Do?ana: ecolog¨ªa y pol¨ªtica
Los hechos y sus consecuencias. Han pasado siete semanas desde la rotura de la presa de decantaci¨®n de la mina de Aznalc¨®llar, propiedad de la empresa sueco- canadiense Boliden, que arroj¨® cinco millones de metros c¨²bicos de agua y lodos t¨®xicos con sedimentos de metales pesados y que se ha conocido como el desastre ecol¨®gico de Do?ana. Durante todo este tiempo hemos ido conociendo los hechos y sus consecuencias en un goteo interesado de informaciones, que cuestiona la credibilidad de las fuentes, pero que no puede minimizar ni suavizar lo evidente: nos encontramos ante una grav¨ªsima situaci¨®n medioambiental de causas econ¨®micas y pol¨ªticas.M¨¢s de dos millones y medio de metros c¨²bicos de lodo t¨®xico esparcidos por los cauces y m¨¢rgenes de los r¨ªos Agrio y Guadiamar, pendientes todav¨ªa de retirar. Cada tonelada de lodo contiene 25 kilos en cantidades variables de ars¨¦nico, plomo, zinc, cobre, cobalto, bismuto, cadmio y mercurio, junto a la presencia del potente raticida talio, todo ello en part¨ªculas peque?as de gran movilidad y toxicidad, susceptibles de ser inhaladas al liberarse en el medio natural.
M¨¢s de 30.000 kilos de peces y aves muertos, huevos y nidos destruidos. M¨¢s de 4.000 hect¨¢reas de suelo contaminadas, de las cuales 2.000 hect¨¢reas son de uso agr¨ªcola, afectando a 400 agricultores, que han perdido cosechas y seguramente tierras de manera irreversible. A los que hay que a?adir los 520 trabajadores de la mina de pirita, que la empresa Boliden ha cerrado, y que han visto sus contratos cancelados, regulados o condicionados a una reapertura lejana y quiz¨¢s improbable.
?stas son algunas de las consecuencias que podemos medir en metros c¨²bicos y cifras. Todas evitables. Pero indicadores insuficientes todav¨ªa para medir la imprevisible evoluci¨®n de una naturaleza agredida que ha cercado e infectado de veneno a Do?ana, el Parque Natural m¨¢s emblem¨¢tico de Europa. Y escenario de las mejores fotos de las parejas gubernamentales de moda de los l¨ªderes europeos, que las coyunturas pol¨ªticas del momento nos ofrecen en sus visitas a nuestro pa¨ªs.
La respuesta de las empresas. Boliden, propietaria de la mina y de la balsa, act¨²a seg¨²n sus l¨®gicas. Denunciada en 1993 y expedientada ya en 1996, insuficientemente controlada y d¨®cilmente vigilada, ha acumulado en la balsa residuos minerales para los que estaba autorizada y otros residuos qu¨ªmicos altamente t¨®xicos, para los que no lo estaba. Financiada en parte con dinero p¨²blico, ha llenado la balsa -cementerio de residuos t¨®xicos- en cantidades y caudales para los que no estaba preparada, y sus planes de vigilancia, seguimiento, control y emergencia no han funcionado por negligentes o inexistentes. Su actitud ante el m¨¢s que previsible delito ecol¨®gico y el delito contra la salud p¨²blica al que deber¨¢n de hacer frente sus responsables es el de anunciar el eventual pago de indemnizaciones cubiertas por su p¨®liza de seguros.
As¨ª, obscenamente, la empresa incumple concesiones, act¨²a irresponsablemente, desv¨ªa fondos p¨²blicos, seg¨²n las ¨²ltimas informaciones period¨ªsticas, y se limitar¨¢ a pagar algunos da?os. Accidentes econ¨®micos previstos en la cuenta de explotaci¨®n, asegurados por p¨®lizas. No hay problema. La empresa no ha perdido un ¨¢pice en su cotizaci¨®n en Bolsa ni ante sus accionistas. Est¨¢ todo previsto. Exigencia de la eficacia empresarial. El sistema lo permite todo mientras puedas pagar una responsabilidad que, en este caso, m¨¢s parece el precio de la impunidad. A cu¨¢nto se cotiza la tonelada de pez muerto o el kilo de nido destruido son preguntas imposibles en el sistema operativo de un mercado de valores sin valores. Es m¨¢s, quiz¨¢s y parad¨®jicamente, otras empresas sacar¨¢n tajada, ya que su negocio consiste en paliar las consecuencias letales de los desastres ecol¨®gicos. El mercado se nos presenta as¨ª no s¨®lo como pensamiento y sistema ¨²nico, sino tambi¨¦n como oferta y respuesta t¨¦cnico-empresarial ajena a los costes reales que recaen sobre el planeta y la humanidad, nunca contabilizados en las cuentas de explotaci¨®n. Es estupendo.
