Homosexualidad: lenguaje, biolog¨ªa y legislaci¨®n
Hay conceptos err¨®neos sobre la naturaleza que perviven a lo largo del tiempo porque est¨¢n incrustados en palabras que, en algunos de sus significados, custodian el error. ?sta parece ser la situaci¨®n actual con respecto a la homosexualidad. Si examinamos la ¨²ltima edici¨®n del Diccionario de la lengua espa?ola comprobamos que la persona homosexual est¨¢ incluida dentro de los significados de inversi¨®n, y no se olvide que invertir es ?alterar, trastornar las cosas o el orden de ellas?. Sin ¨¢nimo de utilizar las aristas peyorativas e hirientes del lenguaje, invito al lector a rastrear por el Diccionario palabras como afeminado, lesbiana, marica, maric¨®n, mariconada y, tambi¨¦n, marital y matrimonio. Es posible que llegue a la conclusi¨®n de que el lenguaje considera que la persona homosexual es un-a invertido-a y le adjudica las funciones y conductas de otro sexo. El tema no es balad¨ª, y supone una interpretaci¨®n biol¨®gica de la homosexualidad que no se sostiene desde un punto de vista cient¨ªfico.No puedo entrar en el espacio de este art¨ªculo a desgranar los conceptos de sexo gen¨¦tico, hormonal, morfol¨®gico (genital) y cerebral, o lo que se entiende por identidad sexual y orientaci¨®n sexual. Sin embargo, s¨ª puedo sintetizar, advirtiendo de la provisionalidad de las teor¨ªas cient¨ªficas, lo que pienso en relaci¨®n al tema que nos ocupa. Despu¨¦s de muchos a?os de investigar c¨®mo se conforma un cerebro masculino y femenino en los mam¨ªferos (algunos de los hallazgos de nuestro laboratorio han sido corroborados en nuestra especie), llegamos a la conclusi¨®n (Santiago Segovia y Antonio Guillam¨®n, Brain Research Reviews, 1993) de que, desde la neurobiolog¨ªa y la conducta, cada orientaci¨®n sexual constituye una dimensi¨®n propia. La orientaci¨®n sexual no se mueve a lo largo de un continuo hembra-macho; mujer-var¨®n, sino que el var¨®n heterosexual es una dimensi¨®n diferente de la mujer heterosexual y del var¨®n homosexual, y que ¨¦ste no tiene nada que ver con la dimensi¨®n neurobiol¨®gica de la mujer heterosexual. Por tanto, no se puede adjudicar la funci¨®n de ?mujer? al var¨®n homosexual ni la de ?var¨®n? a la mujer homosexual, porque la homosexualidad es una dimensi¨®n espec¨ªfica de nuestra especie en la naturaleza. Las dimensiones referidas a la transexualidad y a otras posibilidades de orientaci¨®n sexual merecen otro comentario que, ahora, complicar¨ªa el discurso.
Por muy ¨ªntimo y libre que parezca, nadie elige su orientaci¨®n sexual. Los genes y el ambiente, actuando sobre el sistema nervioso durante el desarrollo, preparan una estructura cerebral estable para cada dimensi¨®n. En lo que hace referencia a un cerebro de macho o de hembra heterosexuales, durante periodos anteriores y posteriores al parto se generan diferencias morfol¨®gicas que los distinguen. Es interesante que estas diferencias se producen en n¨²cleos y redes, o circuitos, cerebrales que est¨¢n relacionados con el control fisiol¨®gico de la reproducci¨®n y de las conductas sexual y parental. La interpretaci¨®n que damos a estas diferencias cerebrales es que en el macho heterosexual facilitan la expresi¨®n de la conducta sexual heterosexual y, adem¨¢s, inhiben en ¨¦l la expresi¨®n de la conducta sexual propia de la hembra. Con respecto a la hembra heterosexual, lo mismo: las diferencias cerebrales con respecto al macho facilitan las conductas propias de la hembra e inhiben que ¨¦sta se comporte como un macho. Luego la facilitaci¨®n o inhibici¨®n de las conductas sexuales propias del macho y de la hembra es la consecuencia de c¨®mo se diferencian una serie de n¨²cleos y redes neurales y no parece, pues, que exista un continuo entre el macho y la hembra heterosexuales.
El cerebro sexualmente diferenciado aprende conductas, estrategias, modelos correspondientes a su dimensi¨®n sexual. Debo a?adir que se sabe poco acerca de si el aprendizaje puede romper el patr¨®n morfofuncional de cada dimensi¨®n y, si lo hace, en qu¨¦ condiciones (si alguien est¨¢ interesado en este aspecto puede ver un trabajo de Breedlove en Nature, el 23 de octubre pasado, y tirar de la bibliograf¨ªa). A estas alturas alg¨²n lector se puede preguntar d¨®nde est¨¢ la libertad en la conducta sexual. En mi opini¨®n, la libertad o autonom¨ªa personal no se produce en la elecci¨®n de la dimensi¨®n sexual, sino c¨®mo cada persona obra dentro de su dimensi¨®n. En otras palabras, nadie puede elegir si tiene hambre o no, pero s¨ª puede decidir cu¨¢nto, qu¨¦, d¨®nde, c¨®mo come e incluso si ayuna. Con respecto a la orientaci¨®n sexual sucede lo mismo.
Durante la reciente legislaci¨®n sobre parejas se utilizaron t¨¦rminos como marital (?perteneciente al marido?) o matrimonio (?uni¨®n de hombre y mujer?), porque entre otras cosas es la ¨²nica relaci¨®n de pareja sobre la que existe legislaci¨®n. Pero dentro de la corteza de estas palabras se encuentra la falsa semilla que considera invertida a la persona homosexual. Adem¨¢s, la poblaci¨®n homosexual siempre ha estado legalmente desamparada, cuando no perseguida, y obligada a utilizar para definirse el lenguaje que identifica a otra poblaci¨®n (la mayoritaria heterosexual) con el peligro de poder llegar a creer que es lo que no es. Parece que algo as¨ª pudiera suceder. En un interesante trabajo, Guasch (Anagrama, 1991) recoge el modo en que los varones homosexuales se definen a s¨ª mismos (loca, blando, reprimido, macho, carroza). Todav¨ªa m¨¢s, el concepto que se arrastra de inversi¨®n tampoco es aplicable a la bisexualidad. Para la persona bisexual no hay pareja, pero s¨ª tr¨ªo que, en algunas de sus combinaciones, puede participar de paternidad, maternidad o adopci¨®n. Que se preparen los expertos en derecho sucesorio, porque en este caso, muy importante y siempre olvidado, una tercera persona puede tener derechos de los que nadie habla ni se preocupa.
Si lo que he comentado hasta el momento es cierto, es decir, que el lenguaje sobre la homosexualidad, ya provenga de hetero o de homosexuales, no se corresponde con la biolog¨ªa homosexual, ser¨ªa necesario un esfuerzo de reflexi¨®n y respeto por parte de la sociedad y de los legisladores. Todos sabemos que el sol no se pone, pero hablamos de puestas de sol sin que le cambie la vida a nadie. A la minor¨ªa homosexual, hasta una puesta de sol afecta a su expresi¨®n.
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