El adi¨®s de don Juan
Camina a pasitos cortos, aunque con la elegancia de un hombre de negocios, trajeado pero sin esconder la robustez de un trabajador infatigable -ha creado dos decenas de empresas; la ¨²ltima, un hotel en Chilches (Castell¨®n) hace dos semanas-. Todav¨ªa conserva sus costumbres del chupito de whisky y el buen comer, sigue tartamudeando mientras suelta sus frases-sentencias rotundas y espont¨¢neas, habla con orgullo de su marcapasos y su estirpada vejiga y, despu¨¦s de ascender al Alav¨¦s, su mayor ilusi¨®n es sobrevivir al cambio de milenio. Todo el alavesismo se cuadra cuando oye nombrar a Juan Arregui (Aretxabaleta, 1907), el presidente m¨¢s longevo del f¨²tbol espa?ol. En realidad, para cuando el Alav¨¦s naci¨®, en 1921, ¨¦l ya usaba pantalones largos. El s¨¢bado hizo oficial la decisi¨®n de abandonar el cargo. "Mi cardi¨®logo me ha dicho que lo vaya dejando si no quiero quedarme en cualquier momento. Es que el Alav¨¦s es lo que m¨¢s emociones me da", reconoci¨®. Por esta vez, obedeci¨® a los m¨¦dicos. Eso s¨ª, una vez cumplido el sue?o de toda una vida: devolver al Deportivo a Primera. El 11 de junio se decidir¨¢ su sucesor. Muy probablemente ser¨¢ Gonzalo Ant¨®n, vicepresidente y brazo ejecutor del Alav¨¦s en la ¨²ltima d¨¦cada, cuando ambos se hicieron cargo de la directiva con el equipo en Tercera divisi¨®n. "Ahora ¨¦l maneja el 70% . Yo le dejar¨¦ mi participaci¨®n y tendr¨¢ el 90%. Es absolutamente due?o de todo", desvel¨® el abuelo, temido entre sus colaboradores por su desinhibici¨®n ante la prensa. Arregui, no obstante, ocupar¨¢ el cargo de presidente honorario. Durante el simb¨®lico traspaso de poderes, ni mencion¨® el ¨²ltimo rifirrafe con sus directivos, ocurrido el mismo d¨ªa del ascenso, cuando se plante¨® dimitir porque ¨¦l se encontraba en Castell¨®n y no recibi¨® noticias de sus compa?eros de junta. "No me hicieron ni puto caso. No me toman en consideraci¨®n. No quiero saber nada de ellos", se quej¨® entonces. Hoy, aquel episodio ha quedado en el olvido. Con 90 a?os y medio, don Juan, como le conoce el alavesismo y toda Vitoria, tiene la fachada exterior y buena parte del mobiliario interior un tanto estropeados, pero de neuronas anda sobrado. Derrocha memoria y ojo cl¨ªnico para el negocio. Recuerda al detalle entrenadores, jugadores, fechas y, por supuesto, cifras. Gracias a ¨¦l, el club se salv¨® de la desaparici¨®n en 1986. A ¨¦l pertenecen las instalaciones y campos de Ibaia, el semillero de futuros jugadores, y que ahora pretende ceder a una fundaci¨®n a¨²n sin crear para uso exclusivo del Alav¨¦s. En total, Arregui ha presidido la entidad en tres etapas distintas. "Cincuenta a?os en total", precisa. "Pero este d¨ªa ten¨ªa que llegar; me veo obligado a marcharme. Y eso", comenta con un deje de lamento "que el ¨²ltimo m¨¦dico que me oper¨® en Nueva York me dijo que ten¨ªa el coraz¨®n como un b¨²falo". Pero no podr¨¢ evitar seguir yendo a Mendizorroza de vez en cuando, por mucho que el coraz¨®n se queje.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.