Una tierra de castigo
Los incidentes armados se han triplicado en el sur de L¨ªbano, donde seis ej¨¦rcitos dividen, cercan y protegen a la poblaci¨®n
ENVIADO ESPECIALLos incidentes armados se han intensificado en el ¨²ltimo mes en el sur de L¨ªbano, y han llegado a la cifra r¨¦cord de 150 operaciones en s¨®lo cuatro semanas. Pero la escalada del conflicto y la presencia de seis ej¨¦rcitos diferentes en la zona es habitual para unos habitantes que han aprendido a convivir con el estruendo de las bombas y que s¨®lo aspiran a poder recuperar un d¨ªa la tranquilidad perdida hace m¨¢s de 20 a?os.
Cada vez que la artiller¨ªa israel¨ª bombardea la aldea de Baarachit, F¨¢tima cierra los ojos. En la oscuridad de su refugio, esta viuda de 65 a?os, musulmana shi¨ª, evoca los recuerdos de una vida perdida en el sur de L¨ªbano y trata de fijar en su memoria la imagen de sus propios campos, cercados por seis ej¨¦rcitos. Es consciente de que vive en el borde de una zona de combate convertida ahora en una tierra de castigo.
Baarachit, a un centenar de kil¨®metros y a m¨¢s de una treintena de controles de Beirut, se encuentra dividida por una gruesa l¨ªnea de alambre de espino. A un lado se agrupan las ¨²ltimas casas del pueblo, las que han sobrevivido a las granadas, protegidas por los soldados irlandeses de las Fuerzas Interinas de las Naciones Unidas en L¨ªbano (FINUL), por los militares del Ej¨¦rcito de Beirut y por los contingentes invisibles shi¨ªes prosirios de Amal o los tambi¨¦n shi¨ªes, pero proiran¨ªes, de Hezbol¨¢.
?Son muchos ej¨¦rcitos. Pero ninguno de estos soldados puede hacer nada para que yo recupere y cultive mis campos, que est¨¢n al otro lado de la cerca. Era tierra buena. Crec¨ªa f¨¢cilmente el tabaco. Ahora se ha debido convertir ya en una finca yerma, llena de obuses y minas?, asegura F¨¢tima mientras extiende su brazo y apunta con su dedo la loma de una colina que se levanta ante la puerta de su casa, coronada por los sacos terreros de la posici¨®n del Ej¨¦rcito ocupante venida de Israel y de sus fieles colaboradores, los soldados del Ej¨¦rcito del Sur de L¨ªbano.
Baarachit ha perdido todos sus campos de cultivo y la mayor parte de sus 15.000 habitantes. La huida ha afectado sobre todo a sus hombres, que han preferido buscar refugio en la pobreza y miseria de Beirut, tras haber pasado obligatoriamente por las ciudades cercanas de Sid¨®n y Tiro. Existen, sin embargo, las excepciones de aquellos que pudieron establecerse en cualquier rinc¨®n del mundo y que ahora, a distancia, env¨ªan el dinero necesario para levantar en esa misma tierra los esqueletos de lo que alg¨²n d¨ªa ser¨¢n chal¨¦s de lujo.
?Aqu¨ª quedamos sobre todo las mujeres. Somos menos de un millar de habitantes. Vivimos con el coraz¨®n encogido. Yo s¨®lo puedo vivir en el s¨®tano de la casa. Estar en la planta de arriba es demasiado peligroso. En cualquier momento me podr¨ªan alcanzar los tiros de los israel¨ªes. Hace ya dos a?os destruyeron mi tienda y destrozaron parte de mi vivienda?, a?ade la mujer.
Baarachit no es un caso aislado. M¨¢s de medio centenar de poblaciones (65, seg¨²n las ¨²ltimas estad¨ªsticas) se encuentran diseminadas al borde de la franja del sur de L¨ªbano -la zona ocupada desde 1978 por los israel¨ªes- sobreviviendo gracias a la protecci¨®n y la asistencia que les ofrecen permanentemente los soldados de la ONU.
?Hemos logrado fijar y dar confianza a la poblaci¨®n para que regrese a sus casas?, asegura un portavoz de la FINUL desde detr¨¢s de una mesa en el cuartel general de Tiro, al tiempo que se?ala sobre un mapa cada una de sus posiciones de color azul, que, junto con las verdes del Ej¨¦rcito gubernamental de Beirut, tratan de administrar la zona.
El programa de protecci¨®n de las fuerzas de la ONU, a cargo de 4.468 soldados de nueve nacionalidades (Fiyi, Francia, Finlandia, Ghana, Irlanda, Italia, Nepal, Noruega y Polonia), ha conseguido hacer volver a la regi¨®n a 225.000 habitantes que huyeron a lo largo de las cuatro ¨²ltimas d¨¦cadas. Pero el mandato de estos soldados es restringido, ya que les impide intervenir directamente en el conflicto y evitar ser bombardeados, como cuando en abril de 1996 murieron 106 civiles vecinos de Cana que hab¨ªan buscado refugio en el cuartel general-hospital del contingente de pacificaci¨®n.
?El pasado mes de mayo ha sido el peor de los ¨²ltimos a?os para la zona. En poco m¨¢s de 30 d¨ªas hemos registrado 150 acciones de uno y otro bando?, asegura el portavoz oficial de la FINUL, Timur Goksel. Esa cifra triplica el r¨¦cord de acciones militares establecido el pasado mes de septiembre, con 51 operaciones.
El incremento de la actividad b¨¦lica se ha complicado con la falta de efectivos y la escasez de recursos econ¨®micos, seg¨²n se desprende de un reciente informe de la FINUL dirigido al Consejo de Seguridad de la ONU, en el que se reclama un incremento de su presupuesto mensual, que ahora es de poco m¨¢s de 10 millones de d¨®lares (1.500 milones de pesetas).
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