El verdadero d¨¦ficit
Pasadas las fanfarrias pol¨ªticas del debate sobre el estado de la naci¨®n, quedan los datos. Al margen de las circunstancias coyunturales, este debate se configur¨® hist¨®ricamente como un examen al presidente del Gobierno, su pol¨ªtica y sus cuentas. Sobre estas ¨²ltimas, Jos¨¦ Borrell plante¨® serias dudas sobre la verdadera situaci¨®n de la Seguridad Social y sobre el d¨¦ficit p¨²blico. Las sospechas sobre la primera, por su incidencia sobre algo tan sensible como las pensiones futuras (no, en primera instancia, sobre los actuales pensionistas), est¨¢n ocultando la pol¨¦mica del desequilibrio de las cuentas p¨²blicas (excepto para el Financial Times, que al d¨ªa siguiente del debate reflejaba en sus p¨¢ginas la denuncia del l¨ªder socialista). Borrell dijo: "El objetivo del d¨¦ficit p¨²blico lo ha conseguido usted [Aznar] incumpliendo todos los compromisos electorales: subiendo la presi¨®n fiscal un 0,9% del PIB en dos a?os, disminuyendo la inversi¨®n p¨²blica casi un punto del PIB, reduciendo las transferencias a las empresas p¨²blicas en crisis o p¨¦rdidas -que tendr¨¢n que busc¨¢rselas por su cuenta en el mercado de capitales- en 0,6% puntos del PIB. (...) Si se hubiesen computado adecuadamente todas las anticipaciones de ingresos y todos los diferimientos de pagos, y si todas las hipotecas que pesan sobre los futuros presupuestos se hubiesen puesto en un r¨¦gimen estacionario de ingresos y gastos, su d¨¦ficit presupuestario en 1997 no hubiera sido del 2,7%, sino del 4,3%. (...) La sostenibilidad del escenario presupuestario, para que sea compatible con el Pacto de Estabilidad, est¨¢ profundamente comprometida".La hip¨®tesis de que el d¨¦ficit estructural de la econom¨ªa espa?ola est¨¦ por encima del 4% ven¨ªa siendo expuesta por muchos economistas antes de Borrell. Incluso t¨¦cnicos cercanos al PP lo han afirmado en art¨ªculos e intervenciones (por otros motivos: exigiendo una reforma del gasto p¨²blico) desde hace meses. Por ejemplo, Alberto Recarte, un economista liberal de gran solvencia que asesor¨® al PP antes de su llegada a La Moncloa, escrib¨ªa que en 1997, con un ciclo econ¨®mico ligeramente adelantado al europeo, creciendo un 3,2% [en ese momento; ahora, un 3,8%], con un punto de transferencias desde la UE al conjunto de las Administraciones p¨²blicas, un recorte significativo de la inversi¨®n p¨²blica y unos ingresos no fiscales (por privatizaciones) superiores a un bill¨®n de pesetas, hab¨ªa un d¨¦ficit p¨²blico del 2,8% del PIB; Recarte conclu¨ªa: "Lo que quiere decir que nuestro d¨¦ficit estructural se sit¨²a en torno al 4,5% del PIB".
Todas estas operaciones contables -que ten¨ªan como objetivo llegar a la cumbre de Bruselas con los deberes hechos- son leg¨ªtimas, pero suponen una opci¨®n pol¨ªtica arriesgada. Los principales cap¨ªtulos de reducci¨®n del d¨¦ficit presupuestario tienen que ver con la bonanza del ciclo econ¨®mico, que ha permitido reducir los gastos del desempleo y los intereses de la deuda p¨²blica (en mil millones de pesetas diarios), con la limitaci¨®n de la inversi¨®n p¨²blica y con la venta de las empresas estatales. Ello significa que se han reducido los activos financieros del pa¨ªs y no se han creado nuevos activos f¨ªsicos; se pierden para el futuro los ingresos de las empresas que se han vendido y se renuncia a la construcci¨®n de nuevas infraestructuras.
La analog¨ªa es si alg¨²n empresario privado expondr¨ªa ante sus accionistas la bondad de la reducci¨®n de su d¨¦ficit de explotaci¨®n si ¨¦ste se hubiera logrado vendiendo las m¨¢quinas de su sociedad o dejando de invertir y amortizar. ?sa es la coyuntura a la que, despu¨¦s del euro, se tiene que enfrentar el ministro de Econom¨ªa. Es decir, si, como afirm¨® Borrell, es cierto que "en el escenario hipot¨¦ticamente m¨¢s favorable para la econom¨ªa espa?ola (...) en ning¨²n caso se alcanza el nivel de d¨¦ficit compatible con el programa de convergencia".
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