Bajo los tilos
Diez a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del muro, el cambio que se va a producir gradualmente, pero marcadamente en 1999-2000, de Bonn a Berl¨ªn, puede suponer mucho m¨¢s que un desplazamiento geogr¨¢fico hacia el Este de lo que era la capital de la Rep¨²blica Federal de Alemania. Implica toda una mutaci¨®n en t¨¦rminos de psicolog¨ªa pol¨ªtica. En Berl¨ªn se est¨¢ construyendo, o reconstruyendo, mucho m¨¢s que una bell¨ªsima capital de Alemania. La canciller¨ªa proyectada, ahora en obras, es un edificio inmenso, como lo es el Bundestag en el antiguo Reichstag. El brit¨¢nico Timothy Garton Ash ha cre¨ªdo percibir ?una asombrosa contradicci¨®n entre la arquitectura de Berl¨ªn y la ret¨®rica de Bonn?. Sin embargo, la ret¨®rica est¨¢ tambi¨¦n cambiando con la b¨²squeda de la normalidad para Alemania. Probablemente, el nuevo Berl¨ªn llega tarde para ser la capital de Europa, aunque no para ser uno de sus centros esenciales, punto de referencia para Europa del Este.En todo caso, Alemania, pese a su tama?o, sigue siendo demasiado peque?a y necesita, como se?alan altos funcionarios alemanes, a Europa para alcanzar una masa cr¨ªtica. Pero ello no quita para recordar que la distancia de Bonn a Berl¨ªn es mayor que la de Bonn a Par¨ªs, y que la nueva capital est¨¢ tan s¨®lo a 65 kil¨®metros de Polonia. Si a ello sumamos que Alemania es el primer inversor en el Este, habr¨¢ que empezar a pensar qu¨¦ nuevos h¨¢bitos y formas de ver el mundo ir¨¢n asumiendo los miles de funcionarios estatales a medida que se muden de Bonn a Berl¨ªn y empiecen a pasear por esa avenida, Bajo los Tilos (Unter den Linden), que est¨¢ recobrando su hermosura; especialmente si llega al poder una nueva generaci¨®n, como la que representa el socialdem¨®crata Schr?der, que no tiene ya vivencias de la Guerra Mundial.
En buena parte, de la influencia de estos funcionarios, y en general de la nueva visi¨®n desde Berl¨ªn, depende que Alemania caiga hacia un lado u otro y haga volcarse el conjunto entre las dos ideas de integraci¨®n europea que hoy predominan: la de una Europa espacio -esencialmente mercado, tendencia que puede reforzarse con la ampliaci¨®n de la UE- frente a una Europa potencia , que implica integraci¨®n pol¨ªtica . En estos momentos, la opini¨®n p¨²blica europea est¨¢ dividida entre estos dos conceptos. Y, con algunas excepciones, la l¨ªnea divisoria -sobre todo medida por el apoyo de la pertenencia a la Uni¨®n, por la apreciaci¨®n del beneficio que cada pa¨ªs saca de Europa y por el grado de deseo de una mayor velocidad en la integraci¨®n europea- est¨¢ b¨¢sicamente entre la Europa romana y la Europa sajona y n¨®rdica. O, por campos significativos, entre la Europa que paga y la Europa que recibe, en t¨¦rminos contables del presupuesto comunitario, una cuesti¨®n en la que entrar¨¢ de nuevo hoy en el Consejo Europeo de Cardiff.
De momento, el actual Gobierno alem¨¢n propugna asegurar las instituciones antes que proceder a una ampliaci¨®n para la que ya no tiene tanta prisa (?2005, o incluso 2010?). Pero lo que, en cambio, se ha abierto camino en la mayor¨ªa gubernamental, agudiz¨¢ndose en los socialcristianos b¨¢varos antes que en la oposici¨®n socialdem¨®crata, es la idea de que Alemania paga demasiado y debe ver disminuida esta aportaci¨®n, aunque, siendo el pa¨ªs m¨¢s grande y m¨¢s rico, seguir¨¢ siendo el que m¨¢s pague. Es la cara oculta de una muy costosa unificaci¨®n de Alemania que no ha tenido, a¨²n, el ¨¦xito buscado, y del euro, que obliga a los pa¨ªses a recortar sus d¨¦ficit p¨²blicos.
Con un discurso bastante elaborado, la Administraci¨®n alemana, como qued¨® claro en un reciente seminario en Berl¨ªn, no apunta s¨®lo a los saldos financieros, sino tambi¨¦n a un mejor ?reparto de la carga? que tenga en cuenta, por ejemplo, que Alemania ha acogido a 300.000 refugiados de la antigua Yugoslavia. Alemania, pasada casi esa d¨¦cada desde que se abri¨® el muro y tras la unificaci¨®n, busca tambi¨¦n una cierta normalidad internacional, de la que debe ser parte, insisten, el derecho que reclama a tener y defender sus intereses nacionales como cualquier hijo de vecino en la UE.
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