?M¨¢s comunicaci¨®n no nos da m¨¢s libertad?, asegura Ignacio Ramonet

?Estamos acostumbrados a la idea de que en una sociedad sin comunicaci¨®n, sin informaci¨®n, no hay libertad. Y sin duda es cierto. Pero, desde hace 10 a?os, m¨¢s comunicaci¨®n no nos da m¨¢s libertad?. Es una idea central del ¨²ltimo libro de Ignacio Ramonet (Redondela, Pontevedra, 1943), La tiran¨ªa de la comunicaci¨®n (Debate), presentado en Valencia. El director de Le Monde Diplomatique asegura que el universo dictatorial pensado por George Orwell o Aldous Huxley, en el que el poder suprim¨ªa la comunicaci¨®n, ha dado paso a la ?asfixia comunicacional?, una sobreabundancia que degenera en ?la supresi¨®n de la libertad?.
Semi¨®logo, periodista y profesor de Teor¨ªa de la Comunicaci¨®n en la Universidad Denis Diderot, de Par¨ªs, Ramonet ilustra sus ideas con datos y an¨¦cdotas. Comenta que un n¨²mero dominical de The New York Times contiene m¨¢s informaci¨®n que la que recibi¨® Shakespeare en toda su vida. La saturaci¨®n de informaci¨®n, multiplicada por las nuevas tecnolog¨ªas, no garantiza el conocimiento de la verdad ni el descubrimiento de las informaciones censuradas.La censura -?dimensi¨®n del poder, con o sin democracia?, se?ala- ya no act¨²a por substracci¨®n, sino por acumulaci¨®n. ?Se puede censurar multiplicando las informaciones en las democracias?, manifiesta Ramonet, que recuerda el largo silencio sobre las negociaciones en la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) para el Acuerdo Multilateral sobre Inversiones (AMI), que garantiza a las multinacionales compensaciones de los pa¨ªses receptores en caso de p¨¦rdidas, ?poniendo en peligro la soberan¨ªa de los Estados?.
Autor de libros como Un mundo sin rumbo, Pensamiento cr¨ªtico versus pensamiento ¨²nico o C¨®mo nos venden la moto (con Noam Chomsky), Ramonet considera que el terreno est¨¢ abonado para la aparici¨®n de un mes¨ªas medi¨¢tico. ?Ser¨¢ alguien que se dirija al mundo entero y se interese por los 5.000 millones de pobres del planeta. Ser¨¢ una mezcla entre Gandhi y Diana Spencer e iniciar¨¢ una marcha desde Bangladesh, por ejemplo, en cierto modo similar a la marcha de Mussolini a Roma, con la demagogia que implica?.
Ramonet ha estudiado el impacto medi¨¢tico de la muerte de Diana Spencer y pone ¨¦nfasis en la gran atenci¨®n que le dedic¨® incluso la prensa m¨¢s seria y rigurosa.
En este entramado, la televisi¨®n juega un papel dominante, aunque no es la causante de todos los males. De hecho, Ramonet cree que se ?est¨¢ haciendo inteligente?, con la nueva televisi¨®n digital, al ofrecer la posibilidad de elegir entre muchos programas. No obstante, ?el mal uso de los informativos?, caracterizados por la superficialidad, el ?periodismo emocional hollywoodiense?, que descontextualiza las noticias, se ha convertido en un arma de manipulaci¨®n y falseamiento.
Es un modelo marcado por la instantaneidad entre el acontecimiento y su exhibici¨®n, sin mediar reflexi¨®n sobre lo que se ve -?ver es comprender?, es la m¨¢xima de los noticiarios-, que ha contagiado al resto de los medios. No en vano la televisi¨®n es la principal fuente de informaci¨®n de la mayor¨ªa de la gente, y, en su b¨²squeda de la est¨¦tica de la emoci¨®n, induce a errores hist¨®ricos -aunque no exclusivos de ella- como la guerra del Golfo o las matanzas de Ceausescu en Rumania.
En el tiempo que se tarda en leer una p¨¢gina de EL PA?S, los telediarios comprimen 20 o 30 noticias, indica el periodista. Los informativos de televisi¨®n marcan la noticia del momento y no reparan en verificar los hechos si ello reduce su impacto emocional. Ramonet afirma que el periodista est¨¢ en v¨ªas de extinci¨®n. Se transformar¨¢ en un ?instantane¨ªsta?, aunque a su juicio se est¨¢ produciendo una actitud cada vez m¨¢s cr¨ªtica entre los lectores m¨¢s j¨®venes, quienes asumen que ?informarse cuesta un esfuerzo?.
En la era de la informaci¨®n como mercanc¨ªa -el poder medi¨¢tico mueve el 10% de la econom¨ªa mundial-, con 120 millones de usuarios de Internet, supeditados los medios de comunicaci¨®n a la l¨®gica comercial del neoliberalismo y ?convertidos en el segundo poder, detr¨¢s del econ¨®mico y delante del pol¨ªtico?, el periodista se pregunta: ??C¨®mo podr¨¢ sobrevivir una prensa independiente??.
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