Confianza en el Ulster
EL ACUERDO de paz para el Ulster, aprobado por refer¨¦ndum en la Rep¨²blica de Irlanda y en la provincia brit¨¢nica el pasado d¨ªa 22, comporta no s¨®lo la creaci¨®n de nuevas instituciones panirlandesas, sino el desarrollo de medidas de confianza que hagan rentable , para protestantes y cat¨®licos, el cumplimiento de aquellas directrices. Entre ellas figura la progresiva liberaci¨®n de los presos, casi siempre terroristas, de ambos bandos.La ministra brit¨¢nica para Irlanda del Norte, Mo Mowlam, anunci¨® esta semana un proyecto de ley por el que en el plazo de dos a?os se revisar¨¢n los casos de hasta 400 detenidos, y es obvio que la inmensa mayor¨ªa saldr¨¢ de la c¨¢rcel, puesto que la garant¨ªa fundamental que se les pide es una genuina renuncia a la violencia , que los terroristas proclamar¨¢n sin vacilar. La ¨²nica otra limitaci¨®n es la de que los excarcelados sean miembros de organizaciones favorables al proceso de paz.
En la pr¨¢ctica, eso significa que algunos centenares de miembros del IRA, cuyo n¨²mero de detenidos es mucho mayor que el de los pistoleros protestantes, se convertir¨¢n en arrepentidos y recobrar¨¢n la libertad. La medida crear¨¢ inquietud entre los unionistas, porque implica devolver a la circulaci¨®n a una gran mayor¨ªa de los que muchos de ellos consideran enemigos irreconciliables. Esa inquietud crecer¨¢ m¨¢s en los pr¨®ximos meses en la medida en que se haga perentoria la obtenci¨®n de lo que puede ser la garant¨ªa definitiva para los protestantes de que el IRA se toma en serio la paz: la entrega de las armas por parte de la organizaci¨®n republicana.
Sobre este particular, el texto es deliberadamente impreciso, estableciendo tan s¨®lo que grupos como el IRA y la mayor organizaci¨®n de los terroristas protestantes, la UDA (Ulster Defence Association), ?deben cooperar plenamente? con una futura comisi¨®n de desarme, que supervisar¨¢ la eventual entrega de las armas. En teor¨ªa, los dos procesos deber¨¢n de ser paralelos: la excarcelaci¨®n y la rendici¨®n de arsenales. Pero en el juego de equ¨ªvocos que hizo posible la firma de Stormont, jam¨¢s pudo obtenerse del IRA la seguridad absoluta de que fuera a entregar las armas. Los republicanos han hecho siempre constar que el desarme ha de ser completo, es decir, que ha de incluir la retirada del Ej¨¦rcito brit¨¢nico de la provincia, y una reforma de la polic¨ªa del Ulster, integrada casi exclusivamente por protestantes y que, durante los casi tres cuartos de siglo de existencia de Irlanda del Norte, ha sido con frecuencia el brazo armado de la opresi¨®n unionista sobre la minor¨ªa cat¨®lica.
El primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, sabe que ¨¦sa va a ser su hora de la verdad y conf¨ªa en que en ese plazo de dos a?os las medidas de confianza permitan que comience el repliegue de los soldados y un cambio de naturaleza en el cuerpo de polic¨ªa que satisfaga a los republicanos. Es una apuesta arriesgada, pero quiz¨¢ s¨®lo esa ambig¨¹edad constructiva en la redacci¨®n de los acuerdos es la que ha permitido llegar a este esperanzador comienzo de paz. Por todo ello, es positivo que ahora se contemple la liberaci¨®n de los anta?o terroristas de ambos bandos, porque hay que crear razones sobre el terreno para que las dos comunidades perciban que, pese a todos los riesgos, val¨ªa la pena la paz.
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