El temor sustituye al luto
?frica occidental espera sobrecogida los efectos de la era de incertidumbre que se abre para el gigante nigeriano
Pocos nigerianos lamentar¨¢n la muerte del general Sani Abacha, un l¨ªder sumamente impopular. Pero mientras Nigeria aguarda se?ales m¨¢s claras de su futuro pol¨ªtico, casi toda la naci¨®n est¨¢ en un estado de temor. El legado de Abacha es un Ej¨¦rcito dividido y desmoralizado, sin una l¨ªnea de sucesi¨®n clara; una clase pol¨ªtica cuyos l¨ªderes han sido encarcelados o empujados al exilio, y una econom¨ªa nacional saqueada hasta quedar en la penuria. Las trampas que dej¨® en el camino de la naci¨®n podr¨ªan no s¨®lo desgarrar violentamente el pa¨ªs m¨¢s poblado de ?frica, sino que tambi¨¦n podr¨ªan hacer estremecerse a todos los pa¨ªses de ?frica occidental que gravitan alrededor del gigante demogr¨¢fico de esta regi¨®n.Abacha, que gobern¨® con un estilo rayano en la paranoia aguda, dej¨® un Ej¨¦rcito que es a la vez el m¨¢s numeroso de ?frica y tal vez el menos unido. Sucesivas oleadas de purgas de oficiales de alto rango, falsos juicios de adversarios sospechosos y favoritismo ¨¦tnico mantenido desde hace tiempo en los cuerpos de oficiales han dejado a muchos comandantes profundamente desmoralizados y albergando peligrosas sospechas respecto a los dem¨¢s. ?Muchos de nosotros hemos dedicado nuestra vida al Ej¨¦rcito porque nos ense?aron a creer que el Ej¨¦rcito ten¨ªa algo vital que ofrecer a la naci¨®n?, dijo un general veterano en una entrevista reciente. ?Sin embargo, esto no incluye la pol¨ªtica, y tenemos un mont¨®n de oficiales que han llegado a considerarse pol¨ªticos permanentes. Al comportarse de este modo, nos est¨¢n arrastrando a todos?.
Con los sentimientos tan en carne viva y diferencias de opini¨®n tan grandes entre los que desean volver a un Ej¨¦rcito republicano cl¨¢sico y los que durante a?os han codiciado el poder militar como medio de acceder a las abundantes riquezas petrol¨ªferas del pa¨ªs, muchos temen ahora una divisi¨®n abierta y potencialmente violenta. ??Hasta qu¨¦ punto est¨¢ dividido el Ej¨¦rcito? Seriamente dividido?, dice Bolaji Akinyemi, ex ministro de Asuntos Exteriores nigeriano. ??Qu¨¦ fuerza tiene cada facci¨®n? Nadie lo sabe. Lo que s¨ª es seguro es que es un momento muy peligroso?.
La inesperada muerte de Abacha se produjo menos de cuatro meses antes de una transici¨®n hacia el r¨¦gimen civil elegido democr¨¢ticamente que llevaba tiempo prometiendo. Incluso si el alto mando nigeriano es capaz de sostener un frente razonablemente unido y presentar otro plan ideado por oficiales para una ?transici¨®n a la democracia?, como han hecho otras siete dictaduras militares que han dominado la historia del pa¨ªs desde que obtuvo la independencia del Reino Unido, no hay nada que indique que la clase pol¨ªtica se va a quedar mansamente cruzada de brazos esperando los resultados. En las horas que siguieron a la muerte de Abacha ya hubo apasionados llamamientos renovados para restaurar el mandato presidencial de Moshood Abiola, el empresario millonario que muchos creen ganador de las elecciones de 1993, anuladas por el Ej¨¦rcito.
Otros, que sospechan que el Ej¨¦rcito no tiene ninguna intenci¨®n de abandonar el poder, han advertido de la posibilidad de que se extienda el desorden.
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