M¨¢s democracia para Europa
De una fuente casi seca como el Tratado de Amsterdam, previsto para una reforma institucional que toda Europa juzga insuficiente, la imaginaci¨®n, la iniciativa y la voluntad para avanzar en el proyecto europeo han hecho nacer un chorro de agua que ha de servir para regar la sequedad democr¨¢tica sobre la cual tantas quejas se expresan.En esta original construcci¨®n hist¨®rica, que conocemos como Uni¨®n Europea, frecuentemente, de algunos pasos aparentemente modestos, han surgido desarrollos del proyecto europeo muy relevantes. Recu¨¦rdese lo que ocurri¨® con el Acta ?nica a partir de 1986. De nuevo, estamos ante un acontecimiento de una dimensi¨®n mucho mayor que la que se deriva de la modesta presentaci¨®n de que ha sido objeto. Ve¨¢moslo.
Jacques Delors, al frente del Comit¨¦ Europeo de Orientaci¨®n Nuestra Europa, ha recogido la idea de Tommaso Padoa-Schioppa, lanz¨¢ndola a los responsables pol¨ªticos de toda Europa como un reto de inexcusable respuesta. El candidato a la presidencia de la Comisi¨®n puede ser elegido por los ciudadanos en las elecciones europeas del pr¨®ximo a?o. La f¨®rmula es simple y respeta los tratados. Esto es lo m¨¢s sorprendente y estimulante. Para hacerlo, no hay que entrar en largas discusiones entre Gobiernos para modificar las normas. Puede hacerse con las existentes. S¨®lo depende de la voluntad de los responsables pol¨ªticos de Europa, de los partidos y de los Gobiernos. Las formaciones pol¨ªticas que concurran a las elecciones europeas pueden proponer como parte de su oferta a los electores un candidato a la presidencia de la Comisi¨®n. Socialdem¨®cratas, demo cristianos, liberales o cualquier formaci¨®n pol¨ªtica europea, junto a sus listas nacionales y a sus programas, tienen la posibilidad de que alguien, hombre o mujer, represente sus aspiraciones para dirigir una instituci¨®n clave, como lo es la Comisi¨®n Europea.
Una verdadera revoluci¨®n democr¨¢tica y tranquila. Los ciudadanos de toda la Uni¨®n Europea, cuando acudan a votar, sabr¨¢n que est¨¢n decidiendo tambi¨¦n sobre la presidencia de la Comisi¨®n. Nadie volver¨¢ a decir que un ?bur¨®crata? administra una parte tan importante de nuestros intereses pol¨ªticos. Nadie volver¨¢ a contemplar luchas de poder, que no comprende, y en las que nada tiene que decir. Ocurri¨® en 1994, cuando hubo de elegirse al presidente de la Comisi¨®n y ha vuelto a ocurrir en la cumbre del euro a prop¨®sito de la presidencia del Banco Central Europeo.
Quienes creemos en un proyecto europeo, m¨¢s all¨¢ del euro, con reglas democr¨¢ticas de funcionamiento, con participaci¨®n decisiva de los ciudadanos de todos los pa¨ªses que componen la Uni¨®n, apoyamos con entusiasmo la iniciativa. Sabemos de sus implicaciones y todas nos parecen positivas. M¨¢s poder de representaci¨®n al Parlamento, m¨¢s legitimidad democr¨¢tica a la Comisi¨®n. Un paso relevante en la superaci¨®n del d¨¦ficit democr¨¢tico, al poner en manos de los ciudadanos la decisi¨®n sobre la presidencia de la Comisi¨®n.
Sabemos que habr¨¢ reacciones en contra. Las de los adversarios de la idea de una Europa pol¨ªtica adem¨¢s de monetaria. No nos sorprender¨¢n, pero, lamentablemente, puede que no sean los ¨²nicos. Algunos esc¨¦pticos que rechazan la idea de Europa porque las reglas no son democr¨¢ticas har¨¢n cualquier pirueta para negar la posibilidad de un paso decisivo en la democratizaci¨®n. Incluso algunos responsables pol¨ªticos europe¨ªstas quiz¨¢ duden o rechacen la idea porque no estar¨¢n dispuestos a ceder poder a los ciudadanos, a los mismos que ellos representan.
Podemos estar en un momento clave para el futuro de Europa. La apat¨ªa, la distancia con que los ciudadanos acogen un hecho tan importante como el euro, puede transformarse en una gran corriente de participaci¨®n, de compromiso con el futuro de Europa. Una Europa en la cual los ciudadanos cuenten cada vez m¨¢s. Las instituciones seguir¨¢n siendo lo que son, pero sus legitimidades aumentar¨¢n. La Comisi¨®n y el Parlamento ser¨¢n m¨¢s representativos y, por ello, m¨¢s comprometidos con la voluntad de los europeos. Esto es la pol¨ªtica.
Podemos estar viviendo, si lo hacemos bien, un momento crucial y positivo para Europa. Una propuesta sencilla, presentada con modestia, advirtiendo que los tratados no se modifican, que se puede llevar adelante con las normas existentes. Una apuesta que, por insatisfactoria que nos parezca, pueda abrir un gran espacio, nuevo e insospechado. Por la democratizaci¨®n de Europa, por el compromiso civil. Hagamos que lo tengan dif¨ªcil quienes se opongan. Expliquemos a los ciudadanos el nuevo comienzo de una Europa m¨¢s cercana. De ellos y para ellos. Despu¨¦s ser¨¢ preciso cambiar los tratados. Para que quepan las nuevas democracias del centro y del Este, para que funcione el gran espacio de libertad con seguridad, para que hagamos un papel m¨¢s influyente en el mundo nuevo de la globalizaci¨®n. Lo inmediato es aprovechar el impulso que puede generar esta idea. Lo urgente es ganar la opini¨®n p¨²blica contra las reacciones nacionalistas o simplemente temerosas ante la participaci¨®n de los ciudadanos en los destinos comunes de Europa.
Por eso queremos actuar ya, sin p¨¦rdida de tiempo, llamando la atenci¨®n de los ciudadanos y de los medios de comunicaci¨®n sobre la importancia del envite, pidiendo a todos los responsables pol¨ªticos, de partidos y Gobiernos, que crean en Europa, que se sumen a la propuesta, que la integren en sus ofertas program¨¢ticas durante las elecciones europeas de la pr¨®xima primavera. Nosotros, desde la pluralidad que representamos, nos comprometemos a hacerlo y a impulsarlo.
Un nuevo impulso democr¨¢tico ha de surgir en este tramo del camino hacia la uni¨®n pol¨ªtica de Europa.
Firman este art¨ªculo:
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