El Mundial da sus primeras se?ales
Buen promedio de goles y ning¨²n esquema t¨¢ctico apreciable
La Copa del Mundo ha emitido sus primeras se?ales, datos que todav¨ªa pueden resultar poco concretos. S¨®lo se ha girado una rueda: diecis¨¦is partidos se hab¨ªan disputado hasta el lunes. Aunque los datos sean insuficientes, los jugadores y los equipos han empezado a producir: 37 goles, a una media de 2,3 por partido, un promedio que puede calificarse de apreciable, m¨¢xime si se tiene en cuenta que 11 equipos no han marcado. Y no demasiadas expulsiones, s¨®lo tres, sin que pueda hablarse de predominio del juego violento. En el cap¨ªtulo t¨¢ctico no hay ning¨²n esquema dominante. Se va del 4-4-2 al 3-4-3 pasando por el viejo 5-3-2 que surgi¨® del Mundial 86. La figura del medio centro cl¨¢sico est¨¢ en v¨ªas de extinci¨®n. Gana el llamado doble pivote.En el aspecto arbitral, el nuevo presidente de la FIFA, Sepp Blatter, puso ayer de manifiesto su disgusto por la actuaci¨®n de los ¨¢rbitros, con quienes "hablar¨¢ personalmente". Blatter se queja de que no vigilan las faltas por detr¨¢s ni el uso de los seis segundos por parte de los guardametas. "Los ¨¢rbitros no deben fijar los criterios, sino aplicarlos", dijo.
Sobre el impacto de los jugadores, predomina la moderaci¨®n, aunque los siguientes futbolistas han dejado alguna huella en la primera semana del torneo.
Overmars. Se dec¨ªa que los extremos hab¨ªan desaparecido o eran inservibles. Por fortuna nos quedan Holanda y Overmars. El peque?o extremo del Arsenal protagoniz¨® el partido frente a B¨¦lgica: por habilidad, por rapidez, por sentido futbol¨ªstico. Con Overmars se produce una de las grandes emociones del juego: el desaf¨ªo del mano a mano con el defensa. Esa incertidumbre maravillosa la resuelve el holand¨¦s con la categor¨ªa de los extremos inolvidables.
Frank de Boer. Holanda tiene el atrevimiento y la grandeza de jugar con un medio centro. La propuesta pasa por la conquista del partido a trav¨¦s del bal¨®n, de su uso continuado, de un ejercicio paciente. Si Holanda cometi¨® errores (Seedorf fracas¨® y la delantera no tuvo contundencia), Frank de Boer dict¨® un curso frente a los belgas.
Zidane. El hombre que juega. Pero tambi¨¦n el hombre que sabe d¨®nde hay que jugar y c¨®mo jugar. Entr¨® en el Mundial con la altura futbol¨ªstica de siempre. En los tres cuartos es perfecto: elabora, participa e inventa. Parece que s¨®lo le falta gol.
Salas. Hizo lo que espera de ¨¦l y de Batistuta o Shearer. Los tres marcaron goles. Si Salas se elev¨® sobre ellos no es s¨®lo por los dos tantos que consigui¨® frente a Italia. Lo diferente es que anot¨® un tanto donde apenas lo hab¨ªa: su cabezazo en la pugna con Cannavaro record¨® de alguna manera el memorable salto de Pel¨¦ sobre Burgnich en la final del Mundial de 1970.
Ronaldo. Aunque da la impresi¨®n de querer protagonizar un anuncio en cada una de sus jugadas (y eso es un error conceptual), Ronaldo apunt¨® los ¨²nicos cuatro grandes detalles del encuentro inaugural frente a Escocia, especialmente una jugada maravillosa ante Colin Hendry en el primer tiempo.
Scholes. Situado como volante de enganche, el peque?o Scholes fue el mejor jugador ingl¨¦s en el encuentro con T¨²nez. En un equipo generoso, pero sin fantas¨ªa, Scholes fue decisivo por su capacidad para enganchar, por su dinamismo, por el car¨¢cter trascendente de todo lo que intent¨® y por el fant¨¢stico gol que marc¨®.
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