Dos met¨¢foras de altura
El norte y el sur de esta historia tiene algunos nexos. Los dos son profesores en el mismo departamento de Literatura Contempor¨¢nea de la Universidad de Sevilla. Los dos son nietos de juez. Los dos padecen de v¨¦rtigo y de preposici¨®n. Los dos dinamitaron los clich¨¦s culturales para escribir un graffiti en los muros de la Giralda. Los dos practican la poes¨ªa visual. Pablo del Barco (Burgos, 1946) y Rafael de C¨®zar (Tetu¨¢n, 1951) sostienen simb¨®licamente las 800 velas de la Giralda sin Giraldillo, la m¨¢s hermosa sin¨¦cdoque de la arquitectura. Las primeras torres que vio Pablo del Barco fueron las construcciones g¨®ticas que Silo¨¦ hizo para la catedral del Burgos. "Es el primer paisaje de mi vida". Rafael de C¨®zar creci¨® entre llamadas a la oraci¨®n desde los minaretes de Tetu¨¢n, donde su padre lleg¨® de Extremadura para trabajar como ingeniero agr¨®nomo. Las Giraldas po¨¦ticas de Del Barco y De C¨®zar han sido reproducidas en el libro Sevilla en la comunicaci¨®n po¨¦tica, de Ram¨®n Reig, que incluye las visiones de la torre almohade concebidas por Joaqu¨ªn M¨¢rquez y Amalio, coleccionista de giraldas. Todos menos Pablo del Barco inciden en la visi¨®n del suicida. Una torre donde resuenan, seg¨²n C¨®zar, "los ecos lejanos de los caballos, las sombras de an¨®nimas historias, las huellas del amor y acaso los ¨²ltimos secretos de los suicidas". La primera foto que hizo en su vida Rafael de C¨®zar fue de la Giralda. "Yo ten¨ªa siete a?os; vinimos de visita a Sevilla para ver a mi abuela". La conquista de la Giralda fue m¨¢s compleja para el burgal¨¦s Pablo del Barco. Descubri¨® la torre en el 68, pero tard¨® casi una d¨¦cada en acostumbrarse a su presencia. Por problemas pol¨ªticos le cerraron las puertas de dos institutos sevillanos y emprendi¨® un exilio de ida y vuelta que le llev¨® a ser corresponsal del juicio que precedi¨® a los ¨²ltimos fusilamientos del franquismo, jefe de personal de una empresa de Jes¨²s Gil y Gil y beneficiario de una beca del gobierno de Brasil para hacer un estudio comparativo sobre el modernismo. Se habla de otro 98, el del a?o de 1198 en que se erigi¨® la Giralda. "La verdad es que est¨¢ hasta buena", dice C¨®zar. "El muec¨ªn era el port¨¢til de la ¨¦poca", a?ade Pablo del Barco, que luce una camiseta con la Giralda que comercializar¨¢ con la leyenda: "En buena hora / la Giralda / cristiana o mora". A Pablo del Barco le sobrecoge la esbeltez del edificio. "Resulta m¨¢gico que algo tan barroco se sostenga sobre una l¨ªnea recta. Tiene muchas curvas, muchos arabescos, pero eso no se ve, es como si estuviera detr¨¢s estando delante. Siendo muy est¨¢tica, es muy cin¨¦tica. Da la sensaci¨®n de que en cualquier momento puede salir volando". C¨®zar ve la Giralda como la punta de un iceberg. "Debe haber otra Giralda hacia abajo donde est¨¢n ocultos todos los secretos de la ciudad". C¨®zar ha subido muchas m¨¢s veces que Del Barco. ?ste pone condiciones. "Me hubiera gustado subirla a caballo". Rafael de C¨®zar aporta bibliograf¨ªa: "Como en La tesis de Nancy, de Sender". El profesor de Tetu¨¢n tuvo un abuelo que fue juez en Moguer durante la ¨¦poca de Juan Ram¨®n. La Giralda es una incursi¨®n primaveral en ese oto?o de la Edad Media estudiado por Huizinga. "En ese tiempo ten¨ªan muchos conocimientos que hoy no tenemos", dice Rafael de C¨®zar. "En los estudios sobre la construcci¨®n de catedrales se habla de c¨®mo descubrieron el magnetismo de las partes altas". Pablo del Barco asiente. "La Catedral de Burgos la hicieron por rellenos. No es tan dif¨ªcil, pero el esfuerzo debi¨® ser brutal".
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