®n de intereses a la constituci¨®n de una verdadera empresa, que gestione de forma centralizada sus inversiones, compras, red de ventas e investigaci¨®n. El proyecto prev¨¦ que Airbus se convierta en una divisi¨®n de la nueva compa?¨ªa.
La iniciativa, que fue abordada como uno de los puntos principales en la cumbre franco-alemana de Avi?¨®n, tropieza con m¨²ltiples obst¨¢culos derivados de la diversa naturaleza de sus socios: Dasa y BAe son privadas, mientras que A¨¦rospatiale es p¨²blica y CASA ha anunciado su privatizaci¨®n; Dasa y A¨¦rospatiale tienen un accionista mayoritario (Daimler-Benz, la alemana, y el Estado, la francesa), mientras que BAe tiene el accionariado muy repartido; alemanes, brit¨¢nicos y espa?oles (que participan en el caza EF-2000) quieren incorporar los aviones de combate a la nueva compa?¨ªa, a lo que se oponen los franceses (fabricantes del Rafale). Por ¨²ltimo, aunque todos est¨¢n de acuerdo en que la nueva sociedad debe regirse por los criterios de sus directivos y accionistas, sin interferencias externas, admiten que los Gobiernos quieran conservar derechos para proteger sus intereses nacionales. Para la espa?ola CASA no parece haber otra salida que la participaci¨®n en consorcios de este tipo. Pero es una aventura no exenta de riesgos. CASA es un enano comparado con algunos de estos grandes de la aeron¨¢utica europea, lo que sucede en general con las industrias espa?olas de defensa. Por ello, si el Gobierno y la empresa espa?ola avanzan por esta senda, deben hacerlo con garant¨ªas, sobre todo para asegurarse de que Espa?a no pierda su escasa pero valiosa capacidad productiva y tecnol¨®gica.
El liderazgo de la nueva compa?¨ªa es seguramente el problema central, lo que explica la falta de acuerdo sobre la composici¨®n y derechos del accionariado. ?La condici¨®n m¨ªnima?, se?ala el documento de los cuatro presidentes, ?es que ninguna parte pueda ejercer el control de la empresa?, lo que si tal vez se puede garantizar en la salida, no es seguro que se mantenga una vez en marcha. Pese a estas dificultades, y frente a la competencia no s¨®lo de EE UU, sino tambi¨¦n de Rusia, China o Jap¨®n, este proceso de fusi¨®n se convierte en un imperativo. Pero dado el car¨¢cter del sector, es necesario garantizar que sea un proceso controlado y digerible.
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