Tradici¨®n, derecho, fiesta y libertad
La larga historia de nuestro Alarde se remonta a la batalla de 1522, librada en la Pe?a de Aldabe, en que el pueblo de Ir¨²n derrota a las tropas francesas y tudescas, seg¨²n menciona Garibai. Aqu¨ª nace un voto civil y religioso en acci¨®n de gracias por la victoria. En aquellos tiempos ya ven¨ªan celebr¨¢ndose los alardes de armas de las Milicias Forales. La tradici¨®n actual se forja en 1804 y, sobre todo, a partir de 1881, al fusionar el voto c¨ªvico-religioso con el Alarde de las Milicias Forales, uniendo en una sola jornada los dos actos festivos, al parecer por una motivaci¨®n meramente econ¨®mica. Los conocedores del Derecho acostumbran a invocar la importancia que en ¨¦l tienen los usos y costumbres, lo que ha venido denomin¨¢ndose derecho consuetudinario. Pero la evoluci¨®n de una sociedad compleja, con su regulaci¨®n burocr¨¢tica y un enorme entramado legal, ha hecho primar la idea de que esas costumbres deben adaptarse a lo dispuesto en el derecho positivo. La Constituci¨®n, el Estatuto y otras leyes encuadradas en ese marco, que regulan b¨¢sicamente los derechos individuales y colectivos, obligan -seg¨²n interpretaci¨®n del Tribunal Superior de Justicia del Pa¨ªs Vasco (TSJPV)- a modificar los modos de participaci¨®n en la vida p¨²blica, y en nuestro caso, en el Alarde de San Marcial. Se produce as¨ª un debate entre tradici¨®n, costumbre y derecho. Nuestra fiesta es un espacio de encuentro de la ciudadan¨ªa en derredor de unos actos, organizados bien por el Ayuntamiento, bien por laboriosas entidades ciudadanas que reciben apoyo municipal para llevarlos a cabo. El programa festivo se extiende desde el 23 de junio al 1 de julio, con un sinf¨ªn de actividades para ni?os, adultos y mayores. Todos gozan de aceptaci¨®n, pero no cabe duda que hay unas actividades que concitan el sentimiento irun¨¦s, que sirven para que todos nos unamos en las calles. ?stos son los relacionados con el Alarde: los ensayos de las compa?¨ªas, la revista y, sobre todo, el d¨ªa 30, fiesta del santo obispo Marcial. Este d¨ªa, desde la alborada y la diana de las 6 de la ma?ana hasta que la ¨²ltima compa?¨ªa rompe filas en su barrio apagando las ¨²ltimas notas de los m¨²sicos sanmarcialeros, nuestras calles se inundan de blanco, negro y rojo, y de la sana alegr¨ªa de sus gentes. Esta fiesta ha tenido en los ¨²ltimos a?os un sabor agridulce, debido a la reclamaci¨®n por una peque?a parte de la poblaci¨®n de que la mujer pueda participar en condiciones de igualdad con el hombre en el Alarde. Esta reclamaci¨®n ha llegado a los tribunales de justicia, que han decidido, atendiendo a la primac¨ªa del car¨¢cter festivo sobre el rememorativo y a la masiva participaci¨®n, que la mujer tiene derecho a la incorporaci¨®n en cualquier lugar o funci¨®n dentro del Alarde, adem¨¢s de su puesto tradicional como cantinera. La regulaci¨®n hist¨®rica de la libertad ha sido siempre una tarea compleja. Todos sabemos que la libertad propia encuentra su l¨ªmite (pero tambi¨¦n su ampliaci¨®n colectiva) en la libertad ajena, que no podemos ocupar el espacio de los otros. Por ello, la libertad se ha ido regulando en ordenanzas, normas, decretos, leyes. En una sociedad democr¨¢tica, existe una aceptaci¨®n generalizada de esta normativizaci¨®n en muchos ¨¢mbitos: la circulaci¨®n, los impuestos, la construcci¨®n, el comercio. Surgen, en cambio, grandes pol¨¦micas cuando se trata de desarrollar los derechos fundamentales. En efecto, todos conocemos los problemas que derivan de la ley que regula la despenalizaci¨®n del aborto. Existen dos concepciones: las de quienes consideran que no debe regularse, ejerciendo la mujer libremente su derecho a la maternidad, y los que consideran que debe penalizarse a la mujer que tome esta decisi¨®n, sin duda traum¨¢tica para ella. Algo similar sucede con los derechos sociales (al trabajo, a la vivienda, etc.). Las perspectivas, la escenificaci¨®n son distintas, dependiendo, como en un escenario teatral, de las distintas ¨®pticas: la del director, los actores, los espectadores. Estoy convencido de que, desde las tragedias griegas a los sainetes, estas ¨®pticas distintas enriquecen y complejizan las cuestiones. Toda esta mezcla de historia, tradici¨®n, derechos, libertad y fiesta, en el caso de Irun, tiene -cuando menos- dos escenificaciones distintas que, a su vez, se entremezclan. Una perspectiva entiende que la batalla de 1522 est¨¢ en el origen de la celebraci¨®n, siendo el elemento central el voto a San Marcial, realizado en compa?¨ªa de escopeteros. La otra visi¨®n, aun entendiendo la importancia del voto, pone m¨¢s ¨¦nfasis en el aspecto rememorativo de las Milicias Forales que, seg¨²n podemos conocer, son anteriores a 1522, y a los Alardes de Armas que se celebraban, seg¨²n el parecer de algunos autores, el lunes de Pascua de Pentecost¨¦s. Estas dos maneras de poner en escena el Alarde de San Marcial no pueden conducirnos a privar a la ciudadan¨ªa de la participaci¨®n bien dentro del elenco art¨ªstico, bien como espectador. Nuestras discrepancias no pueden privar a nuestros conciudadanos de vivir unas fiestas con la alegr¨ªa que habitualmente inunda nuestras calles. Tenemos la obligaci¨®n , aun en la discrepancia, de buscar caminos que permitan que estos d¨ªas finales de junio, dejando a un lado nuestras preocupaciones del a?o, hagan posible a toda la ciudad el disfrute de la fiesta desde los valores de liberalidad y tolerancia que siempre han distinguido a la ciudadan¨ªa irunesa. Este a?o nuestra poblaci¨®n est¨¢ dividida en cuanto al Alarde de San Marcial, divisi¨®n que nos va a llevar a la celebraci¨®n de dos Alardes por nuestras calles. Uno, con la participaci¨®n de la mujer en igualdad de condiciones con los varones; el otro, un Alarde de hombres con la mujer en el puesto de cantinera. Cada uno de ellos tiene sus partidarios y sus detractores, pero, por encima de todo, est¨¢ la ciudad de Ir¨²n, su imagen, sus gentes, merecedoras hist¨®ricamente de las leyendas que lucen en nuestro escudo: junto al siempre vigilantes, se destacan algunas virtudes: "muy nobles, muy leales y muy humanitarios". Yo a?adir¨ªa, adem¨¢s, que amantes de la tolerancia y de la paz en el respeto a las diferencias. En lo fundamental estamos todos de acuerdo. En disfrutar de las fiestas de San Pedro y San Marcial con alegr¨ªa y en paz.
Francisco Buen Lacambra es alcalde de Ir¨²n (PSE-PSOE).
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