El infarto que salv¨® la cabeza del t¨¦cnico
Algunos jugadores de Nigeria pidieron al dictador fallecido el despido de Milutinovic
Bora Milutinovic ya ten¨ªa bien ganado a pulso el apodo de brujo. Su r¨¦cord habla por s¨ª solo: el t¨¦cnico serbo-mexicano es el ¨²nico de los 32 seleccionadores en Francia presentes que ha llevado a tres selecciones diferentes y de nivel deportivo indiferente (M¨¦xico, Costa Rica y Estados Unidos) a los octavos de final de un Mundial. No necesitaba, pues, un ¨²ltimo milagro no deportivo para acrecentar su bien ganada fama. Pero se produjo. Sucedi¨® el lunes. A primeras horas de la tarde lleg¨® al Chateau de Bellinglise disfrazado de telegrama: el dictador de Nigeria, el general Sani Abacha hab¨ªa muerto, oficialmente v¨ªctima de una crisis cardiaca. La cabeza de Milutinovic estaba a salvo. Moment¨¢neamente y por los pelos.El cargo de seleccionador en Nigeria es un puesto contingente. Milutinovic hace el quinto en la lista de los ¨²ltimos cuatro a?os. Y ni siquiera los ¨¦xitos (la explosi¨®n de buen juego en el Mundial de EE UU, el oro en Atlanta) o las promesas que aventuran que Nigeria liderar¨¢ la revoluci¨®n africana en el f¨²tbol mundial, son argumentos a los que se pueda agarrar un entrenador. El ¨²nico punto de referencia s¨®lido era, hasta el lunes, la voluntad del sangriento y corrupto dictador. Los S¨²per ?guilas eran su equipo privado. Y los jugadores, sus ni?os mimados. Algunos, como sus hijos putativos. ?stos, los Amokachi, West, Kanu, Okocha, Babangida y Okechukwu, tambi¨¦n educados en el estilo de los golpes de Estado y los motines, ya hab¨ªan logrado hace un par de semanas, previa visita al palacio presidencial de Aso Rock, en Abuja, la nueva capital del pa¨ªs, reintroducir en la lista para el Mundial a los proscritos Rufai, Iroha y Eguaoven. Pero aquello era poco, su nuevo objetivo iba m¨¢s all¨¢.
Cuando en la ¨²ltima semana, el primer rival de Espa?a en el Mundial sufri¨® dos goleadas consecutivas ante Yugoslavia (3-0) y Holanda (5-1), el clan m¨¢s influyente de los jugadores crey¨® que las condiciones para el golpe estaban dadas. Justo despu¨¦s del partido con Holanda, el viernes pasado, recibieron en su hotel de Amsterdam a Jo Bonfrere, el t¨¦cnico holand¨¦s que les condujo al oro ol¨ªmpico. All¨ª, delante de las narices de un alica¨ªdo Milutinovic, charlaron y rieron en el bar. Poco despu¨¦s cogieron el tel¨¦fono y llamaron al palacio de Abacha. A sus cercanos les pidieron la cabeza de Milutinovic incluso antes del partido ante Espa?a. Al sustituto lo ten¨ªan al lado. A la espera de respuesta estaban, y filtrando la nueva a los periodistas, cuando la noticia que les lleg¨® fue la de la muerte de su protector. Y no parece que en la lista de prioridades de su sucesor, el general Abdulsalam Abubakar, figure a¨²n la selecci¨®n de f¨²tbol.
Los problemas con Milutinovic, conocido defensor del orden, y el trabajo en el campo, surgieron por la tendencia nigeriana a jugar con libertad. Con cuatro defensas (dos centrales y dos laterales ofensivos), un solo centrocampista defensor y un organizador, los cuatro delanteros jugaban a su aire. Hasta que en diciembre de 1997 lleg¨® Milutinovic y les habl¨® en chino: todos deben trabajar porque la base es recuperar balones. Ahora, el t¨¦cnico, m¨¢s p¨¢lido de lo habitual, mantiene la compostura. "No me siento amenazado", dice. "Todo eso son cuentos de los periodistas. No tengo presi¨®n".
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