Despu¨¦s de Pavarotti
ESPIDO FREIRE Ahora que la estancia de Pavarotti entre nosotros queda como recuerdo en el ¨¢lbum de los nost¨¢lgicos y que el inter¨¦s popular se centra de nuevo en lo esencial, es decir, en la clasificaci¨®n del Athletic, que por fin se va portando como debe, la mayor parte de los informadores respiran tranquilos. En efecto, resulta embarazoso verse obligado a cubrir informaci¨®n o a resolver dudas sobre temas tan desconocidos, tan poco atrayentes para el p¨²blico en general como pueden ser las galas l¨ªricas. De todos modos, hay que reconocer que Pavarotti hizo todo lo posible para facilitar las cosas. Escogi¨® un repertorio plagado de t¨®picos y melod¨ªas conocidas, se luci¨® lo justo, y, en fin, cumpli¨® con lo que se esperaba de ¨¦l. Para colmo, es un cantante de ¨®pera orondo, simpatic¨®n, e italiano. Y cuid¨® hasta los peque?os caprichos sin los que una gran estrella no es nada en el ¨¢nimo del p¨²blico. S¨ª; no puede pedirse m¨¢s en el multitudinario concierto del centenario de un equipo de f¨²tbol. No ser¨¢ esta la primera, ni la ¨²ltima vez, que un cantante con las cualidades y el gusto de Pavarotti se presta a esta serie de espect¨¢culos. Al fin y al cabo, ?qu¨¦ hay de malo en acercar la ¨®pera al gran p¨²blico? ?No es hora ya de terminar con el aura de elitismo que rodea el bel canto? ?No son de carne y hueso los Pavarotti, Arteta, Freni, o Kraus? Por supuesto que s¨ª. Pero han pasado apenas unas semanas y nadie habla del hist¨®rico acontecimiento. Demasiados hitos han tenido ya lugar como para recordarlo. Llegar¨¢ el siguiente concierto, y ocurrir¨¢ lo mismo. Las salas, los estadios se llenar¨¢n, y los medios de comunicaci¨®n y los propios espectadores recurrir¨¢n a los mismos lugares comunes en los que ocultar su ignorancia, la inexistencia de una base cultural m¨ªnima para entender y disfrutar de la m¨²sica. Unos conocimientos que no son impartidos en ninguna escuela, conservatorio o taller, y que motivan, m¨¢s que la falta de conciertos, la apat¨ªa general ante la m¨²sica cl¨¢sica, la infrautilizaci¨®n de los medios y los teatros de los que disponemos, y la b¨²squeda de profesores y escuelas extranjeras por parte de los cantantes y m¨²sicos vascos. Resulta algo muy provinciano obsesionarse con peque?as tonter¨ªas superficiales y olvidar la ¨ªntima sensaci¨®n de estafa, la impresi¨®n de asistir a una representaci¨®n artificiosa y pueblerina que invade al espectador del panorama musical vasco. En ning¨²n momento de la historia de este pueblo tradicionalmente amante de la m¨²sica se ha disfrutado de tanto tiempo de ocio en un sector tan amplio de poblaci¨®n, y de una desorientaci¨®n semejante a la hora de emplearlo. Existe un n¨²mero extraordinariamente alto de corales y agrupaciones musicales, algunas de excelente nivel, y una multiplicidad de ofertas digna de elogio. Sin embargo, muy pocos integrantes de esas formaciones se consideran conocedores del tema. Muy pocos se ver¨ªan capaces de hablar de lo que cantan, de la m¨²sica que interpretan. ?Por qu¨¦ no tomar la m¨²sica en serio de una vez? ?Por qu¨¦ no favorecer un ambiente cultural m¨ªmino? ?Por qu¨¦ no fomentar entonces los comentarios, los an¨¢lisis musicales, por qu¨¦ no explicar en qu¨¦ consiste un concierto, por qu¨¦ no situar una ¨®pera hist¨®ricamente, por qu¨¦ no comenzar desde unas bases de las que el p¨²blico carece y que tanto facilitar¨ªan el acercamiento a un lenguaje tan atrayente como puede ser el que emplea una orquesta de c¨¢mara? Tal vez por vagancia, por pereza. Resulta c¨®modo que todo contin¨²e igual., echar mano de las grandes figuras y los viejos t¨®picos que convoquen multitudes y hablar de lo que la gente ya sabe: que los cantantes de ¨®pera son gordos, italianos y caprichosos. Y el Athletic, txapeldun.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.