Jos¨¦ Hierro coincide con Paul Val¨¦ry en que el primer verso lo dan los dioses
El poeta publica "Cuaderno de Nueva York", fruto del trabajo de siete a?os
Jos¨¦ Hierro (Madrid, 1922) no hace ?poes¨ªa del natural?. ?Hay que dejar que los recuerdos se depuren y que un buen d¨ªa salgan. Empiezas queriendo expresar algo que has vivido, pero nunca sabes ad¨®nde llegan las palabras?, aclara. Cuaderno de Nueva York (Hiperi¨®n), un poemario de 32 composiciones fruto del trabajo de siete a?os, es fruto de esa sedimentaci¨®n que ha marcado su obra l¨ªrica. Hierro se mueve por las circunstancias humanas que rodearon a Bach, Beethoven y Ezra Pound, y los sit¨²a fuera de su tiempo en una ciudad que adora pero que ?podr¨ªa ser otra?.
Cuaderno de Nueva York ha sido recibido por la cr¨ªtica como uno de los libros mayores de la d¨¦cada que est¨¢ a punto de concluir, pero eso al poeta no le quita el sue?o. ?Es la pu?eta?, exclama Hierro por todo comentario a los halagos que ha recibido su ¨²ltimo trabajo.Hierro suele sentarse a trabajar en un bar de la avenida Ciudad de Barcelona, decorado con baldosines y espejos. En un rinc¨®n, junto a las m¨¢quinas tragaperras, encuentra este Premio Pr¨ªncipe de Asturias la concentraci¨®n que necesita para redactar sus versos. ?No escribo nunca en casa?, dice. ?Suelo bajarme a este bar, donde conozco a todo el mundo, o aprovecho un vuelo largo en avi¨®n para sacar mis plumas y ponerme a escribir. Lo hago muy lento, pero el ruido y el foll¨®n no me perturban lo m¨¢s m¨ªnimo?. Buena parte de Cuaderno de Nueva York se escribi¨® en ese local de tapas madrile?o.
La inspiraci¨®n
?Sin inspiraci¨®n no haces nada, pero con inspiraci¨®n s¨®lo tampoco?, asegura el autor de Cuanto s¨¦ de m¨ª , quien recurre a eso, ?tan repetido y tan exacto?, que dijo Paul Val¨¦ry para explicar c¨®mo surge el don po¨¦tico: ?El primer verso nos lo dan los dioses, los otros hay que buscarlos?. En el caso de este poeta del medio siglo, una vez que siente el ?chispazo? busca las palabras que consigan recrear la emoci¨®n que un objeto le provoca yendo m¨¢s all¨¢ de la pura descripci¨®n. ?Hay que informar y persuadir. El lector tiene que sentir el poema lo mismo que lo sentiste t¨² al escribirlo. Es como el cable que se conecta a un enchufe?.No cree este poeta de 73 a?os que el entendimiento de la poes¨ªa tenga que ver en modo alguno con la cultura. Su idea es que el ?poeta no es m¨¢s sensible que el lector. El arte llega a todos?. El paso del tiempo no le ha dado mayor facilidad a la hora de enfrentarse a la p¨¢gina en blanco. Desde 1947, a?o en que se publica su primer libro, Tierras sin nosotros, hasta ahora, las dificultades no han hecho sino aumentar. A la exigencia con que juzga su propia obra Hierro le ha sumado la experiencia de los a?os. Tiene terror a lo que ¨¦l mismo denomina como el fen¨®meno viejoverdiano . ?Cuando se es un viejo, uno se encuentra con una dificultad a?adida: puedes escribir algo con el coraz¨®n tan destrozado que al final te asalta la duda sobre si estar¨¢s comport¨¢ndote como uno de esos ancianos que se fingen a s¨ª mismos j¨®venes?.
La duda surgi¨®, por ejemplo, al escribir Lear King en los claustros , una composici¨®n ¨ªntima sobre el amor incluida en Cuaderno de Nueva York , en la que dice cosas como: ?Ven a decirme te amo;/ no me importa que duren tus palabras/ /lo que la humedad de una l¨¢grima/ sobre una seda ajada?. No hubo vacilaci¨®n, sin embargo, al rematar el soneto final del libro, que el poeta ha dedicado a su nieta, Paula, titulado Vida: ? Despu¨¦s de todo, todo ha sido nada,/ a pesar de que un d¨ªa lo fue todo./ Despu¨¦s de nada, o despu¨¦s de todo/ supe que todo no era m¨¢s que nada?.
?Se puede escribir de Nueva York despu¨¦s de Whitman o Lorca? La respuesta de Hierro es que la m¨²sica, el amor, la muerte y la amistad son temas eternos que casi todos los poetas han desarrollado. De lo que se trata es de que el poeta ?a?ada su personalidad, una novedad de tono?.
Considera este poeta, al que se le ha identificado con la poes¨ªa social, que a punto de concluir el segundo mileno no existe una corriente vigente que est¨¦ por encima de las dem¨¢s. ?La poes¨ªa que se hace ahora es como las maneras de vestirse. Hay libertad absoluta para hacer lo que se quiera o para ponerse lo que te guste?, dice Hierro.
Hierro abandon¨® no hace mucho el hospital, donde permaneci¨® diez d¨ªas enganchado a una bombona de ox¨ªgeno y conectado a un gotero, pero ni su vitaliad ni su af¨¢n viajero se han reducido un ¨¢pice. Acaba de llegar a Madrid, procedente de Priego, donde ha participado en unas jornadas sobre poes¨ªa, paisaje y pintura -?me hubiera gustado ser pintor?-, y hoy volar¨¢ hasta Barcelona para participar en una lectura con Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo y Luis Garc¨ªa Montero.
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