A los leones
Como si les hubieran echado a los leones: ese trato recibieron los tres espadas, dos de ellos en crucial tarde de confirmaci¨®n de alternativa, otro, que se llama Domingo Valderrama, en edad de merecer.Los de la confirmaci¨®n, Denis Lor¨¦ y Ruiz Manuel, ven¨ªan pr¨¢cticamente nuevos a esta plaza. Nuevos y sin contratos. Y su futuro depend¨ªa del resultado que obtuvieran. El de la edad de merecer lleva a?os haciendo m¨¦ritos, pero que si quieres arroz. Tras una corrida mala, en la que triunfa -pues torea muy bien y triunfa- van y le ponen otra peor. Se nota que Domingo Valderrama no es santo de la devoci¨®n de los taurinos.
Ejemplo de corrida peor, la del Marqu¨¦s de Albaserrada, que sali¨® dificultosa, mansa, deslucida casi toda, a veces sacando un peligro sordo que los toreros supieron resolver con vista y ligero pie. Menudos son los tres toreros: serios, responsables, valientes y ¨¢giles tambi¨¦n. Lo cual no impidi¨® que dos de ellos se llevaran sendas volteretas. En lo que concierne a la agilidad los toros no les iban a la zaga. La voltereta que sufri¨® Denis Lor¨¦ acaeci¨® cuando descabellaba; la de Ruiz Manuel, al entrar a matar. Y si no hubo cornadas fue porque Dios no quiso. Al producirse los dram¨¢ticos trances la afici¨®n recuper¨® de repente la fe y musit¨® la cita b¨ªblica: ?H¨¢gase su voluntad as¨ª en la tierra como en el cielo?. Am¨¦n.
Albaserrada / Lor¨¦, Valderrama, Ruiz
Toros del Marqu¨¦s de Albaserrada, desiguales, dos anovillados y resto serios, mansos, dificultosos; 1? encastado y noble. Denis Lor¨¦: bajonazo, descabello saliendo volteado - aviso - y se echa el toro (algunas palmas); pinchazo y estocada corta trasera baja (aplausos y tambi¨¦n algunos pitos cuando saluda). Domingo Valderrama: dos pinchazos e infamante metisaca en los blandos (silencio); pinchazo y bajonazo infamante (silencio). Ruiz Manuel: pinchazo saliendo empitonado, estocada trasera, rueda de peones - aviso - y se echa el toro (silencio); cuatro pinchazos - aviso -, estocada ca¨ªda y tres descabellos (silencio). Lor¨¦ y Ruiz confirmaron la alternativa.Plaza de Las Ventas, 14 de junio. Media entrada.
La cogida de Denis Lor¨¦ tuvo su miga. El toro, que abri¨® plaza, embest¨ªa humillad¨ªsimo, fijo en los enga?os. Dicho as¨ª podr¨ªa creerse que resultaba f¨¢cil. Pero ocurr¨ªa al rev¨¦s: presentaba las dificultades y los peligros que son inherentes al toro de casta brava. Es el toro de toda la vida, que las actuales figuras no quieren ver ni en pintura. Es el toro al que o se le templa y se le manda, o te pega la voltereta. Denis Lor¨¦ lo mulete¨® muy pundonoroso, aunque sin reuni¨®n ni lucimiento. Ser¨ªa por la falta de costumbre, seguramente. Herido de muerte el toro, al sentir el golpe del descabello se recreci¨® a la velocidad del rayo y encun¨® al torero d¨¢ndole una tremenda voltereta.
Las comparaciones estaban al cabo de la calle. La afici¨®n se preguntaba qu¨¦ supone m¨¢s m¨¦rito: torear por lo fino un toro de aborregada docilidad o muletear deslucido uno de fiera acometida. Las respuestas ca¨ªan en el vac¨ªo pues faltaba la opini¨®n de los isidros, que se alborotan con las faenas de las figuras a los toros de aborregada docilidad.
Pugnaba Ruiz Manuel para que el sexto toro -un manso de feo estilo- tomara los naturales que porfiaba con enorme valor y excelente t¨¦cnica, y no lograba entusiasmar a las multitudes (media plaza de multitudes, se quiere decir). Y entonces se levant¨® un aficionado, seguramente sublevado contra la injusticia que se estaba perpetrando, y cant¨® con voz de tenor las verdades del barquero: ?Hace esto una de las figuras de San Isidro y os volveis locos?. Ten¨ªa raz¨®n, aunque no toda: los que en la isidrada se vuelven loquitos con las figuras, no estaban; quiz¨¢ vuelvan el a?o que viene.
Faena de coraje, de torer¨ªa y de fundamento hizo Ruiz Manuel al mal toro sexto. No tan malo como el de su alternativa al que pas¨® por estatuarios y tore¨® despu¨¦s por derechazos y naturales planteando las tandas con excesivo alivio. Al entrar a matar sali¨® empitonado, afortunadamente sin consecuencias, y eso es lo mejor que pudo ocurrir.
Denis Lor¨¦ administr¨® larga faena con mayor voluntad que acierto al cuarto de la tarde. Domingo Valderrama lig¨® redondos, naturales y pases de pecho al tercero, con la salvedad de que los administraba asimismo muy distanciado. Al quinto lo tore¨® por derechazos, tom¨¢ndolo de muy largo para incitar la poca casta que en un raro acaso pudiera envolver su mansedumbre. Demostr¨® oficio, agallas, verg¨¹enza torera; unas virtudes singulares que, sin embargo, no se compaginaban en absoluto con las horrendas intenciones e infamantes maneras que emple¨® para matar.
Hubo dos alternativas lo cual quiere decir que los tres se pasaron la tarde cedi¨¦ndose y devolvi¨¦ndose trastos. De paso se abrazaban. Es el rito, pero seguramente eran a la vez emocionados abrazos de despedida. Cuando uno va a los leones nunca se sabe lo que puede suceder.
Babelia
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