La victoria de los vencidos
KOLDO UNCETA Hace algunas semanas comenz¨® a hacerse la luz sobre el AMI (Acuerdo Multilateral de Inversiones) que los gobiernos de la OCDE pretend¨ªan aprobar e imponer al resto del mundo. El borrador de dicho acuerdo pretende reducir a cero los controles de los Estados al funcionamiento de las empresas transnacionales, haciendo que las mismas puedan operar al margen de las legislaciones nacionales y de las prioridades de pol¨ªtica existentes en cada caso. Se plantea incluso la posibilidad de que las empresas puedan demandar a los gobiernos ante un tribunal internacional, lo que vendr¨ªa a entronizar definitivamente la primac¨ªa, incluso en el plano jur¨ªdico, de los intereses de los grandes grupos empresariales sobre los derechos y las necesidades de los ciudadanos, convirtiendo en papel mojado la Carta de los Derechos y Deberes Econ¨®micos de los Estados aprobada en su d¨ªa por Naciones Unidas. El acuerdo hab¨ªa venido siendo preparado casi en secreto a lo largo de los ¨²ltimos dos a?os. Sin embargo, su difusi¨®n a trav¨¦s de Internet convirti¨® las sospechas en certezas, lo que desat¨® una fuerte oposici¨®n al mismo, formada por sindicatos, organizaciones no gubernamentales, gobiernos de pa¨ªses pobres, y un amplio abanico de grupos de muy diverso signo. Cuando lleg¨® la fecha de su discusi¨®n y posterior aprobaci¨®n por parte de los ministros de la OCDE, ¨¦stos decidieron congelar el acuerdo y renunciaron a continuar las conversaciones hasta dentro de seis meses. En las ¨²ltimas semanas, lo sucedido con el AMI ha sido objeto de todo tipo de an¨¢lisis e interpretaciones. Y entre ellas, destaca sin duda la del Financial Times, el cual ha reconocido que el conglomerado opositor al acuerdo "operando desde todo el mundo a trav¨¦s de Internet (...) gan¨® una batalla de relaciones p¨²blicas y puso a los gobiernos a la defensiva". El asunto tiene su miga y presenta algunos perfiles de indudable inter¨¦s. Uno es el que se refiere al exagerado secreto con que las negociaciones sobre el tema se hab¨ªan llevado a cabo y que, visto lo visto, s¨®lo se explica porque los mentores del AMI conoc¨ªan de sobra los efectos perversos que el mismo supondr¨ªa para muchas econom¨ªas nacionales. Como alg¨²n observador ha se?alado, el acuerdo "no es malo por ser secreto; es secreto porque es malo". Lo cierto es que cuando lo que est¨¢ en la mesa de negociaciones responde a las demandas generalizadas de la ciudadan¨ªa -la defensa del medio ambiente, o de los derechos humanos- no existen tantas precauciones y apagones informativos. La ampliaci¨®n sin l¨ªmite de las libertades de las empresas frente al control p¨²blico no parece, sin embargo, pertenecer al ¨¢mbito de tales demandas y ello explicar¨ªa la oscuridad elegida para las negociaciones y las cautelas planteadas sobre las mismas. La segunda vertiente de inter¨¦s es la que tiene que ver con el car¨¢cter supuestamente invulnerable de algunos de los principales actores que operan en la esfera internacional, sean ¨¦stos determinados gobiernos o poderosas empresas. No es la primera vez que audaces campa?as de grupos de consumidores o colectivos ecologistas han puesto contra las cuerdas a grandes compa?¨ªas, haciendo descender notablemente sus ventas y oblig¨¢ndoles a modificar aspectos concretos de su estrategia. Pero lo que resulta infrecuente, y hasta cierto punto novedoso, es la irrupci¨®n de la protesta civil en una importante negociaci¨®n intergubernamental tras haberse logrado desvelar el contenido de la misma. El mismo Financial Times, citando fuentes diplom¨¢ticas, afirmaba que "este episodio es un hito" y que obligar¨ªa a "repensar el enfoque de las negociaciones comerciales y econ¨®micas internacionales". En medio de tanta resignaci¨®n ante el futuro, no deja de ser alentador comprobar que los vencidos, aunque moment¨¢neamente, pueden lograr victorias. Todo un soplo de aire fresco.
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