El desaf¨ªo del empleo a la comunidad educativa
El desempleo masivo desaf¨ªa a la Europa de Maastricht. El Libro Blanco de Delors (1993) ya se sorprend¨ªa por la baja intensidad de empleo generado por nuestro crecimiento econ¨®mico. Entre 1970 y 1992, la econom¨ªa espa?ola creci¨® un 103%. Pero, en 1992, la tasa de empleo era de hecho un 0,3% inferior a la de 1970. Es verdad que otras econom¨ªas de la UE muestran tambi¨¦n crecimientos bajos de empleo. El c¨ªrculo virtuoso (crecimiento- consumo-empleo-crecimiento) de la posguerra dej¨® de funcionar. Durante el mismo periodo 1970-1992, el crecimiento total de la producci¨®n y del empleo fue en Alemania del 70% y el 11%; en Francia, del 77% y 6%; en Italia, 85% y 18%, y en el Reino Unido, 51% y 3%.Los economistas se?alan la peculiaridad del crecimiento econ¨®mico espa?ol. Hay que cambiar, seg¨²n ellos, el modelo de crecimiento, porque ?la soluci¨®n al problema del empleo en Espa?a no se va a encontrar en el crecimiento econ¨®mico tradicional? (J. Gual Sol¨¦). El Gobierno espa?ol concurre a la cumbre de Cardiff con un Plan de Acci¨®n para el Empleo, en el que parece darse por supuesto que la estabilidad derivada de nuestra pertenencia a la UEM consolida una expansi¨®n econ¨®mica sostenida, capaz de mantener indefinidamente el crecimiento del empleo.
De hecho, el crecimiento del producto est¨¢ tirando ahora con fuerza de la demanda de trabajo. Las curvas del PIB y del empleo en los dos ¨²ltimos decenios se acercan principalmente en las crestas de crecimiento. En los descensos del primero, el empleo se desploma con m¨¢s rotundidad, como si estuviera desprovisto de otras defensas extraecon¨®micas. Por lo visto, destruimos empleo con m¨¢s facilidad que lo creamos. ?Recuperamos s¨®lo desempleo coyuntural o estamos verdaderamente creando otra estructura de futuro? Doctores tiene la econom¨ªa...
En todo caso, ser¨ªa aconsejable que no nos dej¨¢ramos seducir por las perspectivas de crecimiento. Si contemplamos el problema s¨®lo por el lado de la demanda, obtenemos una visi¨®n parcial. Estas reflexiones se mueven en la hip¨®tesis de mejorar la oferta: elevar la estructura cultural de la mano de obra, mejorar las cualificaciones y competencias desde la ense?anza reglada. Acabar con los porcentajes desmesurados del fracaso escolar, entendiendo por tal no s¨®lo el de los que abandonan los estudios prematuramente, sino tambi¨¦n el de aquellos que, con las cualificaciones obtenidas, no logran insertarse en el mercado laboral existente. Por supuesto, hay que reparar con urgencia los da?os de una cat¨¢strofe. Pero es m¨¢s importante prevenirla. En la ense?anza habr¨¢ que mejorar el sistema de formaci¨®n reglada para impedir que se perpet¨²en da?os sociales mucho m¨¢s graves. Entre otros, el que se sigan generando candidatos al desempleo de larga duraci¨®n.
Como afirma el Plan para el Empleo del Gobierno brit¨¢nico, ?la educaci¨®n es la piedra angular de la empleabilidad y de la formaci¨®n continua... Por eso nuestra pol¨ªtica no tiene como objetivo simplemente reducir el n¨²mero de los que abandonan prematuramente el sistema educativo. Se centra m¨¢s bien en el nivel de cualificaci¨®n educativo adquirido?. No es parad¨®jico que los pa¨ªses de la UE con ¨ªndices de fracaso escolar m¨¢s bajo (inferior al 10%) sean precisamente los m¨¢s severos y partidarios de evaluar sus sistemas educativos a la hora de reducir el paro. Como dice el plan holand¨¦s, ?los primeros responsables para resolver el fracaso escolar son los centros educativos?. Alemania, el pa¨ªs de la formaci¨®n dual con el sistema m¨¢s sensible a la transici¨®n de la escuela al trabajo, reconoce la necesidad de dar mayor importancia a la ense?anza general secundaria y al aprendizaje de las capacidades b¨¢sicas; ha puesto en marcha un plan de reforma del aprendizaje profesional.
No basta dar por supuesta la centralidad de la formaci¨®n reglada, y menos en Espa?a. El fortalecimiento del di¨¢logo social, el incremento de las pol¨ªticas activas, el impulso a la cultura empresarial, la potenciaci¨®n de la estabilidad en el empleo, la reducci¨®n selectiva de costes no salariales y la mejora de los servicios p¨²blicos de empleo, por muy importantes y urgentes que se les considere, tender¨¢n a desentenderse de la comunidad educativa y terminar¨¢n apropi¨¢ndose de un protagonismo que no les pertenece. M¨¢s a¨²n, es necesario reconocer expl¨ªcitamente la centralidad de la educaci¨®n secundaria general y profesional dentro de todo el sistema. En ella culmina la educaci¨®n general m¨¢s elevada de la mayor¨ªa de nuestros j¨®venes. A la vez, los estudios medios act¨²an como motor generador de fuerzas expansivas que alcanzan a todo el campo educacional. Su relaci¨®n con el trabajo y con los derechos c¨ªvicos en libertad y democracia es m¨¢s que evidente. En la secundaria se alimentan tambi¨¦n las demandas de estudios superiores. El debate sobre los estudios secundarios es, por su propia naturaleza, interminable, porque se ve obligado a reflejar el cambio social y el de los valores vigentes en cada momento en la sociedad.
