Por una participaci¨®n activa de las corporaciones locales
El autor defiende que no se debe dejar sin oportunidad de formaci¨®n y empleo a los parados, tanto j¨®venes como adultos
La Cumbre de Luxemburgo es la expresi¨®n de la voluntad de los jefes de Estado y Gobierno de la Uni¨®n Europea de anticipar en el tiempo lo previsto en el Tratado de Amsterdam en materia de empleo. Lo m¨¢s significativo de esta cumbre es, en definitiva, que se analizan los objetivos en materia de empleo de la Uni¨®n, se fijan los programas de actuaci¨®n para el periodo 1998-2004, se determinan las directrices, se emprenden un m¨ªnimo de acciones para el a?o 1998 y se establece el m¨¦todo para la elaboraci¨®n de los programas nacionales y su integraci¨®n comunitaria.Quiero manifestar, en primer lugar, la inexistencia en el Plan Nacional de Empleo de unos objetivos que cuantifiquen el nivel de empleo que se prev¨¦ conseguir para la mejor competitividad de nuestro sistema econ¨®mico y poder as¨ª alcanzar los niveles de bienestar y cohesi¨®n social que disfruta la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. ?ste, que es uno de los puntos que se consideran m¨¢s necesarios, no est¨¢ incluido en la propuesta. El esp¨ªritu de la Comisi¨®n y la Cumbre de Luxemburgo (celebrada el pasado noviembre) era fijar como referencia la necesidad de alcanzar una tasa de ocupaci¨®n (65%) y una tasa de desempleo (7%) significativa y estable.
Por el contrario, el Plan Nacional de Empleo tiene algunas diferencias con la metodolog¨ªa utilizada en esta cumbre. Por ello ser¨ªa necesario profundizar m¨¢s en el an¨¢lisis de la situaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola, sus puntos fuertes y d¨¦biles en relaci¨®n al empleo, sus oportunidades y amenazas, e introducir indicadores de innovaci¨®n para lograr la anticipaci¨®n necesaria a los cambios que permita abordar satisfactoriamente las necesidades en tiempos de empleo.
En el Plan Nacional de Empleo presentado se habla de los desequilibrios territoriales y sectoriales de forma muy general, lo que, a nuestro juicio, supone una no cuantificaci¨®n de estos desequilibrios. Al no expresar, tampoco, c¨®mo se actuar¨¢ para su minimizaci¨®n, cabe la posibilidad de la existencia de un margen excesivamente abierto a la discrecionalidad, que, aunque dada la voluntad del Gobierno no tiene por qu¨¦ ser considerada negativa, tampoco puede ser considerada como positiva.
Finalmente, el m¨¦todo propuesto en Luxemburgo indicaba un proceso muy participativo de elaboraci¨®n de la propuesta de la Uni¨®n. Los actores: Comisi¨®n, Parlamento, Comit¨¦ de las Regiones y Consejo Econ¨®mico Social, que adoptaron una resoluci¨®n de consenso. Este m¨¦todo ha sido ignorado en el Plan Nacional de Empleo, en cuya elaboraci¨®n no han participado las corporaciones locales.
Por tanto, reclamamos la inclusi¨®n en el documento del concepto de subsidiaridad, ampliamente extendido y aceptado en los pa¨ªses de nuestro entorno pero de escasa aplicaci¨®n en el caso espa?ol. Dif¨ªcilmente ser¨¢ posible cumplir los objetivos previstos sin la participaci¨®n activa y real de las corporaciones locales. No es la ¨²nica alternativa para gestionar pol¨ªticas de promoci¨®n de empleo, pero s¨ª es el ¨¢mbito donde resultan m¨¢s eficientes.
En concreto, planteamos para combatir el desempleo juvenil y prevenir el desempleo de larga duraci¨®n que no se debe dejar sin una actuaci¨®n ocupacional a ning¨²n desempleado joven que lleve menos de seis meses en esta situaci¨®n y a ning¨²n desempleado adulto antes de que hayan pasado 12 meses, tal y como recomiendan las directrices de Luxemburgo.
