Ponce: ?La gente aprecia m¨¢s el toro de "?ay!" que el de "ol¨¦"?
Sobre el papel, una oreja reci¨¦n cercenada es peluda, sanguinolenta e informe. Nada m¨¢s lejos de la realidad. ?A m¨ª, me ha sabido a gloria?, afirma un exultante Eugenio de Mora. Es m¨¢s, insiste el diestro toledano que ayer confirmaba la alternativa: ?No me importar¨ªa que la pr¨®xima vez (el domingo 24) volviera a hacerme con una?. El entusiasmo del toricantano contrastaba con la ?desesperaci¨®n? del director de lidia. ?Me cuesta hasta hablar de la corrida. Cuando no hay materia prima (no hay toro) para establecer un di¨¢logo parece que todo lo que se diga est¨¢ de m¨¢s?, comenta C¨¦sar Rinc¨®n.Enrique Ponce, por su parte, se mostraba tan apesadumbrado como su compa?ero, pero por motivos diferentes: ?Creo que mi segundo toro s¨ª ha servido. Ha tenido cierta bondad. Por la derecha, iba bien. Me he cruzado y he ense?ado el pecho. Sin embargo, la gente no lo ha apreciado. Quiz¨¢, no transmit¨ªa. Parece que la gente est¨¢ m¨¢s pendiente del toro del ?ay! que del toro del ?ol¨¦! La verdad, la reacci¨®n del p¨²blico, para m¨ª, no tiene explicaci¨®n?. Sobre su primero, el de Chiva se lamenta de que haya recibido cuatro pullazos. ?Estaba picado. Tras acudir dos veces al caballo, he pedido el cambio y nada. Ha terminado por desangrarse?, declara.
Decisi¨®n
El triunfador de la tarde que, por unanimidad de los diestros, goz¨® del mejor lote se detiene en explicar la faena al ¨²ltimo de la tarde: ?El animal ten¨ªa tendencia a apretar hacia las tablas. Le costaba mucho tragar. En seguida, he visto que si quer¨ªa hacer algo ten¨ªa que exponerme. As¨ª, a falta de un buen toro, ten¨ªa que ofrecer decisi¨®n?. Sobre su primero, se queja de la espada. ?El toro ha ido bien por la derecha. Por la izquierda le costaba un poco m¨¢s. Creo haber hecho lo que me ped¨ªa. Sin embargo, el estoque lo atraves¨¦ y...?, dice arrastrando una peque?a desilusi¨®n.Sobre el tono general del encierro, los tres espadas se muestran de acuerdo. Hubo animales que sirvieron (los se?alados son los dos de Mora y el segundo de Ponce), pero ?tal vez faltos de raza?. Las protestas del respetable, sin embargo, reciben diferentes explicaciones. Para Rinc¨®n esa es la causa de que el p¨²blico ?minimice cualquier intento del torero?. ?Los toros tienen peligro. Esto se ve muy bien desde el ruedo, puedo jurarlo. Creo que la exigencia de cierto sector del tendido va por ciclos. Si en el momento en que se me apreciaba en esta plaza, que me ha dado tantos triunfos, hago la faena que he hecho a mi segundo, armo el l¨ªo. Pero, ahora, parece que es imposible?, afirma Ponce. Eugenio de Mora, por su parte, se?ala que los astados andaban ?muy justitos?. ?Ten¨ªan bondad, pero no tardaban en venirse abajo. Eso hace que se pierda la tensi¨®n y que la gente no aprecie nuestra labor lo que vale?.
Babelia
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