Este desaf¨ªo a la comunidad educativa coincide en Espa?a con la LOGSE no totalmente implantada, con la prometida y dilatada transferencia educativa a las comunidades aut¨®nomas y con la puesta en pr¨¢ctica del Nuevo Programa Nacional de Formaci¨®n Profesional. Tres grandes transformaciones convergentes sobre los estudios secundarios. La expansi¨®n poblacional de cualificaciones del segundo ciclo de la ense?anza secundaria general y profesional ha sido espectacular. S¨®lo en el ¨²ltimo decenio (1987-1997), los espa?oles que coronaron los estudios medios, incluidos los que llegaron a los universitarios, aumentaron 18 puntos: pasaron de un 34% a un 52%. No deber¨ªan ignorarse estos datos a la hora de valorar nuestro capital humano.
La estructura del desempleo en Espa?a es m¨¢s alarmante que el n¨²mero de parados. Bastan dos datos para medir su gravedad: el 70% de los registrados como demandantes de trabajo no tienen estudios superiores a la educaci¨®n b¨¢sica. Y el 41,5% ha superado ya los l¨ªmites de desempleo de larga duraci¨®n, seg¨²n el criterio adoptado como referencia en el Consejo de Luxemburgo. El Gobierno se propone concentrar las actuaciones de empleo y empleabilidad sobre un mill¨®n de personas m¨¢s necesitadas. Preocupan especialmente las mujeres, que llegan a un 55,5% del total de los desempleados; se
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pretende en general mejorar su capacidad de inserci¨®n profesional. Tambi¨¦n los menores de 25 a?os que han pasado seis meses en paro (259.000 de 1997 y los 312.000 que se ver¨¢n en esa circunstancia durante 1998). El n¨²mero de adultos en 1997 que ya han superado los 12 meses de desempleo se cifra en 888.000, y a ellos se sumar¨¢n otros 420.000 en el presente a?o. La opini¨®n p¨²blica espa?ola tiene menos conciencia del discapacitado que busca empleo. En el plan de acci¨®n se incluyen ¨²nicamente los 40.000 registrados, pero son muchos m¨¢s.
La estructura de la poblaci¨®n ocupada demuestra por s¨ª misma el valor de las cualificaciones y la necesidad de insistir en su mejora cualitativa. De los casi trece millones de hombres y mujeres con empleo, s¨®lo un 6% se mantiene todav¨ªa sin cualificaci¨®n acad¨¦mica. Un 27% trabaja con la cualificaci¨®n m¨ªnima de estudios primarios. Seis millones y medio (el 50%) se acreditan con titulaciones de estudios medios y t¨¦cnicos profesionales. Y algo m¨¢s de dos millones (un 17%) ostentan t¨ªtulos superiores. Carecemos a¨²n de criterios objetivos para evaluar la calidad de estas cualificaciones como hacen en otros pa¨ªses de la UE.
El ¨ªndice de fracaso escolar sigue siendo alto, un 22% frente al 8,8% de Alemania. El Nuevo Programa Nacional de Formaci¨®n Profesional se propone potenciar los programas de Garant¨ªa Social, previstos ya en el art¨ªculo 23.2 de la LOGSE, para los alumnos que no alcancen los objetivos de educaci¨®n secundaria obligatoria. Son cuatro las modalidades: iniciaci¨®n profesional, talleres profesionales concertados, programas para j¨®venes con necesidades educativas especiales y la modalidad de formaci¨®n-empleo, organizada fundamentalmente por los ayuntamientos. Los tres subsistemas de ense?anza reglada para adultos, de formaci¨®n ocupacional y de formaci¨®n continua deber¨ªan encomendarse a los centros, tanto estatales como concertados. De esto han dado ejemplo ya al menos las autoridades auton¨®micas de Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco. Es absolutamente necesaria la implicaci¨®n de las empresas con los centros.
Las actuaciones que ahora propone el Gobierno suponen un esfuerzo gigantesco de coordinaci¨®n en el campo de formaci¨®n ocupacional y responden a las 19 directrices aprobadas en Luxemburgo. Su novedad reside en ensayar un nuevo modelo de gesti¨®n basado en la coordinaci¨®n de los esfuerzos de todos los implicados y la clarificaci¨®n y adecuada asignaci¨®n de recursos para el logro de los fines conseguidos. En ninguna de estas modalidades deber¨ªa estar ausente la comunidad educativa. La inmensa mayor¨ªa de las fuerzas sociales que la componen firmaron hace ya ocho meses la Declaraci¨®n Conjunta en la que superaban sus diferencias con tal de apostar por una mayor calidad de ense?anza con criterios de universalidad y de equidad. El Gobierno hace bien ahora en acudir a reparar los da?os del paro. Pero ?se puede creer que lo consiga sin tomar en serio las propuestas acordadas por los profesionales de la educaci¨®n?
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