"Zapping" de poetas
Ahora ha vuelto a Espa?a Mario Benedetti; regresa cuando el sur de Am¨¦rica se llena de la humedad que gravita como una amenaza sobre su asma cr¨®nica. ?ste es, digamos, un regreso ben¨¦volo, un desexilio marcado por el clima; pero hubo ¨¦pocas peores, cuando tuvo que exiliarse de veras porque en su tierra se apagaba la luz, literalmente; ahora retorna a Espa?a cada a?o por estas fechas, y por estas fechas Visor, la editorial de poes¨ªa, le suele recibir con un libro de poemas; ya el libro (La vida ese par¨¦ntesis) apareci¨® en Montevideo y en Buenos Aires, editado por Planeta, y fue celebrado en la Feria del Libro de esta ¨²ltima ciudad como el ¨²ltimo compacto de una estrella de rock. Sus amigos se convert¨ªan en guardaespaldas para escoltarle y ¨¦l se revolv¨ªa en medio de la multitud con esa agilidad un poco inc¨®moda de interior izquierda en los momentos m¨¢s apurados del partido que va en empate. Sali¨® del sofoco y se vino otra vez a Madrid, al aire seco que le conviene para sus bronquios; antes ven¨ªa aqu¨ª a respirar la libertad, pero obligatoriamente; ahora es la pura necesidad de respirar mejor, f¨ªsicamente, la que le impulsa. Este libro mismo es un ejercicio de respiraci¨®n, tierno pero amargo, naturalmente pesimista (incluye Zapping de siglos, que es como un bofet¨®n a la inclemencia imb¨¦cil del tiempo que estamos viviendo), pero l¨ªricamente afecto a ese Benedetti que leen los j¨®venes en las esquinas de los parques. El otro d¨ªa com¨ªan con ¨¦l unos amigos, en Madrid, y se le acerc¨® un joven lector de su pa¨ªs, el camarero. De pronto intercambiaron versos como si ambos fueran el autor de los mismos. Descubrieron al fin una sola diferencia: el chico era del Pe?arol y el poeta es del Nacional, que est¨¢ en sus horas bajas.Los poetas. Cuando Jos¨¦ Hierro gan¨® uno de sus premios literarios -el m¨¢s dotado, que fue el Pr¨ªncipe de Asturias-, el poeta se llev¨® a toda su familia a un largo viaje. En los viajes, adem¨¢s, Hierro es un andar¨ªn compulsivo, como si se hubiera dejado un recado en cualquier parte. Escritor que escribe con los ojos, todos sus poemas son fruto de la observaci¨®n de lo que ocurre por ah¨ª; y ese car¨¢cter exc¨¦ntrico -de no estar en s¨ª mismo, de andarse por las ramas de los otros- es el que le ha dado aire para escribir los poemas sociales -sociales: de la gente, no los viejos poemas sociales- de la reciente poes¨ªa espa?ola. En ese viaje hacia los otros, Jos¨¦ Hierro llega ahora a Nueva York, que es la ciudad en la que est¨¢ todo el mundo y que le sirvi¨® a Lorca, por ejemplo, para escribir su mejor poes¨ªa existencialista. De esa actitud de Hierro es consecuencia este Cuaderno de Nueva York que edita Hiperi¨®n; ah¨ª est¨¢ tambi¨¦n esa vertiente desgarrada, asombrada y on¨ªrica que poseen aquellos versos de Lorca: en el caso de Hierro la ciudad se convierte en la mano generosa que toca la realidad para hacerla palabras y por tanto ensimismamientos. Su reflexi¨®n sobre la nada (?Qu¨¦ m¨¢s da que la nada fuera nada / si m¨¢s nada ser¨¢, despu¨¦s de todo, / despu¨¦s de tanto todo para nada?) es asimismo una especie de zapping de siglos que deja en la mesa de la vanidad, en medio de la gran ciudad del mundo, la celebraci¨®n ¨ªntima de la verdadera dimensi¨®n de los hombres. ?l es un hombre emocionante, lleno de vitalidad -su reciente enfermedad, de la que ya sali¨®, es una parad¨®jica expresi¨®n de salud-, y este libro es un manual para medirlo. Como es un manual para medir la creciente y honda humanizaci¨®n de la poes¨ªa -y de la vida- de Luis Antonio de Villena su ¨²ltimo libro de versos (Celebraci¨®n del libertino), que gan¨® el Premio Ciudad de Melilla y que ahora edita Visor. Celebraci¨®n del libertino es, como todos los libros de Villena, hijo de su cultura literaria, pero es tambi¨¦n consecuencia de una madurez personal que ya irradia en todo lo que hace este autor.
Columnista, tertuliano, hombre que opina y que por ello est¨¢ obligado a dar mandobles o a recogerlos, de Villena se ha ido dotando de la voz propia de la sensatez, la que da capacidad de asombro y tambi¨¦n distancia; en la poes¨ªa, adem¨¢s, ha ido humanizando cada vez m¨¢s su actitud narrativa, y ahora todo lo que se toca en sus versos es esencial y aut¨¦ntico, como si de pronto las palabras se le hubieran tornado implacablemente autobiogr¨¢ficas. Es una poes¨ªa saludable de la que responde un poeta sin afectaci¨®n alguna; parece un personaje que hubiera llegado a una esquina del camino y hubiera visto claro que en aquella sinceridad adolescente que domin¨® en sus primeras memorias est¨¢n los materiales literarios que pueden servir para que la descripci¨®n del alma propia sea tambi¨¦n una manera de ahondar en la mirada ajena. Y adem¨¢s de ello aqu¨ª hay humor, y eso en la poes¨ªa de la intimidad, aunque mire alrededor del alma propia, es un rasgo que siempre nos lleva de la mano bastante lejos del egocentrismo.
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