El cambio impulsado en Luxemburgo relacionado con pol¨ªticas activas y pasivas supone, de hecho, un compromiso de dif¨ªcil cumplimiento, salvo que se experimente un giro total en las prestaciones por desempleo, es decir, en el complemento de rentas. En todo caso es, probablemente, en el ¨¢mbito local donde se podr¨¢ abordar con mayor rigor social el debate sobre las prestaciones por desempleo y es en el territorio donde el equilibrio social act¨²a para no dejar a amplios sectores desatendidos.
Asimismo, la concepci¨®n de formaci¨®n permanente como base de un perfil profesional empleable exige una nueva orientaci¨®n del sistema educativo que permita que sea m¨¢s permeable al entorno econ¨®mico y laboral.
En nuestro pa¨ªs, el incremento del crecimiento econ¨®mico y de la productividad ha supuesto casi exclusivamente el mantenimiento del empleo. La reestructuraci¨®n del sistema productivo y de las empresas ha significado un cambio en la relaci¨®n entre empleo industrial y empleo del sector servicios.
Pero esta transformaci¨®n empresarial, fruto del cambio tecnol¨®gico y organizativo del sistema productivo, no ha resuelto los problemas de paro que se han generado derivados de la reestructuraci¨®n, ni dicha transformaci¨®n ha sido capaz de crear el n¨²mero de empresas con la capacidad de absorber los efectos humanos que proven¨ªan del incremento de la poblaci¨®n activa, en constante aumento por la presi¨®n demogr¨¢fica y la positiva incorporaci¨®n de la mujer al trabajo.
La ausencia de vocaci¨®n empresarial es, pues, uno de los principales d¨¦ficit en la econom¨ªa y cultura emprendedora espa?ola. Deber¨ªa darse prioridad en el Plan de Acci¨®n para el Empleo el an¨¢lisis riguroso de este hecho.
Se necesita crear y dar el impulso y desarrollo a las Redes Locales de Centros de Servicios a las Empresas. Por ello, el Plan Nacional de Empleo deber¨ªa tener en cuenta, a nuestro juicio, que la verdadera naturaleza del cambio productivo supone una revoluci¨®n en la competitividad de las empresas, tanto en los productos como en las competencias de sus equipos humanos.
Tambi¨¦n el tiempo de trabajo y la accesibilidad f¨ªsica al mismo, el transporte, conforman cada vez m¨¢s los elementos que inciden sobremanera en el empleo y la calidad del mismo.
Pensamos que una actuaci¨®n decidida en el terreno de la planificaci¨®n estrat¨¦gica local y comarcal es la que es capaz de lograr una concertaci¨®n en los objetivos, posibilidades y medidas a adoptar para garantizar la competitividad fuera del territorio y, por tanto, de sus empresas, sus recursos humanos y la ciudadan¨ªa en general.
En este asunto de alta sensibilidad social ser¨ªa necesaria una seria reflexi¨®n sobre si se debe actuar favoreciendo una actuaci¨®n tendente a minimizar los desajustes sociales b¨¢sicos en la discriminaci¨®n que padecen algunos sectores como la mujer, las personas discapacitadas o excluidas socialmente en el mercado de trabajo, o, por el contrario, posibilitar lo que dicen las leyes y remover los obst¨¢culos que impiden, especialmente a la mujer y a los discapacitados, el acceso al empleo.
Por ello deber¨ªa considerarse un plan nacional para la plena integraci¨®n de la mujer al mercado de trabajo, un plan nacional para la integraci¨®n de los discapacitados en el mercado laboral y un plan nacional contra la exclusi¨®n social.
Este plan tendr¨ªa que ir transitando todos los niveles institucionales y tener su ¨²ltima concreci¨®n en el entorno local. El plan, en sus diferentes niveles, deber¨ªa contar con el respaldo activo de todos los actores sociales, entidades no lucrativas que act¨²en en esos ¨¢mbitos y organizaciones empresariales.
En el proyecto hay un alto grado de indefiniciones que deben ser subsanadas en el ¨¢nimo de asumir Luxemburgo como directriz y, en todo caso, emplazarse a la subsanaci¨®n de las mismas en el devenir pr¨®ximo.
Los objetivos de Luxemburgo son alcanzables poniendo en pr¨¢ctica una nueva cultura del consenso y la participaci¨®n en la definici¨®n n¨ªtida de que el objetivo com¨²n y la prioridad es la lucha por el empleo y la cohesi¨®n social.
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