Astilleros, esa aventura

FERNANDO QUI?ONES Hace unos a?os, no muchos, la amenaza de cierre de uno de los m¨¢s poderosos y tradicionales recursos de la ciudad de C¨¢diz, sus Astilleros, promovi¨® en la capital gaditana una imponente manifestaci¨®n en la que figuraron, se dir¨ªa, hasta los mariscos de La Caleta. Aquella movida c¨ªvica funcion¨®. Los Astilleros no cerraron y, casi a seguido, un encargo naval bien sustancioso vino a probar lo atinado de la en¨¦rgica protesta y a asegurar por una sustanciosa temporada las actividades y rentabilidad de la factor¨ªa. Tambi¨¦n, a demostrar, en torno a esa rama de la industria, unas cuantas peculiaridades, alguna de las cuales trataremos de husmear aqu¨ª. Empecemos sabiendo que, poco antes de estos hechos, me hab¨ªa sido encargado redactar el pr¨®logo a un hermoso volumen conmemorativo de la fundaci¨®n, historia y labores de Astilleros Espa?oles, libro b¨¢sicamente gr¨¢fico e impreso en Barcelona por la casa Lundberg. Debidamente, fui a documentar mi trabajo en los inmediatos Astilleros de Puerto Real, y el directivo que me atendi¨® se mostr¨® tan satisfecho como tranquilo por el nuevo y positivo cariz del negocio. Manej¨® estimulantes cifras; me llev¨® a enormes naves en construcci¨®n o reconversi¨®n y, al menos para la bah¨ªa gaditana, me dio por casi muerta la famosa crisis naval. No sin alborozo, mi pr¨®logo recogi¨® todos esos alentadores y sonrientes datos e impresiones, que pronto dejar¨ªan de sonre¨ªr y pasar¨ªan a ser negativos. Prefiero pensar que mi informante no quiso darme gato por liebre, sino que tambi¨¦n a ¨¦l le sali¨® el tiro por la culata, dada la notable inestabilidad que rige ese sector. En realidad, el ¨²nico dato m¨¢s veraz y estable que hoy entreveo de todo aquello es que, seg¨²n se vio y coment¨®, del peligro de cerrojazo no andaban libres m¨¢s que los Astilleros del Norte, por temor y por intereses pol¨ªticos. Por lo dem¨¢s, en quienes no estamos de lleno (ni tenemos por qu¨¦ estar) en los complicados mecanismos de ese negocio, prevalece la impresi¨®n de que los Astilleros son una aventura, una permanente aventura de primer inter¨¦s, y que su cierre no es aconsejable ni prudente, ya que las anemias y desfallecimientos de sus carteras de pedidos pueden cambiar y cambian de la noche a la ma?ana, qui¨¦n sabe si por el solo hecho de haber puesto a uno o a unos cuantos hombres m¨¢s resolutivos y competentes donde estaban otros m¨¢s cortitos, m¨¢s mediatizados o bien menos impuestos en la batalla de la competitividad dur¨ªsima que preside esas empresas, cuya absorci¨®n de puestos de trabajo es el factor prioritario en cuanto a su importancia. Ahora, la buena racha en la bah¨ªa de C¨¢diz de Astilleros Espa?oles se ha concretado en recientes y grandes realizaciones para distintos pa¨ªses y, si los cabos no se rompen, est¨¢ a punto de lograrse un nuevo y sustancioso contrato con Noruega que, al tiempo de reforzar la econom¨ªa de C¨¢diz y sus poblaciones, arroja una nueva y exigente luz sobre los pares y nones de su privatizaci¨®n.