Agua de Valencia
Cuando vest¨ªamos guardapolvo rayado sobre pantal¨®n corto, el viejo maestro nos ense?aba que era un l¨ªquido con una parte de ox¨ªgeno y dos de hidr¨®geno. Con el automatismo con que funciona la memoria infantil, repet¨ªamos que era inodora, ins¨ªpida y, en peque?as cantidades, no tiene color, aunque adquir¨ªa un color verdoso o azulado en grandes cantidades. Nosotros conoc¨ªamos el azul del mar y el rojizo de las torrenteras cuando las lluvias oto?ales arrastraban los limos. La lecci¨®n inclu¨ªa que era el elemento m¨¢s abundante de la superficie de la Tierra y que se encontraba en fuentes, r¨ªos, mares y lluvia. Era un constituyente de todos los seres vivos: hombres, animales y plantas. Al salir de la escuela jug¨¢bamos en los charcos o busc¨¢bamos las cochinillas que viven en la humedad de una piedra. No beb¨ªamos agua embotellada, ni las econom¨ªas dom¨¦sticas permit¨ªan el consumo de paellas pr¨ºt-¨¤-porter en conserva de lata. Ya m¨¢s adultos supimos que la mitad de la humanidad -incluidos los vecinos de Carcaixent y Moncofa - no tiene agua en buenas condiciones, y que unos 25 millones de personas mueren al a?o a causa de las enfermedades que produce el consumirla en mal estado. Nos dijeron que el despilfarro de agua en los pa¨ªses ricos es enorme, que la media de consumo diario es de unos 300 a 400 litros, que el 40% del agua potable se desperdicia antes de su consumo, entre otras razones por lo inadecuado de las conducciones. Y en 1992, el Centro de Estudios Hidrogr¨¢ficos nos dio a conocer un dato increible: el 40% de las explotaciones agr¨ªcolas de regad¨ªo, comprobadas por los estudiosos de ese centro, desperdiciaban el 50% del agua sin regar. Mientras, en Carcaixent se agotan las existencias de agua embotellada y en Moncofa miran con desconfianza el grifo dom¨¦stico: no es falta del agua que tanto se desperdicia; es que hemos envenenado la que ten¨ªamos. Nitratos, plaguicidas y perversos microorganismos, llevados a nuestras aguas por la mano del hombre, nos obligar¨¢n al consumo de agua en recipientes de pl¨¢stico que luego ensuciar¨¢n los cauces secos de nuestros r¨ªos; nitratos, plaguicidas y microorganismos multiplicar¨¢n el precio del agua embotellada y, a lo peor, beber¨¢n y se lavar¨¢n menos quienes menos tengan: toda una imagen de progreso y felicidad medioambiental, que en el Pa¨ªs Valenciano despunta por donde Carcaixent o Moncofa. Desde luego, ¨¦sto no nos lo ense?¨® el viejo maestro; aqu¨¦l dec¨ªa que el agua era vida y m¨¢s en Valencia. Y es que la vida, que es el agua, sufre de forma lastimosa y fuerte cuando el alcalde, mun¨ªcipe principal de Carcaixent, publica un bando en el que se ruega a la poblaci¨®n, con toda energ¨ªa, que se abstenga de beber o consumir agua para cocinar alimentos. El agua en recipientes de pl¨¢stico y embotellada; la paella dominguera y valenciana en latas de conserva. Y la falta absoluta de campa?as serias de concienciaci¨®n ciudadana, y la falta absoluta de una tarea responsable, por parte de las administraciones p¨²blicas -la auton¨®mica incluida- que prevea, palie o remedie el h¨ªdrico problema que se nos avecina.
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