La novia
Existe una virtud muy conocida, pero no obstante poco practicada, llamada empat¨ªa. Es algo tan sencillo como saber ponerse en el lugar del otro a la hora de sentir, ya sea sufrir o disfrutar. Tratar de mirar por otros ojos, escuchar los latidos de otro coraz¨®n, sentir el dolor que no nos es propio, o compartir la alegr¨ªa ajena.Como tantas otras cosas, algo muy f¨¢cil de decir pero muy dif¨ªcil de hacer.
As¨ª que sin m¨¢s pre¨¢mbulos, paso a presentarme: mi nombre es Lorena, y aunque nunca me han dolido las piernas como a ¨¦l, s¨¦ lo que siente. Aunque les parezca extra?o, a ustedes y a la gente que me rodea, estoy corriendo el Giro de Italia. Y aunque ni siquiera he pisado suelo italiano, esta tierra tiene cada vez menos secretos para m¨ª.
Incluso he estado codo con codo con ese peculiar personaje llamado Cipollini; hasta me confunden con ¨¦l, por aquello de que yo tambi¨¦n voy de rojo.
Parece esto el Montecarlo ciclista por cierta saturaci¨®n de monarcas: el nombrado rey le¨®n, del sprint; el pirata Pantani, de las altas cumbres; Bartoli, de las cl¨¢sicas; y Z¨¹lle, el rompe-cron¨®metros. Sin olvidar al zar destronado, Tonkov, y al actual poseedor de la corona, Gotti.
Y entre ellos, yo, que no me caracterizo precisamente por ser un virtuoso en el arte de darle a los pedales.
Y corriendo... ?s¨ª! ?Ya s¨¦ que m¨¢s despacio que ellos! Pero por algo son reyes, ?no? Que yo sepa, nadie les ha regalado la corona. Y aqu¨ª estoy, tres semanas de agon¨ªa, que se dice pronto.
As¨ª que, aunque no es precisamente amor lo que siento por esa m¨¢quina de dos ruedas, aunque no s¨¦ ni siquiera arreglar un pinchazo, soy ciclista, y as¨ª lo siento.
"?Y as¨ª, lo que me figuraba que no supon¨ªa nada para m¨ª, representa ni m¨¢s ni menos que toda mi vida! C¨®mo nos ignoramos". As¨ª empieza la novela de Proust que lee mi novio en la corsa rosa. Curioso, ?verdad?
Cu¨¢n repentinamente caemos en la cuenta de la importancia que tiene algo en nuestra vida. Si t¨² supieses, bicicleta, a pesar de lo que te admiro, hasta qu¨¦ punto te he llegado a odiar.Disc¨²lpenme, pero les dejo, que aunque Bilbao no es Italia ma?ana trabajo all¨ª, y me esperan unas cuantas horas de sill¨ªn, como hoy.
?Qui¨¦n dijo aquello de la imaginaci¨®n al poder?
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