La respuesta de las administraciones. El bochornoso cruce de acusaciones entre qui¨¦n es responsable y qui¨¦n es competente que la Administraci¨®n central y la auton¨®mica se han cruzado desde el primer momento s¨ª que ha puesto en evidencia las irresponsabilidades y las incompetencias de los m¨¢ximos responsables administrativos para diagnosticar el alcance de los problemas, para coordinar las actuaciones adecuadas, para organizar las tareas, para acelerar los tr¨¢mites y los procesos legales.
En definitiva, ha puesto en evidencia que lo ecol¨®gico no debe conocer fronteras administrativas, que lo ecol¨®gico es intransferible por inseparable, porque afecta de manera transversal a lo medioambiental, a lo natural, a lo econ¨®mico y a lo pol¨ªtico. Que las irresponsabilidades no se miden desde o por el supuesto color pol¨ªtico de quien las comete. Que pretender comprender lo ecol¨®gico desde las trincheras jur¨ªdicas y legales de la Ley de Aguas o la Ley de Minas es no s¨®lo de una ignorancia imposible en un gestor p¨²blico, sino -me temo- de una interesada concepci¨®n de lo ecol¨®gico, que reducido a medioambiental, quiere evitar la cuesti¨®n de fondo sobre por qu¨¦ es imposible seguir pensando lo econ¨®mico subordinando la sostenibilidad al beneficio avaro y sin l¨ªmites.
Y hay l¨ªmites. Los que marca la ley y los de la ley de lo natural y de lo vivo, que anunciados por la comunidad cient¨ªfica en todo el mundo proponen respuestas sensatas ante el caos organizado y especulador de una econom¨ªa en la que todo vale. Dejo para otro d¨ªa la responsabilidad de un sistema judicial que, ausente, se limita a desestimar recursos y diligencias por defectos de forma. Defendiendo las formas, ignorando el fondo y los hechos, algunos contribuyen a la impunidad de quien comete delitos por acci¨®n u omisi¨®n.
Las propuestas. Durante todo el tratamiento informativo de los hechos que hemos descrito, la consideraci¨®n de los medios de comunicaci¨®n ha sido la de clasificar la tragedia de ecol¨®gica o medioambiental, y la de tratar estos temas desde las p¨¢ginas de sociedad de los peri¨®dicos. Ausente la ecolog¨ªa de la pol¨ªtica y de la econom¨ªa, ha sido reivindicada por una diversificada y competitiva gama de organizaciones ecologistas. Tambi¨¦n, casi por alusiones, desde la ¨²nica formaci¨®n pol¨ªtica con etiqueta verde homologable.
Gracias a ellos hemos podido escuchar las denuncias que acusan de minimizar lo ocurrido con silencios c¨®mplices y encubrimientos mutuos entre las administraciones y la empresa, en un episodio que les cuestiona a casi todos por igual. Parece que la l¨®gica ?o todos ganamos o todos perdemos? se va a imponer para que no sepamos al final qu¨¦ pas¨® y qui¨¦n o qui¨¦nes son los responsables, competentes o no.
Pero la denuncia imprescindible no es suficiente si queremos avanzar en el objetivo de fondo. Que no puede ser otro que el de cuestionar lo pol¨ªtico y lo econ¨®mico con una nueva l¨®gica ecol¨®gica, que sumada a otras rebeld¨ªas a favor de la solidaridad y las libertades deben constituirse en una energ¨ªa capaz de modificar pol¨ªticas y propuestas.
El pensamiento ecol¨®gico no es s¨®lo patrimonio de los expertos ni puede reducirse a los m¨¢s sensibles. Tiene que atravesar e impregnar todas las sensibilidades. Es demasiado serio lo que nos jugamos para que dependa de nuestros personalismos y del grado de madurez de nuestras organizaciones. Superemos las visiones parciales que nos sectorializan -yo con Bosnia o Chiapas; t¨² con los delfines, y ¨¦l con el sida- para redescubrirnos en un creativo y complementario nosotros y nosotras, consciente de sus posibilidades, con una visi¨®n de conjunto desde la autonom¨ªa. Nada est¨¢ separado. Y quien nos quiere especializados, nos quiere divididos.
Avancemos sin demoras. Los retos no esperan. Aparquemos las desconfianzas entre nosotros, en la configuraci¨®n de un polo de progreso plural, activo, capaz, y que sume sensibilidades. Para combatir las pol¨ªticas conservadoras de derecha y de izquierda que impiden la revitalizaci¨®n del espacio progresista hoy y hacia el siglo XXI, que s¨®lo ser¨¢ posible si hacemos la paz con el planeta y entre los seres humanos.
Para que la ecolog¨ªa est¨¦, definitivamente, en las p¨¢ginas de pol¨ªtica, como la solidaridad en las de econom¨ªa y lo humanitario en las de internacional. Por nosotros y por las generaciones futuras.
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