Que sepan que no he muerto
UN SUE?O CENTENARIO. ?Quiero dormir un rato, / un rato, un minuto, un siglo; / pero que todos sepan que no he muerto; / que hay un establo en mis labios; / que soy peque?o amigo del viento Oeste; / que soy la sombra inmensa de mis l¨¢grimas?. (Federico Garc¨ªa Lorca, Div¨¢n del Tamarit). M¨¢s de una voz ha advertido a tiempo que celebramos el centenario del nacimiento de Lorca y no el de su muerte, como si la memoria de un asesinato nos impidiera recordar la vida; como si no fuera esa vida luminosa lo que nos va a impedir olvidar la crueldad y la verg¨¹enza. Siempre hay alguien aqu¨ª que nos advierte de lo que tenemos que celebrar y c¨®mo para su propio provecho.LOS SIMPLISTAS. Menos mal que acaban de reunirse en Granada unos hispanistas y han llegado a la conclusi¨®n de que en Aberdeen tienen mejor visi¨®n de Lorca que los espa?oles, que somos unos simplistas, seg¨²n ellos, y vemos a un Lorca folcl¨®rico, homosexual y de izquierdas.
DERECHOS DE MARCA. No obstante, unos han decidido que su aportaci¨®n al centenario sea el estudio de la obra lorquiana o su repaso, otros lo han llevado al teatro con respeto, algunos lo han recreado con mayor o menor acierto, y no faltan quienes le hayan dado vida en im¨¢genes (Canal Plus), como Javier Rioyo y Jos¨¦ Luis P¨¦rez Linares -ignoro si a gusto de los hispanistas-, o Manuel Palacios, que lo busc¨® en La Habana; Juan Carlos Taibo, que sigui¨® sus huellas en Nueva York, y Manuel Mignona, que hizo lo mismo en R¨ªo de la Plata. Si todo eso ocurre y encuentra respuesta entre nosotros, es porque Lorca no es indiferente a nadie. Otra cosa es que est¨¦ en las camisetas, en las medallas, en los productos de souvenir y marketing, en el negocio puro y duro, pero eso no afecta a las costumbres de los hispanistas norteamericanos que llegan a Granada. No es la primera vez que Lorca resulta rentable para alguien, y antes de ahora, en su nombre, ya se hab¨ªan discutido derechos de marca.
RECUERDOS. Yo soy lorquiano en la intimidad, sin m¨¢s derecho a la apropiaci¨®n del genio que en la emoci¨®n privada que la lectura ofrece, donde alg¨²n hispanista nos concede que se pueda encontrar a un Lorca in¨¦dito. O en el recuerdo del ser vital¨ªsimo, cordial y generoso de quienes le conocieron y me lo contaron. Vicente Aleixandre me describi¨® una y otra vez su duende, amor¨ªos, notas de intimidad, gracias y correr¨ªas. Y cada vez que Aleixandre hablaba de ¨¦l -lo hac¨ªa con frecuencia- su voz cobraba vuelo, la emoci¨®n se le impon¨ªa. Volv¨ªa de memoria a sus poemas y uno ten¨ªa la impresi¨®n de que estaba hablando con alguien vivo, de alguien que podr¨ªa llegar en esa tarde y sentarse con nosotros. De haber sido as¨ª, seguramente hubiera llegado con retraso, por lo que me dice Jaime Salinas. Jaime recuerda c¨®mo en el rigor horario de su vida familiar, cuando Pedro Salinas, su padre y gran poeta, invitaba a Lorca a cenar, daban por descontado que cenar¨ªan tarde. Y llegaba al fin con flores, con sonrisas, entregado a los ni?os, Jaime y Solita, y nadie era capaz de reprocharle su retraso.
?FOLCL?RICO? Hablo con Imperio Argentina, que interviene en De Granada a la luna (?tico 7), con Enrique Morente, Lagartija, Nick, Company Segundo, Michael Nyman, Mar¨ªa del Mar Bonet y otros. Un acertado musical a Lorca. Me comenta Imperio lo mucho que a Federico le gustaba la copla y ganas me dan de mandarla a Aberdeen para que le ense?en los peligros de esos gustos. Ella siente mucho no haber llegado a conocerlo por culpa del conserje de un teatro de Par¨ªs que, cuando Federico fue a verla, le impidi¨® acceder a su camerino. Seguramente aquel conserje temi¨® lo que ahora teme Brian Morris en la mism¨ªsima Universidad de California: que semejante encuentro lo diera por folcl¨®rico.
?UN ROJO? Carlos Cano, que canta ahora por Espa?a las gacelas lorquianas del Div¨¢n del Tamarit, con cuya grabaci¨®n en compacto (EMI) he disfrutado mucho, ha de darse por aludido en el reproche que nos hacen los hispanistas. A uno por cantarlo y a otros por disfrutarlo. Y eso que nadie les habr¨¢ contado que suena all¨ª un ol¨¦ y es de Curro Romero. Tampoco s¨¦ si Cano decidi¨® cantar a Lorca por rojo, que es otra de las simplificaciones que ponen de los nervios a los ilustres profesores para satisfacci¨®n de Aznar. Ya se lo hab¨ªa planteado el presidente: ?Lorca de izquierdas?
?AMOR OSCURO? Querido Amancio Prada: tu dulce voz cantando unos sonetos de amor homosexual puede haber excitado al colectivo gay y tal vez por eso han hecho del poeta una bandera rosa, tal como sostiene desde la cat¨®lica Universidad de Lovaina Christian de Paepe. Pero tampoco gusta eso en la de Michigan. ?Lorca, gay, qui¨¦n dijo eso? Por favor, Amancio: calla.
POSDATA. El ex¨¦geta exclusivo s¨®lo admite su amor interesado, lo dem¨¢s es oscuro. O nada. Modos de apropiaci¨®n.
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