Intel, bajo sospecha
LA COMISI?N Federal de Comercio (FTC), organismo dependiente del Gobierno de Estados Unidos, ha demandado a la empresa Intel, fabricante de la mayor¨ªa de los microprocesadores (chips) presentes en los ordenadores, especialmente en los ordenadores personales. En un caso que recuerda el procedimiento judicial abierto hace unas semanas contra Microsoft a instancias de la fiscal general, a Intel se le acusa de abusar de su posici¨®n de dominio como proveedor de microprocesadores para forzar a algunas de sus empresas clientes.La demanda se basa en los casos de las sociedades Compaq, Digital Equipments e Intergraph, que necesitan los chips producidos por Intel para ensamblar el hardware que luego ponen en el mercado. Compaq, en particular, es el primer productor de ordenadores personales del mundo. Aunque los detalles difieran, el fondo es parecido en los tres casos. Intel ha castigado a estas empresas por no aceptar las condiciones dictadas para la transferencia de patentes de su propiedad. El castigo ha consistido en negarles la informaci¨®n t¨¦cnica para que pudieran preparar el ensamblaje de los ordenadores que iban a poner a la venta. Dicha informaci¨®n se facilita a todas las empresas clientes de Intel con tiempo suficiente para preparar el lanzamiento de nuevos productos . Intel discrimin¨® a esas tres empresas, caus¨¢ndoles un claro perjuicio al impedirles competir en pie de igualdad con otros proveedores de hardware . Dada la posici¨®n de cuasi monopolio de Intel, no les era posible acudir a otros fabricantes.
Como en el caso de Microsoft, la FTC no reprocha a Intel su posici¨®n dominante, sino que use ¨¦sta para imponer condiciones a terceros que no tienen la opci¨®n de utilizar productos alternativos. El hecho de que en este caso se trate de clientes y no de competidores directos, as¨ª como la menor envergadura de los hechos denunciados, hace que, en opini¨®n de los expertos, la salida del pleito sea dudosa. La intensa actividad antimonopolio de las autoridades estadounidenses es significativa de su preocupaci¨®n por la facilidad con que sociedades que proveen, en r¨¦gimen de monopolio de hecho, productos b¨¢sicos, como sistemas operativos o microprocesadores en la industria inform¨¢tica, pueden utilizar su enorme poder para imponer condiciones a terceros que podr¨ªan, en algunos casos, ser consideradas il¨ªcitas y distorsionar el buen funcionamiento de los mercados.
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