Una nueva pol¨ªtica
Sea cual fuere su procedencia no existe la menor contradicci¨®n entre los indicadores sobre la posici¨®n pol¨ªtica que adoptamos las ciudadanas y ciudadanos de la Comunidad Valenciana: la gran mayor¨ªa se sit¨²a entre la izquierda y el centroizquierda e, igualmente, existe una amplia coincidencia en identificar al Partido Popular como la derecha. Lo cual permite hablar de una clara falta de sinton¨ªa entre el actual gobierno valenciano y la sociedad que presuntamente gobierna. Y empleo el t¨¦rmino "presunto" en el sentido de que la pol¨ªtica ha sido desplazada de los despachos gubernamentales para dejar paso al servicio de los intereses de grupos de presi¨®n claramente identificados. En definitiva, la sociedad valenciana acepta y propugna ideas y valores de claro sentido progresista y solidario mientras que el gobierno de Eduardo Zaplana se apoya en una amalgama de intereses, a menudos oscuros por no decir turbios, y en un pacto de gobierno, cuajado de contradicciones y problemas, con un partido como Uni¨®n Valenciana. Por eso resulta imprescindible que el Partido Socialista, ¨²nico que desde la izquierda puede aspirar seriamente a gobernar el a?o pr¨®ximo la Generalitat, ofrezca a la sociedad valenciana un nuevo proyecto pol¨ªtico, en el que se refleje tanto el inter¨¦s general como las aspiraciones de la mayor parte de nuestros ciudadanos y ciudadanas, que permita construir sobre esta mayor¨ªa social progresista una mayor¨ªa pol¨ªtica que supere esta contradicci¨®n b¨¢sica entre un gobierno de derechas y una sociedad fundamentalmente progresista y que abra una nueva etapa en nuestra vida colectiva. Precisamente por ello resultan tambi¨¦n especialmente oportunas las elecciones primarias mediante las que los socialistas valencianos vamos a elegir, individual y libremente, a la candidata o candidato que vamos a presentar a nuestra sociedad, como cara visible, frente a la derecha gobernante, frente a Eduardo Zaplana. Puesto que no se trata de otra cosa m¨¢s que de ¨¦sto, de elegir al mejor cartel electoral y, por supuesto, a la persona m¨¢s capacitada no s¨®lo para vencer a Zaplana en las urnas, sino para gobernar esta sociedad y articular esa nueva mayor¨ªa pol¨ªtica. Las primarias, pues, no son m¨¢s que un procedimiento de elecci¨®n y legitimaci¨®n y en absoluto un fin en s¨ª mismo y lo que importa es el resultado conseguido a trav¨¦s suyo, as¨ª como el rearme ideol¨®gico y la recuperaci¨®n el discurso pol¨ªtico y ¨¦tico que puede lograrse con ellas. En ning¨²n caso tienen aqu¨ª cabida objetivos de car¨¢cter org¨¢nico, que se resuelven en los congresos, ni pueden provocar la menor inestabilidad interna puesto que el Secretario General va a seguir en su puesto sea cual sea el resultado. Se trata por consiguiente de una seria decisi¨®n pol¨ªtica la que recae sobre los afiliados, m¨¢s all¨¢ de la expectaci¨®n o simple curiosidad que puede suscitar en la poblaci¨®n. Y de que esa elecci¨®n sea la m¨¢s responsable y adecuada depende en gran medida la posibilidad de aglutinar nuevamente, el a?o pr¨®ximo, esa amplia mayor¨ªa que necesitamos para empezar a reconstruir lo que el PP ha destrozado en sus a?os de gobierno y, a partir de aqu¨ª, comenzar a avanzar hacia una nueva frontera social en el pr¨®ximo milenio, una nueva pol¨ªtica que consiga que el crecimiento no sea est¨¦ril, una nueva pol¨ªtica que los ciudadanos y ciudadanas perciban como pr¨®xima, accesible y participativa. ?sto supone un ingente trabajo colectivo en el que todos tienen cabida, en el que no pueden primar individualismos ni ambiciones personales, por leg¨ªtimas que sean, en el que los hechos deben ya tomar el relevo de las palabras, en el que el di¨¢logo, el acuerdo y la integraci¨®n deben superar al enquistamiento en el conflicto y las querellas permanentes. S¨®lo as¨ª se conseguir¨¢ la unidad y fortaleza necesaria para generar una alternativa real y cre¨ªble, para transmitir que tenemos ganas de ganar. No podemos seguir con la imagen de la resignaci¨®n, de la paciente administraci¨®n de la crisis sufrida tras la derrota electoral, de estar permanentemente lami¨¦ndonos las heridas recibidas por ¨¦sta y por las interminables pol¨¦micas internas, en una situaci¨®n que lastra y deteriora nuestra capacidad de oposici¨®n en todos los ¨¢mbitos donde gobierna la derecha. S¨®lo cabe temer al miedo, porque recuperando el entusiasmo, transmitiendo y recibiendo de la sociedad ese entusiasmo estoy convencida de que el a?o pr¨®ximo ser¨¢ el a?o del desalojo democr¨¢tico de Eduardo Zaplana del Palau de las Generalitat, porque somos, y seremos a¨²n m¨¢s, una mayor¨ªa que queremos, podemos y sabemos que vamos a ganar. No podemos perder m¨¢s el tiempo en logomaquias, buscando la frase ingeniosa que permita eludir el pronunciamiento claro, el compromiso ideol¨®gico, la posici¨®n neta inicial, puesto que en pol¨ªtica el centro es siempre un punto de llegada nunca de partida. Es la propia acci¨®n de gobierno, gobernando para todos, la que conduce a ¨¦l, a diferencia, claro est¨¢, de Aznar y sus ep¨ªgonos, para quienes gobernar es gobernar para los suyos, caiga quien caiga y al coste social que sea, aunque en su miseria ideol¨®gica no duden en intentar incluso vampirizar el centro radical de Blair. Y puesto que ¨¦ste se permite el desenfado de considerar a Clinton y al Partido Dem¨®crata como pr¨®ximos a la socialdemocracia creo que yo, con m¨¢s legitimidad, puedo recurrir al presidente del New Deal, a Roosevelt, y al tiempo que reitero mi llamada y mi compromiso con este esfuerzo colectivo confiar, parafrase¨¢ndolo, en que todos los socialistas podamos ser recordados por las generaciones futuras como gente que luch¨® contra las fuerzas del egoismo.
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