Un encuentro casual
Durante cinco a?os, entre 1961 y 1965, un joven antrop¨®logo procedente de Los ?ngeles, California, recorri¨® diversas zonas de M¨¦xico para investigar las propiedades medicinales de algunas plantas. El encuentro casual con un indio yaqui, Don Juan, que, adem¨¢s, result¨® ser brujo, cambi¨® notablemente su proyecto de trabajo cient¨ªfico y, con ello, su propio concepto de la cultura y de la realidad. Probablemente la mayor virtud de aquel j¨®ven antrop¨®logo, Carlos Castaneda, fue la de haber sido capaz de reconocer con humildad que la sabidur¨ªa no reside exclusivamente en las ense?anzas universitarias occidentales y que las experiencias de un indio indocto pod¨ªan resultar tanto o m¨¢s enriquecedoras para el conocimiento humano como la muy autosatisfecha cultura racionalista.El talento de Castaneda hizo posible, despu¨¦s, la divulgaci¨®n de esas complejas experiencias, recogidas en Las ense?anzas de Don Juan , su primer y m¨¢s famoso libro publicado en 1968, tres a?os despu¨¦s de su largo periplo mexicano. Ah¨ª est¨¢n entremezcladas las observaciones del brujo yaqui con las muy diversas alteraciones de la realidad que produc¨ªan las ingestiones de la datura inoxia, de una hierba alucin¨®gena del g¨¦nero Psylocibe y, sobre todo, del peyote. Es el encuentro de la racionalidad con lo irracional, con lo Otro, dos formas distintas de ver el mundo de las que Castaneda, y no s¨®lo ¨¦l, naturalmente, trat¨® de dar noticia para aproximar actitudes y, en la medida de lo posible, comprender lo desconocido.
Otras obras suyas fueron Una realidad aparte (1971), Viaje a Ixtlan (1972), Relatos de poder (1974), El segundo anillo del poder (1977), El don del ¨¢guila (1981) y Fuego interno (1984), todas en una l¨ªnea similar de profundizar en el lado oculto de la percepci¨®n. El espectacular ¨¦xito de su primer texto, que lleg¨® a alcanzar niveles de fetiche generacional, no impidi¨® el que continuara con su labor especulativa.
No se puede olvidar que nombres como los de Artaud, Huxley, Albert Hofmann o Henri Michaux, por citar tan s¨®lo unos pocos del presente siglo, buscaron tambi¨¦n desde distintas perspectivas esa anhelada aproximaci¨®n con lo irracional o, para utilizar un concepto de Castaneda, con ?los estados de realidad no rutinaria?. Fueron muchos los intentos, mucho el talento y la energ¨ªa empleados, mucha la incomprensi¨®n y, con frecuencia, mucha la locura y el delirio que engendr¨® el adentrarse por el conocimiento de lo Otro, pero tambi¨¦n fue mucho el nuevo territorio mental descubierto. Esa es la mayor grandeza de quienes se negaron a aceptar el dominio absoluto de la Raz¨®n, y, entre ellos, el de un joven antrop¨®logo que quiso investigar las propiedades medicinales de las plantas y se encontr¨® con un iletrado indio yaqui en las monta?as de M¨¦xico.
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