Una reforma poco vulnerable
El autor analiza algunos puntos de la reforma del impuesto de la renta y concluye que es "politicamente sensata" y prudente
La propuesta del Gobierno de modificaci¨®n del IRPF ha despertado recelos y controversia. Una preocupaci¨®n, seguramente no la ¨²nica, es una percepci¨®n de alejamiento de nuestra fiscalidad respecto a un ideal igualitario y redistribuidor. Es una cr¨ªtica comprensible, pero tambi¨¦n, pienso, poco atinada.Distingamos, para empezar, entre gastos e ingresos fiscales. Por lo que respecta al gasto p¨²blico, es bien sabido que su efecto tiende a ser redistributivo. As¨ª ser¨¢ si, por ejemplo, sus beneficios se reparten igualmente entre la poblaci¨®n (investigaciones recientes de los profesores Calonge y Manresa, de la Universidad de Barcelona, corroboran que bien pudiera ser ¨¦ste el caso de Espa?a). Ser¨ªa incluso deseable una inflexi¨®n progresiva: que el impacto del gasto fuese ligeramente inversamente proporcional a la renta individual.
Por lo que hace a los impuestos, tendr¨ªamos dos filosof¨ªas un tanto contrapuestas. Una ser¨ªa la del proporcionalismo modificado: partiendo de la evaluaci¨®n financiera de las tareas que se convienen propias del sector p¨²blico, derivar¨ªamos un tipo normal de imposici¨®n. Es el que idealmente toda unidad de renta deber¨ªa pagar. La modificaci¨®n vendr¨ªa por el reconocimiento de un principio de asistencia: a las rentas de nivel bajo, inferior a un nivel de necesidad, hay que eximirlas de tributaci¨®n. Por continuidad, las semibajas tributar¨ªan a un nivel intermedio, etc¨¦tera. El resultado ser¨ªa una escala creciente con el tipo marginal m¨¢ximo igual al tipo normal. La imposici¨®n es progresiva (los ricos pagan proporcionalmente m¨¢s que los pobres), pero la implicaci¨®n de esta filosof¨ªa es que este efecto es transitorio: tendencialmente, si la renta m¨ªnima aumenta y la poblaci¨®n sale de los niveles de necesidad, el sistema evolucionar¨¢ hacia la proporcionalidad.
Para la filosof¨ªa alternativa no bastar¨ªa la progresividad del gasto y de la imposici¨®n, sino que se considerar¨ªa pertinente y deseable que los tipos m¨¢ximos fuesen permanentemente y significativamente superiores a la media. Hay, al menos, dos razones de peso, que pasamos a exponer, para dudar de la eficacia redistributiva de esta filosof¨ªa.
La primera es bien conocida: tipos m¨¢ximos decididamente por encima de la media hacen que los proyectos de rebaja de carga fiscal sean los proyectos de inversi¨®n m¨¢s productivos de las rentas altas. Todo el sistema de asignaci¨®n de recursos queda perturbado por flujos considerables de los mismos orientados a facilitar una actividad socialmente improductiva pero privadamente muy beneficiosa: la de evitar (legalmente) impuestos.
La segunda raz¨®n es menos familiar. La no proporcionalidad crea la impresi¨®n, frecuentemente equ¨ªvoca, de que las rentas altas pagan proporcionalmente mucho m¨¢s y, al hacerlo, resta justificaci¨®n a la pol¨ªtica de redistribuci¨®n por el lado del gasto. Propongan, por ejemplo, que las rentas altas se paguen la ense?anza superior y se encontrar¨¢n con la respuesta de que ya se la pagan por la v¨ªa de la alta progresividad.
A la vista de estas consideraciones, uno se inclina a concluir que la reforma propuesta va en la direcci¨®n apropiada. Es tambi¨¦n pol¨ªticamente sensata: la gran mayor¨ªa de ciudadanos, y no s¨®lo los ricos, pagar¨¢ menos impuestos. ?Es oportuna? En todo caso, es prudente. Es poco probable que la reforma genere un desequilibrio fiscal de alguna significaci¨®n, al menos mientras dure la fase actual de expansi¨®n. En definitiva, parece una reforma con un nivel bajo de vulnerabilidad pol¨ªtica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.