Por qu¨¦ el Madrid va a ganar esta Copa de Europa
A los aficionados pesimistas del Madrid les voy a recordar la historia de Pol¨ªcrates para levantarles el ¨¢nimo y demostrarles que esta Copa de Europa est¨¢ en el bote. Pol¨ªcrates (cuenta Her¨®doto) era un tirano cuya buena suerte lleg¨® a ser proverbial. Ganaba todas las guerras, y hasta le sal¨ªan bien las cosas que ¨¦l quer¨ªa que le salieran mal. Su prosperidad lleg¨® a ser tan escandalosa que muchos la interpretaron como una se?al de calamidades inminentes. Amasis, rey de Egipto, le escribi¨® alarmado, aconsej¨¢ndole que conjurase la desgracia futura adelant¨¢ndose a ella, deshaci¨¦ndose, por ejemplo, de alg¨²n objeto valioso. Pol¨ªcrates, discreto, decidi¨® perder su anillo real. Equip¨® un nav¨ªo y tir¨® el anillo en alta mar. Pero era tanta su chamba que, poco despu¨¦s, lo encontr¨® en la barriga de un besugo que le hab¨ªa obsequiado un pescador. Amasis, enterado del prodigio, le vaticin¨® "que no iba a tener un final feliz, porque ten¨ªa tanta suerte que hasta encontraba las cosas que quer¨ªa perder". Y rompi¨® su amistad con Pol¨ªcrates, para evitar el espect¨¢culo de ver a un amigo sumido en la desgracia. La cual, en efecto, lo fulmin¨® poco despu¨¦s.Pues bien, a la Juventus le va a ocurrir el mi¨¦rcoles lo mismo que a Pol¨ªcrates. Ha abusado de la benevolencia del destino y ahora le llega la hora de pagar la imprudencia. El Madrid, en cambio, no s¨®lo ha tirado previsoramente la Liga, sino tambi¨¦n el segundo puesto de la Liga, y la Copa del Rey, y en su af¨¢n de celo hasta intent¨® lanzar por la borda la de Europa la noche aquella en que se le vino abajo la porter¨ªa y la UEFA estuvo a punto de descalificarlo. As¨ª que, con tanta adversidad ganada a pulso, el Madrid ha hecho cuanto est¨¢ en su mano para ganarse un trato de favor por parte de los dioses. Si existe la providencia, si el caos es precursor obligado del orden (y ah¨ª est¨¢ el aeropuerto de Amsterdam para remachar la hip¨®tesis), si hay algo de justicia po¨¦tica en el mundo, al Real Madrid esta vez le toca ganar. No puede ser de otra manera.
Pero tambi¨¦n cuenta Her¨®doto que Creso, rey de Lidia, pidi¨® a Delfos su parecer acerca del imperio de Ciro. Delfos respondi¨® que si emprend¨ªa la guerra contra los persas destruir¨ªa un gran imperio. Entonces Creso, interpretando ventajosamente el augurio, fue contra Ciro, y efectivamente destruy¨® un gran imperio: el suyo propio. De este modo me imagino yo tambi¨¦n a Lorenzo Sanz preguntando al or¨¢culo: "?Qu¨¦ ocurrir¨¢ si concentro mis fuerzas y las lanzo contra Europa?". A lo que la voz de all¨¢ dentro responde: "Que destruir¨¢s un gran equipo". Hecha esta predicci¨®n inapelable, queda ahora por saber si ese equipo ser¨¢ la Juventus o el propio Real Madrid.
Seg¨²n se acerca la hora del partido, y a falta de esperanzas cre¨ªbles, los madridistas nos vamos abandonando a los presagios. Ya que nuestras huestes no pueden decidir, que decidan los dioses. Y en todos vemos signos propicios o funestos. ?Ser¨¢ Karembeu, como ya sucedi¨® en dos ocasiones, un enviado del destino para reparar las muchas ofensas recibidas? ?Nos tocar¨¢ ver en la cara desencajada de Hierro el anuncio del penalti que poco despu¨¦s le har¨¢ a Del Piero? ?Le corresponder¨¢ a Suker o a Ra¨²l el papel de Ave F¨¦nix que resurge de las cenizas de su ensimismamiento en el ¨²ltimo instante?
Bien es verdad que los jugadores del Madrid son algo as¨ª como un grupo de leones inapetentes, entre otras cosas porque acaban de comerse al domador. Y es tambi¨¦n cierto (y juro que no hay en el s¨ªmil la menor sombra de malicia) que se puede decir de ellos lo que el gran Joaqu¨ªn Vidal dec¨ªa hace poco de los toros de Sep¨²lveda: "Aceptable presentaci¨®n, flojos y descastados, adormilados, dos devueltos por inv¨¢lidos". Pero uno recuerda los jueves por la tarde de su adolescencia, cuando nos dispon¨ªamos a echar un partido (aquellos partidos que duraban hasta que cerraba la noche) en el patio de tierra del colegio o en alguno de los bald¨ªos del barrio, y siempre se ten¨ªa el p¨¢lpito de que estaba a punto de ocurrir un prodigio, de que en esta ocasi¨®n nos iban a salir las jugadas maravillosas que hab¨ªamos imaginado tantas veces. Se han formado los equipos, se han medido las porter¨ªas, se ha repartido el campo, el bal¨®n est¨¢ listo en el centro, y ya s¨®lo queda confiar en que las cosas ocurran no ya como en los sue?os, sino como ser¨ªan en la realidad si los jugadores del Madrid despertaran de pronto de la pesadilla en que est¨¢n enredados.
Pero ganaremos, no haya duda al respecto. Si este equipo ha hecho el milagro de perder a dos partidos con el Alav¨¦s y quedar cuarto en la Liga, puede conseguir cualquier imposible. Se lo merece, aunque s¨®lo sea por bruto.
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